SANTIAGO.-La relación de Donald Trump con los medios de comunicación estadounidenses, en los últimos dos años, ha sido especialmente difícil. El magnate los acusó de "repugnantes", "corruptos" y "deshonestos", mientras ellos lo llamaban racista, acosador sexual y apoyaron públicamente a su rival, Hillary Clinton. Y aunque muchos pensaban que ello acabaría tras su victoria en la elección presidencial, nada estaba más lejos de la realidad.
Desde el comienzo de su campaña en 2015, el futuro líder estadounidense revocó las credenciales para el acceso a sus campañas a una decena de medios de comunicación. Una maniobra duramente criticada por la prensa tradicional, que lo acusa de censurar y de amenazar el derecho a la libertad de expresión. "Si las personas no cubren mi campaña de forma aceptable, o si inventan cosas, no veo por qué deben ser admitidos", declaró una vez al diario The New York Times (NYT).
Trump al ataque
De hecho, en junio, el empresario advirtió que suspendería la credencial de prensa de los reporteros del Washington Post, por ser un diario "falso y deshonesto". "Trump sugiere que el Presidente Obama estuvo involucrado con el tiroteo de Orlando", había titulado el diario poco antes, causando la ira del empresario.
Tanto periodistas como camarógrafos y fotógrafos han recibido agresiones e insultos por parte de sus adherentes. Incluso, el rubio multimillonario siempre dedicaba un segmento de sus eventos de campaña para criticar a la élite de los medios de comunicación. "Prensa corrupta" o "Prensa deshonesta" los llamaba Trump, mientras el público coreaba "Press-titute".
En agosto, el ex presentador de reality shows se ensañó con el periodista de Univisión Jorge Ramos, cuando el rostro estrella de la cadena de televisión hispana intentó preguntarle por sus políticas antimigratorias. "Siéntese, no le he dado la palabra. Vuelva a Univisión", le dijo Trump. Acto seguido, un guardia de seguridad lo obligó a salir de la sala de conferencias.
Pero el magnate ha tenido palabras para todos y tras ser electo parece haber empeorado el tenor de sus declaraciones. El 20 de noviembre, el empresario convocó a una cita a los líderes de los principales medios estadounidenses. Lo que en un comienzo pareció una señal de paz, terminó siendo una reprimenda del magnate hacia quienes han sido lo más duros con él, especialmente las cadenas NBC y CNN.
El NYT también ha tenido una serie de roces con el político conservador. Tras su victoria en las elecciones, el reconocido diario invitó a Trump a sus dependencias para realizar una entrevista. Cuando estaba todo pactado, el empresario publicó a través de Twitter: "Cancelé la reunión con el fracasado New York Times cuando los términos y condiciones de la reunión fueron cambiados en último momento. No fue agradable".
El rotativo lo negó y denunció que el magnate buscaba una entrevista off the record, algo que a ellos no les interesaba. "Quizás retomemos una nueva reunión con el NYT. Mientras, ellos continúan cubriéndome de forma imprecisa y con un tono desagradable", replicó Trump. Horas más tarde, el multimillonario ingresaba por las puertas del Times.
Pero su última intervención de este tipo estuvo dirigida a CNN, medio que al igual que decenas de otros, hizo público su apoyo a Clinton en las presidenciales. Uno de los rostros de la televisora aseguró que las acusaciones de Trump sobre un supuesto fraude electoral a favor de Clinton, no tenían fundamento.
"CNN está tan avergonzada por su apoyo total (100%) a Hillary Clinton y por su aplastante derrota, que ya no saben qué hacer (…) Creí que podrían mejorar luego de que se equivocaron terriblemente apoyando a Clinton, sin embargo, desde la elección son peores", afirmó.
Contraataque
Y es que las controversiales declaraciones del ahora Presidente electo son pan de cada día y los medios han sacado partido de ello. De hecho, eso provocó que pocos días antes de los comicios, sus asesores lo "castigaran" y le "confiscaran" su cuenta de Twitter para evitar nuevas polémicas. Fue precisamente su verborrea la que le costó más caro, luego de que se diera a conocer un audio donde ofendía a las mujeres. El Washington Post lo aprovechó y causó un efecto en cadena en los medios, que hizo tambalear su candidatura.
Múltiples diarios, radios y canales de televisión se valieron de la contraofensiva y dedicaron grandes segmentos a las acusaciones de abuso sexual contra el magnate. Lo mismo sucedió con sus propuestas antimigratorias, tildándolas de racistas e intolerantes, y con las acusaciones de evasión de impuestos y de supuestos sobornos. Todo con tal de desprestigiar la imagen del multimillonario, quien poco a poco adquiría fuerzas en las encuestas.
Pero para muchos analistas, los medios cometieron un error. La tribuna entregada a Trump, aún cuando era por temas negativos, habría sido uno de los factores que más le beneficiaron. Según un análisis de Mediaquant en NYT, hasta marzo, la cobertura gratuita de la prensa sobre la campaña a primarias del aspirante presidencial republicano representaba 1.900 millones de dólares, más del doble que la de Hillary Clinton.
Se equivocaron y Trump lo sabe. De esta forma, y a menos de dos meses de sentarse en el sillón presidencial de la Casa Blanca, el magnate inmobiliario no da tregua a sus opositores, aunque desde lo alto de su torre en el centro de Manhattan, mira con aires de victoria a quienes fueron sus más férreos contrincantes: la prensa.