El primer ministro griego, Alexis Tsipras.
EFE
ATENAS.- El Gobierno de izquierda del primer ministro griego, Alexis Tsipras, se enfrenta este sábado a una moción de censura de la derecha para bloquear el acuerdo alcanzado entre Atenas y Skopie sobre el nombre de Macedonia.
Salvo que haya una sorpresa mayor, el gobierno de Tsipras, con una mayoría parlamentaria de 154 escaños del total de 300 debería, salir indemne del voto.
Esta votación se produce un día antes de que los ministros de Exteriores de Grecia y de Macedonia se reúnan en la frontera para firmar un acuerdo histórico por el cual el país pasará a llamarse "República de Macedonia del Norte".
Este acuerdo es respaldado por la ONU, la Unión Europea y la OTAN.
Tsipras calificó el viernes por la noche este acuerdo de "victoria de importancia histórica para Grecia", y añadió: "Hemos demostrado que allá donde existe voluntad, un conflicto antiguo de varias décadas puede ser resuelto de forma equilibrada".
Desde la independencia de esa ex república yugoslava en 1991, la cuestión del nombre de Macedonia ha sido tema de controversia.
Grecia no toleraba que su vecino tomase el nombre de una de sus provincia, atribuyéndose la herencia de dos grandes reyes de la Macedonia antigua, Filipo II y su hijo Alejandro Magno
En la tarde está prevista una manifestación frente al parlamento convocada por un movimiento que lucha por el carácter griego de Macedonia. Este crisol de asociaciones espera poder repetir las movilizaciones que se produjeron cuando hace unos meses fueron lanzadas las negociaciones.
Sin embargo, la primera manifestación convocada para el viernes en la mañana sólo reunió a algunos cientos de personas, entre ellos del diputados del partido de extrema derecha Amanecer Dorado.
Uno de ellos, Constantin Barbaroussis, enfrenta actualmente un proceso ante la justicia por haber declarado, frente al Parlamento, que el ejército debería detener a los más altos cargos del Estado, que a su juicio son culpables de "traición".
La iniciativa de moción de censura fue lanzada por el gran partido conservador Nueva Democracia, que considera el acuerdo un "revés nacional".