BERLÍN.- Descrita como simpática, sociable y amante de los gatos, pero también como "una persona fríamente calculadora" para la cual la vida de los demás carecía de importancia, Beate Zschäpe, conocida como "la novia nazi", constitiyó un enigma difícil de descifrar en un macrojuicio que ha centrado la atención de Alemania durante los últimos cinco años.
Zschäpe fue considerada culpable de sembrar el terror desde la clandestinidad y de asesinar entre el año 2000 y el 2007 a nueve inmigrantes y a una policía alemana, en compañía de sus dos compañeros, quienes se suicidaron en 2011 al verse cercados por las autoridades.
"Soy una persona compasiva y he podido ver y sentir la angustia y la desesperación de los familiares (...) Me disculpo por el sufrimiento que causé", dijo en el alegato final en un juicio en su contra que este miércoles terminó con una condena a cadena perpetua.
"Por favor, no me juzguen por lo que hicieron otros y por algo que yo no quería ni hice", agregó y defendió su inocencia desvinculándose de los delitos que se le imputan como integrante de la célula neonazi NSU.
Imagen contradictoria
El perfil que conocidos e investigadores trazan de esta mujer llega incluso a ser contradictorio. Nació en la extinta República Democrática Alemana (RDA) y pese a que en un inicio vivió con su madre, quedó bajo la tutela de su abuela después de que su progenitora se desentendiese de su crianza.
Pese a que era conocida en su entorno por robar cosas menores en supermercados en el barrio de Jena, donde residía, mostraba una imagen de joven tranquila, pacífica, dedicada a la jardinería y a los gatos.
Tras moverse en círculos de izquierda y punks durante su entrada a la adolescencia, con 17 años conoció al ultraderechista Uwe Mundlos, con quien inició una relación sentimental. Así se fue adentrando en el mundo neonazi y radicalizándose. Incluso llegó a crear su propia versión del juego "Monopoly", donde la "cárcel" se llamaba "KZ", siglas en alemán para referirse a los campos de concentración.
Testigos que declararon ante el tribunal de Munich que juzgó el caso, indicaron que hasta que entró en contacto con el mencionado extremista de derecha jamás había mostrado un mínimo interés por la política.
Posteriormente, según los investigadores, creó junto a Mundlos y al mejor amigo de éste, Uwe Böhnhardt, la célula Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, por sus siglas en alemán), considerada responsable de la ola de violencia ultraderechista más sangrienta ocurrida en Alemania desde la posguerra.
Bajo los alias de Susann Dienelt, Mandy Pohl o Bärbel Bucilowski, entre otros, la presunta terrorista comenzó con sus dos cómplices una vida clandestina que se prolongó durante casi 14 años y que la llevó a cambiarse con frecuencia de domicilio.
Durante el proceso, la Fiscalía aseguró estar convencida de que era ella la encargada de elegir y vigilar a las víctimas y de preparar la logística del grupo, buscando viviendas en las que sus dos compañeros fabricaran bombas.
Otros de los delitos que se le imputaron fueron robos y un ataque bomba en Colonia contra el negocio de una familia iraní. También se cree que fue quien incendió la vivienda en la que residía con sus compañeros fallecidos para destruir pruebas.
Debido a todas estas acusaciones, desde noviembre de 2011 permanecía en prisión provisional a la espera de ser juzgada. A sus 43 años, Beate Zschäpe finalmente fue condenada a cadena perpetua.