La más alta instancia administrativa francesa suspendió la orden de la localidad del litoral mediterráneo, porque no hay "riesgos probados" para el orden público.
Esta decisión, acogida positivamente por representantes del culto musulmán en Francia, debería sentar jurisprudencia para la treintena de municipios que emitieron órdenes similares contra el uso del traje de baño islámico que causaron una intensa polémica en Francia y en el extranjero.
"Esperamos que sea el final de una polémica, una polémica esencialmente política", indicó a la salida de la audiencia Patrice Spinosi, abogado de la Liga de Derechos Humanos (LDH), que había recurrido esa norma municipal.
El jueves, el Presidente François Hollande instó a no ceder a la "provocación" ni a la "estigmatización" aunque no se pronunció sobre los textos de los decretos locales sobre el "burkini", en un país que cuenta con la comunidad musulmana más importante de Europa.
La decisión de los municipios había provocado revuelo a nivel internacional. El director del programa Europa de Amnistía Internacional, John Dalhuisen, consideró que con esta decisión la justicia francesa tenía"la oportunidad de anular una prohibición discriminatoria que se funda y que nutre los prejuicios y la intolerancia".
Sin mencionar el término "burkini", las órdenes municipales exigen que se acuda a las playas con atuendos que respeten "las buenas costumbres y la laicidad".
Varios alcaldes basaron su decisión en la necesidad de garantizar "el orden público", amenazado, según ellos, por atuendos que "manifiestan de manera ostentatoria una filiación religiosa" y mencionaron el contexto particularmente tenso en el litoral mediterráneo tras el atentado yihadista que dejó 86 muertos en Niza el pasado 14 de julio.
La cuestión también era fuente de discrepancias dentro del Gobierno. Mientras que el primer ministro, Manuel Valls, apoyó las prohibiciones, la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem declaró que "la proliferación" de ordenanzas contra el "burkini" no era "bienvenida" y aseguró que se trata de un "deriva política" que "libera el discurso racista".
En las filas de la oposición, el ex Presidente francés Nicolas Sarkozy, candidato a las elecciones primarias de la derecha, calificó al burkini de "provocación" y propuso prohibir también los signos religiosos en las empresas, administración, universidades, etc.