SANTIAGO.- Hace siete meses que Fernando Candia y Felipe Osiadacz se encuentran presos en Malasia. Tras ser implicados en el homicidio de un ciudadano local, los dos estudiantes chilenos que se encontraban de vacaciones en el país asiático arriesgan ser condenados a morir en la horca. El juicio comenzará el próximo 29 de mayo. Mientras, ambos deberán esperar, tal como lo han hecho desde que fueron detenidos en octubre pasado, al interior de la cárcel de Sungai Buloh.
Ubicada a 30 kilómetros del centro de la ciudad del mismo nombre y cercana a la capital, Kuala Lumpur, es uno de los complejos carcelarios más grandes del país y está clasificado como de máxima seguridad. Posee 24,28 hectáreas destinadas al albergue de reclusos, pero además, cuenta con más de 58,27 hectáreas destinadas a habitaciones de servicio.
En ella residen presos de género masculino, tanto sentenciados como en prisión preventiva, que fueron imputados por delitos como corrupción, violación, secuestro, asesinato, entre otros. Pero también residió en su interior el opositor malasio Anwar bin Ibrahim, considerado preso político, luego de que fuera condenado tras un polémico juicio por corrupción y luego por presuntos actos homosexuales y sodomía.
Sobrepoblación
El complejo de Sungai Buloh fue creado en 1996 para reemplazar la prisión de Pudu, instalada hasta entonces en Kuala Lumpur, que se encontraba colapsada por un aumento de la población carcelaria y cuyas condiciones de seguridad se habían vuelto inviables.
El recinto fue presentado como un centro de última tecnología, en el que se invirtieron RM 172 millones (alrededor de 43 millones de dólares según el valor actual). Tras su inauguración el reemplazo fue total: toda la prisión de Pudu fue trasladada, incluyendo a trabajadores y reclusos.
Se construyeron un total de 655 unidades de alojamiento para el personal y se implementaron instalaciones para
"albergar cómodamente a 2.500 reclusos", según consigna el Departamento de Prisión Malasio, perteneciente al Ministerio de Asuntos Internos.
Sin embargo, a solo algunos años de su inauguración, ya presentaba el problema de su antecesora. En 2005 ya se registraban poco más de 5.000 reclusos conviviendo al interior del recinto carcelario y hoy se estima que la cifra supera los 6.000.
V. Shashitheran, un conductor que estuvo preso en Sungai Buloh y que en marzo de 2017 denunció al Estado malasio por el actuar negligente del personal del recinto, afirmó en su demanda que había sido obligado a convivir en una sola celda con al menos otros cien internos.
Al interior de Sungai Buloh
Pese a que no existen muchos relatos sobre la vida al interior de esta cárcel, Wong Chun Wai, director y jefe ejecutivo del grupo de medios The Star de Malasia, describió parte de ella en una columna publicada en el mismo medio. Tras haber realizado un recorrido en 2005, consignó que los presos en ese entonces contaban con cinco comidas al día, dormían en camarotes sin colchones y contaban con baños compartidos.
Las medidas de seguridad incluían celdas sin ventiladores, pese al clima húmedo y caluroso que caracteriza la región, debido a que éstas podrían ser utilizadas como armas o para hacerse daño. Lo mismo sucedía con los utensilios para la comida e incluso con los huesos de pollo u otro tipo de carne. Sin embargo, Wong Chun Wai hizo hincapié en las bajas condiciones de salubridad que habrían provocado que enfermedades de distinta índole se expandieran entre los reos.
Además de este relato, otros incluyen la violencia entre reclusos y la pasividad de los guardias. En 2016, se reportó el hallazgo del cuerpo de un hombre que había muerto al interior de la prisión, presuntamente en medio de una pelea entre bandas.
En tanto, el conductor V. Shashitheran denunció negligencia de los funcionarios, luego de que éstos no hicieran nada cuando se percataron que cinco hombres estaban golpeándolo por haber robado comida. Sostuvo que fue llevado al hospital solo tres horas más tarde y que tras ello estuvo en la unidad de cuidados intensivos un mes.
Actualmente, los dos chilenos implicados en el caso e internos en esta cárcel, se encuentran siendo apoyados por personal gubernamental, según informó este miércoles la Cancillería chilena. Se busca que el delito por el cual sean imputados sea el de homicidio negligente y así evitar la pena de muerte.