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Criticada, insultada y cuestionada: El caso de la japonesa que denunció públicamente su violación

Aunque su revelación pretendía ser el detonante de la campaña #MeToo en el país asiático, nada de eso ocurrió. Por el contrario, la periodista de 28 años recibió amenazas y duros mensajes por redes sociales tras su acusación.

03 de Abril de 2018 | 10:24 | EFE
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AFP
TOKIO.- Shiori Ito se atrevió a lo que pocas japonesas osarían: hablar de su violación públicamente y denunciar a un destacado periodista. Pero lo que podría haber sido el detonante del #MeToo en Japón, se convirtió en insultos y críticas públicas contra su principal abanderada.

Esta periodista freelance, de 28 años, continúa hoy su lucha por hacer conciencia sobre los abusos sexuales en Japón. Una pelea que comenzó meses antes de la explosión de las acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein, y por la que ha tenido que pagar un alto precio.

"No pude volver a mi propio departamento en tres meses. Recibí amenazas y comentarios muy negativos", aseguró relatando las represalias de las que fue víctima por revelar su historia. Según contó en febrero en el programa de entrevistas de la televisión sueca Skavlan, "zorra", "prostituta" y "deberías estar muerta" son algunos de los mensajes que recibió en redes sociales y correos electrónicos.

"No pude volver a mi propio departamento en tres meses. Recibí amenazas y comentarios muy negativos"

Shiori Ito, víctima de violación y abanderada del #MeToo en Japón
Todo comenzó en mayo de 2017, a raíz de una inusual comparecencia mediática: Ito denunció que dos años antes había sido violada por el influyente periodista Noriyuki Yamaguchi, ex jefe de la oficina en Washington de la cadena japonesa TBS y biógrafo del Primer Ministro japonés, Shinzo Abe.

Según su relato, Yamaguchi la llevó a su hotel cuando, tras cenar y tomar unas copas, perdió el conocimiento. Esta versión fue corroborada por las imágenes de las cámaras de seguridad y por el taxista que los condujo hasta el lugar. Ito asegura que despertó dos horas después: él estaba encima de ella, estaba desnuda y adolorida.

La periodista afirma que debió pasar por una "traumática y humillante" investigación, durante la que le hicieron recrear la agresión con un maniquí de tamaño real mientras era fotografiada. Los agentes de la policía, afirma, le dijeron que las violaciones son "cosas que pasan a menudo, pero son difíciles de verificar".

Aunque tras las indagaciones la orden de detención llegó, el arresto nunca fue efectuado. El entonces jefe de la división de investigación criminal de la policía tokiota ordenó que se detuviera y la fiscalía retiró todos los cargos alegando falta de pruebas. En tanto, Yamaguchi defiende que no hizo nada ilegal y que el sexo fue consentido.

Críticas y silencio

Contrario a la solidaridad que despiertan estos casos en las sociedades de otros países, Ito fue objeto de duras críticas. La primera vez que habló ante las cámaras llevaba el último botón de la camisa desabrochado, lo que algunos consideraron que restaba credibilidad a su testimonio o que incluso explicaba la violación. Las redes sociales llegaron a cuestionar su nacionalidad, "porque una auténtica japonesa no hablaría de cosas tan 'vergonzosas'".

El movimiento #MeToo "requiere una actitud individualista hacia la sociedad, defender la propia integridad sobre los sentimientos de los demás", una conducta que choca con la conciencia colectiva del pueblo nipón que considera esa actitud "egoísta, egocéntrica y poco femenina", explicó la profesora Natsumi Ikoma, del Centro de Estudios de Género de la Universidad Cristiana Internacional de Tokio.

"(Lo anterior sucede) no porque otras mujeres japonesas no entiendan la situación y no se sientan reflejadas, sino porque piensan que ellas no elegirían el alzar la voz, y mucho menos si han sufrido esa situación en silencio durante años", reflexiona Ikoma.

5% de las víctimas de violencia sexual en Japón acude a la policía
Para la experta en movimientos sociales Chelsea Szendi Schieder, profesora asociada de la Universidad Aoyama Gakuin, exponerte con el #MeToo puede convertirte en el blanco de las críticas, siendo el caso de Ito un ejemplo de la "amenaza tácita a la que se enfrentan todas las mujeres que hacen pública su historia de abuso sexual".

El hecho de que esta experiencia traumática pueda ser utilizada como un arma contra ellas da cuenta de la difícil situación de las japonesas para denunciar la violencia sexual: menos del 5% de las víctimas acuden a la policía.

No en vano, hasta julio de 2017, robar en Japón conllevaba mayores penas (cinco años de cárcel) que una agresión sexual (tres años de prisión). En ese momento, la condena se igualó a través de una enmienda a la ley, la primera en 110 años. Además, en dicha ocasión se amplió la definición de violación para incluir el sexo anal y oral, reconociendo por primera vez a un hombre como potencial víctima.

Para Ito, Japón no tiene un verdadero #MeToo no porque las víctimas no den la cara, "sino porque la sociedad japonesa quiere que permanezcan en silencio".
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