SANTIAGO.- Centenares de víctimas fatales y miles de hogares en el suelo, fue lo que dejó el huracán Matthew en Haití tras su paso por el Caribe. El desastre que provocó el fenómeno se suma a los estragos del terremoto que azotó a ese país en 2010 y que terminó con más de 200 mil fallecidos y un posterior brote de cólera.
Sin embargo, su vecino República Dominicana, que cuenta con casi la misma cantidad de población (10 millones de habitantes) y que se encuentra en la misma isla de América del Norte, no registró ninguna muerte producto del movimiento telúrico de hace siete años y, aunque sufrió el paso de Matthew en menor intensidad, sólo consignó cuatro muertos.
Entonces, ¿qué hace a Haití tan vulnerable a los desastres naturales? La respuesta se extiende desde factores económicos, hasta los geográficos.
Pobreza y subdesarrollo
Haití es considerado uno de los países más pobres del mundo. Según cifras del Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) de Chile alcanzó en 2013 los US$277,2 mil millones; el de República Dominicana logró los US$61,16 mil millones; y el haitiano sólo los US$8,4 mil millones.
La diferencia se replica a la hora de comparar cifras de la renta per capita: mientras Haití alcanzó los 819 dólares, Chile superó los 15.700 dólares.
En ese mismo contexto, los informes sobre la calidad de vida del país de habla francesa son reveladores. Según índices de pobreza, el 70,99% de las personas recibe dos dólares o menos a diario y en lo que respecta a la esperanza de vida, en 2012 un ciudadano haitiano vivía en promedio 62 años. En la misma fecha, República Dominicana cifraba la media en 72 años.
Los números reflejan que Haití carece de recursos para prepararse ante este tipo de desastres, no consta con fondos para implementar respuestas efectivas a este tipo de eventos y tampoco para la mejora de infraestructuras en zonas de riesgo.
Así, las calles suelen ser deficientes y no se cuenta con una red de carreteras que permita escapar con rapidez ante algún suceso. Además, las edificaciones son frágiles y con precarios sistemas de alcantarillado, lo que facilita el que grandes ciudades se reduzcan a escombros ante un evento de esta naturaleza.
Geografía y deforestación
Además del déficit presupuestario y la carencia en infraestructura, otro de los grandes problemas con los que debe lidiar Haití a la hora de un evento meteorológico o sísmico, es la ubicación geográfica donde se instala gran parte de sus asentamientos.
Los principales núcleos de población se sitúan en las zonas costeras y en desembocaduras de ríos, lo que los hace más proclives a sufrir inundaciones desproporcionadas. Del mismo modo, existe un alto centralismo en ciudades como Puerto Príncipe, la capital, donde se monopoliza el empleo y las oportunidades, lo que causa que cientos de personas construyan sus casas sobre cerros que rodean los centros neurálgicos.
Cuando las personas instalan sus viviendas en las colinas, se genera una alta degradación ambiental y se elimina la principal barrera de contención de estas zonas riesgosas: los árboles. Sumado ello, existe un alto uso de la madera como método de generación de energía, producto de la fragilidad del sistema eléctrico.
Con tal deforestación, la lluvia se vuelve el peor enemigo y el impacto de las tormentas y huracanes es mucho mayor, según la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).
De esta forma, grandes deslizamientos de tierra, inundaciones y edificios en el suelo son un problema recurrente con el que Haití ha debido lidiar a lo largo de los años. Un problema que sumado a la pobreza y falta de recursos estatales, genera un círculo vicioso que ya ha cobrado miles de vidas.