Avión de combate furtivo F-22 Raptor.
EFE
SANTIAGO.- Corea del Norte ha puesto en jaque sus diálogos de distensión con Corea del Sur y Estados Unidos. El régimen de Kim Jong-un decidió suspender los contactos de alto nivel que mantendría este miércoles con las autoridades de Seúl y puso en vilo la cumbre bilateral que el líder de Pyongyang mantendría con el Presidente estadounidense, Donald Trump, el próximo 12 de junio en Singapur.
La ira del líder norcoreano tendría un nombre: Max Thunder 2018, ejercicios militares conjuntos llevados a cabo por el ejército surcoreano y estadounidense en la península.
El operativo forma parte de una serie de maniobras que Seúl y Washington llevan a cabo anualmente. Sin embargo, este año, las fechas de sus otros ejercicios habituales, Key Resolve y Foal Eagle, fueron modificadas con motivo de la histórica cumbre intercoreana de finales de abril.
"La República de Corea y las fuerzas militares de Estados Unidos participan actualmente en las maniobras primaverales surcoreano-estadounidenses anuales para incluir ejercicios Foal Eagle 2018 y Max Thunder 2018", informó un portavoz del Pentágono, según Europa Press, y añadió que los ejercicios de combate aéreo estaban programados del 14 al 25 de mayo.
¿En qué consisten y por qué molestan a Pyongyang?
Las maniobras, que comenzaron el viernes 11 de mayo y se extenderán por un periodo de dos semanas, son organizadas por el Comando de Operaciones de la Fuerza Aérea de Corea del Sur y la 7ª Fuerza Aérea de EE.UU.
Este año participan un total
1.200 militares estadounidenses y 640 soldados surcoreanos,
así como 100 aviones de combate. Éstos últimos comenzaron a desplegarse a comienzos de mayo y corresponden a ocho
cazas de sigilo F-22 "Raptor", además de cazas F-15K y F-16, de acuerdo a lo informado por la agencia Yonhap.
Las autoridades norcoreanas siempre han rechazado enfáticamente el despliegue de aviones furtivos. Según argumentan, éstos son capaces de llevar a cabo ataques quirúrgicos. Unos F-22 ya habían sobrevolado suelo surcoreano en diciembre pasado, cuando Seúl y Washington llevaron a cabo sus mayores ejercicios aéreos conjuntos. Pocos días después, Pyongyang lanzó un misil balístico intercontinental que tenía la capacidad de alcanzar territorio estadounidense.
Además de ello, la agencia de noticias oficial norcoreana, KCNA, denunció que esta vez los ejercicios entre EE.UU. y Corea del Sur incluyen la participación de bombarderos B-52.
Este tipo de ejercicios nunca han sido bien vistos por Pyongyang, pues los considera una invasión. Esta vez, según han argumentado, este despliegue militar ocurrido de cara a los encuentros diplomáticos podría tener como fin "arrinconar" al régimen, para que acceda a la desnuclearización unilateral del territorio norcoreano. Un escenario que las autoridades lideradas por Kim Jong-un han descartado de plano.
Pese a las advertencias de Corea del Norte, EE.UU. no ha detenido sus planes: continúa sus preparativos para el encuentro entre los líderes de los dos países, pero también ha mantenido sus maniobras militares con Corea del Sur.