MOSCÚ.- Con pompa y lujo dignos de una ceremonia imperial, Vladimir Putin tomó este lunes posesión de su cuarto mandato como Presidente de Rusia tras 18 años en el poder que no han mermado su popularidad en el país y en plena tensión con Occidente.
"Rusia para la gente. Ese debe ser el centro de nuestra política", dijo Putin en el breve discurso que pronunció ante los más de 6.000 invitados en la deslumbrante sala San Andrés del Gran Palacio del Kremlin, después de prestar juramento.
Quizás para apoyar su capacidad de trabajo, de manera bastante teatral la transmisión de la ceremonia comenzó con Putin sentado en mangas de camisa en su despacho, donde una llamada telefónica le avisa que ya es hora de la investidura, antes de ponerse la chaqueta y caminar a paso firme por los largos pasillos del Kremlin durante varios minutos.
Después, en una limusina de fabricación rusa que se estrenaba precisamente para la ocasión, hizo el corto recorrido entre las catedrales del Kremlin hasta la sala de la ceremonia, que comenzaba a las 12 en punto después de un repicar de campanas.
"Considero mi deber y el sentido de mi vida hacer todo por Rusia, por su presente y futuro, de paz y progreso; por cuidar de nuestro gran pueblo y de su desarrollo, por el bienestar en cada familia rusa", dijo Putin en su discurso después de haber jurado su cargo sobre la Carta Magna.
Más de 6.000 invitados, entre ellos ministros del Gobierno saliente, diputados y senadores, miembros del cuerpo diplomático, autoridades civiles, eclesiásticas y militares, asistieron a la ceremonia.
Entre ellos, el primer ministro, Dmitri Medvedev, que tras presentar su dimisión con todo el Ejecutivo como marca la Constitución, fue de nuevo propuesto por Putin para encabezar el Gobierno y cuya candidatura será aprobada este martes, sin duda, por la Duma (cámara baja del Parlamento), controlada por el partido oficialista Rusia Unida.
De esta manera, se mantendrá por otros seis años el tándem que ha dirigido el país la última década, desde el periodo 2008-2012 en el que Medvédev ostentó el cargo de Presidente y Putin el de jefe de Gobierno, antes de intercambiarse los roles.
Putin, quien fuera oficial de la KGB antes de entrar en política, recibió el pasado 18 de marzo el mayor respaldo popular desde su llegada al poder, en unos comicios presidenciales en los que obtuvo el 76,69 % de los votos.
Una histórica victoria en la que los observadores internacionales no denunciaron grandes irregularidades, pero sí la ausencia de una competencia real, ya que la oposición extraparlamentaria, representada por el abogado y bloguero
Alexei Navalny, no pudo concurrir.
Precisamente, la ceremonia de investidura estuvo precedida este fin de semana por grandes manifestaciones convocadas por Navalni en las que la policía se empleó a fondo y detuvo a cientos de personas, la mayoría jóvenes partidarios del opositor.
Pero hoy, el flamante Presidente calificó su victoria electoral como "un enorme capital político y sólido soporte moral", por lo que agradeció a la ciudadanía rusa su unidad y confianza en que "mucho puede cambiarse para mejor".
"Gracias por el nivel de apoyo sincero que ustedes, ciudadanos de Rusia, me brindaron en las elecciones presidenciales", añadió.
Un apoyo que, aseguró, le ha servido estos años para "defender nuestras posiciones en la arena internacional", para "defender nuestros intereses" y recuperar "el orgullo por la patria, por nuestros valores tradicionales".
Según una encuesta publicada hoy por el Centro Levada, el 47 % de los rusos consideran que Putin ha conseguido devolverle al país su condición de gran potencia.
Ahora, salvo que se reforme la Constitución, que prohíbe encadenar más de dos mandatos consecutivos, este mandato de seis años hasta 2024 será el último para el Presidente, de 65 años, que poco antes de las elecciones descartó la posibilidad de perpetuarse en el poder.
"Deben estar bromeando. ¿Qué debo hacer? ¿Quedarme aquí hasta los cien años? Nada de eso", dijo a los periodistas.