SANTIAGO.- Arzobispo de Malta y experto en casos de abusos al interior de la Iglesia Católica, Charles J. Scicluna, llegará próximamente a Chile enviado por el Papa Francisco con el objetivo de escuchar a las víctimas de Fernando Karadima que acusan de encubrimiento al obispo de Osorno, Juan Barros.
Nació en la ciudad de Toronto, en Canadá, pero se trasladó junto a su familia a Malta cuando apenas tenía 11 meses de edad. Ahí, estudió en la escuela secundaria Seminario Mayor. Seguido de eso, realizó sus estudios de Derecho Civil en la Universidad de Malta, y finalmente obtuvo una licenciatura en Teología Sagrada. En 1986 fue ordenado sacerdote por la Arquidiócesis de Malta y cinco años después se graduó de doctor en derecho canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
Una vez de vuelta en Malta, se desempeñó como promotor de justicia en la Corte Metropolitana de Malta, además de ejercer como profesor de Derecho Canónico. Su carrera tuvo un salto en 1995, cuando llegó a la ciudad del Vaticano. En aquel entonces, Scicluna comenzó su carrera como promotor suplente de justicia en el Tribunal Supremo de la Santa Sede para luego pasar a ser promotor de Justicia en la Congregación para la Doctrina de la Fe, al mando del entonces cardenal Joseph Ratzinger. Junto a éste último fue que Scicluna vivió uno de los momentos más tensos para la Iglesia Católica.
En 2005, Ratzinger, ya convertido en el Papa Benedicto XVI, le encargó al actual arzobispo de Malta que recogiera las declaraciones sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, el reverendo Marcial Maciel, acusado de diversos abusos sexuales.
"Promotor de justicia"
Como "promotor de justicia" se le otorgaron diversas facultades. Entre ellas, la creación de las normativas universales realizadas en 2010, que ampliaron las limitaciones de la Iglesia Católica para denunciar casos que sean de abuso sexual así como mala conducta sexual con algún adulto que sufra de discapacidad, y la tenencia de pornografía infantil.
En una entrevista en 2010 publicada por el diario Avvenire, de la Conferencia Episcopal Italiana, el entonces "promotor de justicia" afirmó que su labor es investigar e ir más allá en los llamados "delicta graviora", las acusaciones que la Iglesia Católica considera más graves.
Al ser consultado sobre
cuál es el paso a seguir cuando un sacerdote es acusado de ese delito, Scicluna indicó que "si la acusación es verosímil el obispo tiene la obligación de investigar tanto la credibilidad de la denuncia como el objeto de la misma. Y si el resultado de la investigación previa es atendible, no tiene ya la facultad de disponer en materia y debe referir el caso a nuestra Congregación, donde será tratado por la oficina disciplinaria".
Por otro lado, el arzobispo apuntó que junto a él trabajan un jefe de oficina, siete eclesiásticos y un penalista laico. "El derecho canónico nos obliga a ser muy cautos y garantistas, porque protege al máximo los derechos y la intimidad de los acusados. Aunque eso no significa que hayamos evitado que en los casos más graves actuara la justicia civil, no es justo decir eso", aseguró Scicluna.
Desde el año 2001 hasta e 2010, momento en el que fue realizada dicha entrevista, el sacerdote había analizado más de 3.000 acusaciones "a sacerdotes diocesanos y religiosos concernientes a delitos cometidos en los últimos cincuenta años".
No obstante, dejó en claro que el 60% de esos casos se trata "más que nada de actos de 'efebofilia', o sea, debidos a la atracción sexual por adolescentes del mismo sexo; otro 30% de relaciones heterosexuales y en el 10% de actos de pedofilia verdadera y propia, esto es, determinados por la atracción sexual hacia niños impúberes".
Hasta ese momento, Scicluna afirmó que "en el 20% de los casos se ha celebrado un proceso penal o administrativo, verdadero y propio, que normalmente ha tenido lugar en las diócesis de procedencia -siempre bajo nuestra supervisión- y, sólo raramente, aquí en Roma", mientras que "en el 60% de los casos, sobre todo debido a la edad avanzada de los acusados, no hubo proceso, pero se emanaron contra ellos normas administrativas y disciplinarias, como la obligación de no celebrar misa con los fieles, de no confesar, de llevar una vida retirada y de oración".
Cargos recientes
En octubre de 2012, fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Malta y obispo titular de San Leone por el Papa Benedicto XVI. En aquel entonces, el Vaticano lo puntualizó como "muy respetado entre sus colegas de todo el mundo por sus habilidades para dar conferencias y su experiencia en temas de protección infantil".
Al mes siguiente, fue consagrado obispo por el arzobispo Paul Cremona. Y en 2014, tras la renuncia de éste último, Scicluna fue nombrado administrador apostólico de la Arquidiócesis, cargo que asumió durante un período que estuvo marcado por la acusación de varios casos de abusos sexuales contra un sacerdote dominico.
Finalmente fue en 2015, cuando el Papa Francisco lo designó como Arzobispo Metropolitano de Malta, y ese mismo año, fue nombrado líder del nuevo equipo doctrinal que se encarga de las solicitudes presentadas por eclesiásticos acusados de abuso dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe.