VALENCIA.- Cansados, pero muy ilusionados. Así han visto a los migrantes rescatados por el "Aquarius" los más de mil voluntarios de la Cruz Roja que se movilizaron desde toda España para darles apoyo este domingo en Valencia.
"Están bastante felices de haber llegado a puerto, bastante ilusionados y esperanzados, también se les ve cansados, pero lo primero gana a lo segundo", señaló Carmen Moreno, llegada desde Andalucía para aportar su granito de arena.
Moreno integra el ejército de voluntarios de Cruz Roja que participaron en el amplio dispositivo para recibir a los 630 migrantes rescatados por el buque humanitario "Aquarius" una semana atrás frente a las costas de Libia.
Así, este domingo, los voluntarios ya estaban desplegados para recibir a los tres barcos que finalizaban un viaje de 1.500 km de navegación con los migrantes a bordo, en un muelle del puerto de Valencia reservado para cruceros.
En el campamento erigido en el muelle se alinearon decenas de patrullas de policía, ambulancias, vehículos de la Cruz Roja y buses para trasladar a los migrantes. Todos los recursos concentrados en una zona vedada a la prensa y a los curiosos, para preservar la privacidad de los recién llegados.
Moreno se ocupó de recibir en tierra a los migrantes y acompañarlos a uno de los dos "circuitos": El "circuito verde", para las personas saludables, lleva directamente a la entrevista con la policía, que toma los datos y luego en autobús a algún albergue provisional.
El "rojo" se reserva para los niños, las mujeres embarazadas o los adultos necesitados de asistencia sanitaria en el lugar o para ser derivados a un hospital. Una vez estabilizados, irán al refugio.
Zapatos y agua
"El estado de salud en general ha sido bueno", se congratuló Moreno, también a cargo de entregarles a los migrantes un kit con ropa, toalla, productos de higiene, peine, cepillo de dientes, y en muchos casos zapatos.
"Llegan sin zapatos y sin calcetines. Los necesitan porque hay un camino largo desde el barco hasta las carpas", afirmó. Y mucha agua, porque aunque la operación comenzó al despuntar el alba, continuó bajo un inclemente sol.
Además de contar con un ejército de medio millar de intérpretes para hacerse entender, los migrantes recibieron el apoyo de religiosos.