MANILA.- El Presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha firmado una ley para brindar educación gratuita a los estudiantes de las 112 universidades estatales del país, informó hoy un representante del Gobierno.
Tras una reunión con diputados y asesores económicos, el jefe de Estado firmó el jueves la ley de acceso universal a educación terciaria de calidad, que impulsa la gratuidad de todas las matrículas de las universidades estatales, indicó en rueda de prensa el secretario adjunto Menardo Guevarra.
Duterte dio luz verde a esta ley a pesar de la oposición de sus asesores económicos, que alertaron de la escasez de fondos del Gobierno para costear las matrículas de los cientos de miles de estudiantes que cada año se matriculan en esas universidades.
El presidente "concluyó que los beneficios a largo plazo de una educación superior gratuita compensarán con creces los posibles desafíos presupuestarios inminentes", expresó el secretario.
La financiación de las matrículas de todos los estudiantes en las universidades estatales de Filipinas supondría una carga para las arcas públicas de unos 100.000 millones de pesos (1.710 millones de euros o 2.030 millones de dólares), según la estimación del secretario de Presupuestos, Benjamin Diokno.
Las 112 universidades estatales acumulan una parte importante del alumnado que se reparte en las más de 2.000 instituciones públicas y privadas de educación superior del país.
Los críticos con la medida de Duterte también han alertado de que podría generar un éxodo de alumnos de otras universidades públicas y privadas a las universidades estatales, de las cuales la más importante es la Universidad de Filipinas (UP siglas en inglés).
El precio anual de una matrícula en la UP ronda los 50.000 pesos (856 euros, 1.015 dólares), un fuerte desembolso para una familia media filipina, aunque la cantidad varía según el tipo de carrera y existen programas de becas para estudiantes excelentes y de familias sin recursos económicos.
Aunque la UP es un centro de alto nivel a la que acceden los estudiantes con mejores notas, se considera una excepción en la élite educativa de Filipinas, donde la mayoría de universidades están en manos privadas.
Dos ejemplos son el Ateneo de Manila, propiedad de los jesuitas, y la Universidad De La Salle, gestionada por la congregación de los Hermanos de La Salle, ambas consideradas universidades de máxima excelencia y nutridas en su mayoría por jóvenes de las clases pudientes del país.