LIMA.- El Papa Francisco pidió perdón en Chile por los abusos sexuales que involucran a miembros de la Iglesia Católica, pero su gesto choca con la opinión de expertos que investigan estos casos y con las propias víctimas. Así lo demostró una reunión en Lima donde acudieron personas de distintas zonas del globo, para analizar la situación y la visita del Pontífice que llegará hoy a Perú tras su paso por territorio nacional.
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Las palabras y los gestos no sirven si no están acompañados por hechos. Este Papa puede ser peor que otros, porque sabe manejar muy bien los gestos", afirmó el
ex sacerdote mexicano Alberto Athié, quien ha investigado el caso de los Legionarios de Cristo, uno de los más emblemáticos en la materia y que ocurrió en su país.
"¿Cómo puede pedir perdón si está al lado del obispo (Juan) Barros?" se pregunta Athié en una charla que él y otros seis denunciantes internacionales sostuvieron en la capital peruana, con la presencia de algunos medios de comunicación, pocas horas antes de la llegada de Francisco.
Los demás analistas y víctimas presentes asintieron con la cabeza. Para ellos, la disculpa cayó en saco roto por la presencia de Barros, obispo de Osorno y acusado de encubrir a Fernando Karadima, en actos litúrgicos celebrados por Francisco en Santiago, Temuco e Iquique.
Para la ecuatoriana Sara Oviedo, ex vicepresidenta de la Comisión de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, el Papa, en sus disculpas, no reconoció los alcances del delito, no anunció medidas para evitar que casos como el de Karadima vuelvan a ocurrir y no prometió la entrega de los acusados a la justicia mediante el código canónigo.
"No sorprende, por sus antecedentes", añade la estadounidense Anne Barret Doyle, cuya ONG Bishop Accountability lleva registros de la pederastia en la Iglesia católica. Según ella, en Argentina -país natal del Pontífice-, cuando Francisco era solo el cardenal Jorge Mario Bergoglio mostró poca disposición para enfrentar el fenómeno.
"¿Cómo puede pedir perdón si está al lado del obispo (Juan) Barros?"
Alberto Athié, ex sacerdote mexicano
Por esa supuesta poca disposición, el británico Peter Saunders renunció en diciembre a una comisión pontificia de protección a los niños de la que formaba parte. "No había ningún resultado", justifica. Saunders sabe de la gravedad del problema de primera mano. Cuando eran niños, él y su hermano fueron víctimas de abusos de sacerdotes, según relató. Hoy, él lucha desde el catolicismo contra el problema, pero su hermano murió alcoholizado. "Lo terminaron asesinando", denunció.
Reunidos contra los abusos en la Iglesia
Algo similar le pasó al alemán Matthias Katsch, quien contó cómo, tras sufrir abusos en un colegio de jesuitas, ahora lucha porque no suceda más en los colegios fundados por la misma orden de Francisco. Le sucedió además a la jamaiquina Denisse Buchanan, que relató que fue violada por el sacerdote al que la llevaron sus padres para que la sacara de la violencia intrafamiliar en la que vivía.
"Cuando me pusieron frente a frente con el sacerdote que me violo, él lo negó todo. Y le creyeron a él", resalta Buchanan, autora del libro "Pecados de los padres" y quien se enorgullece de ser quien primero rompió el silencio en su zona del Caribe.
"Por eso ahora trabajamos en un Proyecto de Justicia Global", señala el abogado estadounidense Tim Law, quien llegó al Perú, junto con Barret Doyle, Buchanan, Katsch, Saunders, Athié y Oviedo para seguir de cerca lo que dice el Papa.
"La Iglesia es una y esto no se pueden enfrentar país por país. Por eso nos estamos uniendo", le comentó Katsch al término del encuentro. Por eso -y sin un polaco que no logró asistir pero que ya está involucrado- estuvieron en Chile y ahora llegaron a Perú para acompañar al Papa a su manera.
No se sabe si Francisco pedirá perdón también en Perú por la protección que, según denuncian, el Vaticano dio a Luis Fernando Figari, el fundador del SVC y acusado principal de los abusos. Por ahora, los miembros de este movimiento anticipan que no le creerán hasta que se vea una disposición real de entregar a los clérigos responsables a la justicia común, sin protección alguna.
