SANTIAGO.- El miércoles, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un anuncio categórico: los síntomas presentados por los pacientes afectados evidenciaron que el ataque perpetrado el lunes por el Ejército sirio en la provincia de Idlib fue hecho con armas químicas.
El dato es revelador, considerando que tanto el Gobierno de Siria como el de Rusia han negado este hecho, asegurando que el bombardeo ocurrió en un almacén de material químico, lo que habría provocado la muerte de al menos 72 personas, entre ellas 20 niños.
De este modo, saltó nuevamente a la palestra la discusión respecto al uso de sustancias químicas en ataques militares, una acción prohibida hace décadas por las Naciones Unidas y que, lamentablemente, al parecer permanece vigente.
¿Qué son las armas químicas?
De acuerdo a la Convención sobre prohibición del desarrollo, la producción, el almacenamiento y el empleo de armas químicas y sobre su destrucción, elaborado por la ONU en 1993, se entiende por "armas químicas" como "las municiones o dispositivos destinados de modo expreso a causar la muerte o lesiones mediante el uso de sustancias tóxicas".
Así, el documento agrega que por sustancia química tóxica se entiende a toda aquella que "por su acción química sobre los procesos vitales, pueda causar la muerte, la incapacidad temporal o lesiones permanentes a seres humanos o animales".
Su uso comenzó en la I Guerra Mundial y a medida que ha avanzado el tiempo, el desarrollo de este tipo de armas también ha evolucionado. Así, las primeras en usarse fueron el gas lacrimógeno, cloro y el fosgeno.
Ahora, es posible diferenciarlas de acuerdo a los agentes usados. Primero están aquellos que atacan el sistema nervioso (neurotóxicas), como el gas sarín, tabún, somán y el VX (este último, se da por contacto y los otros por inhalación). Así, provocan daños como dificultad para respirar y convulsiones, llegando a provocar la muerte.
También están los agentes pulmonares, como el fosgeno y el cloro, que dificultan la respiración y que tuvieron su auge en la I Guerra Mundial. Otro tipo son los agentes vesicantes que causan ampollas, como el gas mostaza, que afecta principalmente a los ojos, las vías respiratorias y la piel; los agentes incapacitantes como el BZ, que puede producir alucinaciones; y el cianuro, cuya acción es inmediata y puede provocar la muerte.
En cuanto a su manipulación, las armas químicas pueden ser propagadas de distintas formas: a través de misiles balisticas y de corto alcance, bombas convencionales, rociado desde camiones o aviones y por minas y pequeñas bombas.
Prohibiciones y legislación vigente
La discusión respecto al uso de armas químicas comenzó en 1899, donde la Convención de La Haya prohibió el uso de gas asfixiante. Posteriormente, el Tratado de Ginebra de 1925 estableció la prohibición del desarrollo, la producción, el almacenamiento y la transferencia de este tipo de armamento.
Todo esto fue ratificado en 1993 con la Convención sobre las armas Químicas de la ONU, el cual entró en vigor en abril de 1997 y creó la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ). Este organismo establecido en La Haya tiene como misión velar que los compromisos adquiridos en la Convención se cumplan.
No obstante, hay países que siguen produciendo este tipo de armamento, al mismo tiempo que no hay certeza de quiénes almacenan estas armas y quiénes no, aunque se sospecha de países como Sudán, Corea del Norte, Arabia Saudita, Egipto, Israel, Irán, Siria o China.