MUNICH.- La Audiencia Territorial de Munich condenó hoy a cadena perpetua a
Beate Zschäpe, la principal acusada en el macrojuicio a Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), la célula terrorista neonazi que asesinó en Alemania a nueve inmigrantes (ocho turcos y un griego) y a una agente de policía entre 2000 y 2007.
Tras cinco años de proceso, en el que se juzga a cuatro colaboradores también, el tribunal consideró a Zschäpe culpable de los diez atentados perpetrados por la NSU, a pesar de que ella no cometió materialmente ninguno de ellos.
Zschäpe conformó un trío terrorista junto a Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt -ambos se suicidaron en 2011 para impedir su detención tras el atraco frustrado que desveló la existencia de la NSU- y a este grupo se le imputan diez asesinatos, dos ataques con explosivos y quince robos en bancos, oficinas de correos y supermercados.
En su fallo, los jueces determinaron un grado elevado de culpabilidad, lo que en principio cierra la puerta a que Zschäpe pudiese llegar a ser algún día una mujer libre.
En Alemania, la pena de cadena perpetua se corresponde con una privación de la libertad por tiempo indeterminado, pero al menos durante 15 años. Pasado este plazo, la condena de por vida impuesta a un reo se puede revisar pero al incluir este precepto se reducen enormemente sus posibilidades de abandonar la prisión.
El abogado de Zschäpe, Wolfgang Heer, anunció poco después de la lectura del fallo que apelará la sentencia. El tribunal también dictó una pena de cárcel de 10 años para Ralf W., un ex funcionario del neonazi Partido Nacional Democrático, a quien se juzgó por haber conseguido armas con las que los neonazis dieron muerte a los nueve inmigrantes.
Los otros tres encausados por colaborar con el grupo Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, en sus siglas en alemán), André E., Carsten S. y Holger G., han sido condenados a penas que van desde los dos años y seis meses a los tres años de prisión por dar apoyo a un grupo terrorista, entre otras cosas, a través de actividades logísticas y falsificación de documentos.
Alemania pone fin así a uno de los procesos más largos y más complejos que se han juzgado en el país. Durante el macrojuicio en el que fueron llamados a declarar más de cien testigos, Zschäpe mantuvo silencio y tan solo declaró a través de una carta leída por sus abogados y en otras dos ocasiones en la fase final del juicio, en la que tomó la palabra para desvincularse de los delitos que se le imputaban.
El caso, que comenzó a juzgarse en mayo de 2013, dejó al descubierto graves errores por parte de la Policía y los servicios de inteligencia germanos, que no tuvieron la mínima sospecha de una posible motivación racista y dirigieron las pesquisas hacia el entorno de las víctimas, indicando en un principio que eran ajustes de cuentas entre mafias extranjeras.
En el país llegó a hablarse de "desastre histórico sin precedentes" porque, entre otras cosas, se destruyeron documentos de relevancia antes de que concluyeran las investigaciones y se subestimó la amenaza que suponía la ultraderecha en Alemania.
En 2012, en una ceremonia de homenaje a las víctimas, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió perdón a los familiares de los fallecidos y calificó los asesinatos de "una vergüenza para nuestro país", a la que vez que recalcó que un episodio similar no podía volver a repetirse.