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Rusia, Turquía e Irán llaman a rebeldes sirios a deponer las armas y "evitar un derramamiento de sangre" en Idleb

Los países celebraron una cumbre tripartita en Teherán, ante la inminente embestida del régimen sirio en la zona. En paralelo, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió para buscar impedir una batalla "horrible y sangrienta".

07 de Septiembre de 2018 | 13:31 | EFE
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EFE
TEHERÁN.- Los presidentes de Rusia, Turquía e Irán llamaron hoy a los grupos armados de la provincia siria de Idleb, último bastión rebelde, a deponer las armas para "evitar un derramamiento de sangre", en una cumbre en Teherán que fue testigo de ciertas divergencias.

Al final de la reunión tripartita, el líder ruso Vladimir Putin y su par iraní, Hasan Rohani, denunciaron que los grupos terroristas están usando a los civiles como "escudos humanos" para impedir su expulsión de la zona. Rohani pidió a los "terroristas" que detengan sus actividades para prevenir "que se cree peligro para los civiles".

Putin instó al "sentido común y a deponer las armas" y denunció que los grupos terroristas están planeando "actos provocativos como el uso de armas químicas". En este punto insistió, en respuesta a las advertencias de las potencias occidentales -EE.UU., Francia y el Reino Unido- sobre tomar medidas, incluso militares, si el régimen sirio utiliza armas químicas en su ofensiva contra Idleb.

La nota discordante en la cumbre fue el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien urgió en su discurso a aplicar "un alto el fuego" en Idleb. Instó a proteger a la población civil al tiempo que se diseñan acciones para luchar contra los grupos terroristas, entre los que destaca el Organismo Liberación del Levante, integrado por miembros de la antigua rama de Al Qaeda en Siria, el Frente al Nusra.

"Cualquier paso erróneo que demos puede tener consecuencias negativas y dañar a los civiles (...) Turquía llama a evitar un derramamiento de sangre", subrayó. Por ello, pidió "garantías" para que una eventual ofensiva no derive en "una masacre de civiles" ni provoque "una nueva tragedia humanitaria".

Idleb, el último bastión en Siria de la oposición armada al régimen del Presidente Bashar al-Assad, acoge a unos 3 millones de personas, entre civiles, rebeldes moderados y milicias terroristas, ya que a esta provincia fueron evacuados desplazados de antiguos feudos insurgentes. Es la única "zona de distensión" que queda de las cuatro acordadas durante el proceso de Astaná, que auspician Rusia, Turquía e Irán.

Rusia e Irán son los principales respaldos del régimen de Al-Assad, que quiere recuperar el control de Idleb, mientras que Turquía apoya a algunos de los grupos opositores sirios y teme una nueva oleada de refugiados.

Turquía teme más refugiados

Idleb ya ha sido blanco de bombardeos por parte del Ejército sirio, apoyado por Rusia, lo que ha provocado que cientos de personas huyan hacia la frontera con Turquía. Al respecto, Erdogan expresó su preocupación por estos desplazamientos: "Tenemos que evitar una nueva ola de refugiados", aseveró.

Pese a las diferencias sobre la actuación, la declaración final conjunta incidió en que abordarán la situación en Idleb con "el espíritu de cooperación que caracteriza el formato de Astaná" y que seguirán trabajando para erradicar a los terroristas -Estado Islámico (EI) y antiguo Frente al Nusra-, diferenciando entre éstos y los grupos armados rebeldes.

"Una tormenta perfecta"

En paralelo a la cumbre de Teherán, el Consejo de Seguridad de la ONU mantuvo también hoy una reunión, en la que el enviado de la organización para Siria, Staffan de Mistura, alertó sobre que la batalla de Idleb puede crear una "tormenta perfecta" y la peor catástrofe humanitaria de la guerra.

"Una batalla por Idleb sería una batalla horrible y sangrienta. Los civiles son las potenciales víctimas y hay peligros, en caso de un ataque a gran escala, de incidentes o de una rápida escalada entre actores regionales e internacionales", advirtió De Mistura.

De Mistura, el principal mediador internacional en la guerra siria, insistió en la importancia de frenar la gran ofensiva que preparan el Gobierno de Damasco y sus aliados.
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