SANTIAGO.- La desconfianza del Presidente de EE.UU., Donald Trump, con sus aparatos de inteligencia ha vuelto a quedar en evidencia. Esta vez, ante el escepticismo del Mandatario con la versión de la CIA sobre la implicación del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, en el homicidio del periodista saudí Jamal Khashoggi.
Según informó The Washington Post, basada en una grabación de la muerte de Khashoggi y otras comunicaciones interceptadas, la agencia de inteligencia estadounidense llegó a la conclusión de que Bin Salman habría sido quien ordenó el asesinato del reportero disidente al interior de la embajada saudí en Estambul, Turquía.
Trump se resiste a creerlo. En privado, fuentes de inteligencia aseguraron que se le ha mostrado evidencia contundente de la participación del príncipe, pero sigue escéptico. En una entrevista brindada a la cadena Fox News, el Mandatario insistió que el líder saudí le ha negado en "quizás cinco ocasiones diferentes", y "tan recientemente como hace unos días", su implicación en el caso.
Cuando el presentador Chris Wallace le consultó por si Mohammed bin Salman pudiera estar mintiendo, Trump respondió: "Bueno, ¿alguien realmente lo sabrá? (…) Usted vio que aplicamos sanciones muy severas, sanciones masivas a un gran grupo de personas de Arabia Saudita. Pero, al mismo tiempo, tenemos un aliado, y quiero seguir con un aliado que en muchos aspectos ha sido muy bueno".
Un aliado estratégico
Para muchos, la entrevista -grabada el viernes pero divulgada el domingo- da cuenta de las reticencias del Mandatario a creer en sus organismos de inteligencia cuando éstos afectan sus planes. Algo similar ocurrió con el Presidente Vladimir Putin y la trama rusa. La comunidad de inteligencia de EE.UU. concluyó que Rusia interfirió en la elección presidencial de 2016 y Trump -quien se vio beneficiado por estas maniobras al ganar la elección- ha dedicado más palabras para desestimar estas informaciones que para sancionar la injerencia de Moscú.
De la misma forma, la versión de la CIA sobre la culpabilidad del príncipe saudí implica una encrucijada para el jefe de Estado: Arabia Saudita es un importante aliado estratégico y un valioso comprador de armamento; el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner, mantiene una relación de estrecha cercanía con Mohammed, y el mismo Mandatario tiene lazos comerciales de larga data con los saudíes, según consignó The Washington Post.
Pero además, el príncipe de 33 años
es una figura clave para la estrategia internacional del Gobierno de Trump en Medio Oriente, tanto en lo que respecta a la relación de discordia que existe entre EE.UU. e Irán, como en el conflicto palestino-israelí que durante las últimas semanas se ha recrudecido.
Así, responsabilizar al heredero saudí le podría implicar la ruptura de una de sus relaciones internacionales más valiosas. Tanto, que según la cadena NBC, la Casa Blanca estaría incluso analizando la posibilidad de extraditar al clérigo turco, Fethullah Gülen, acusado por el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de ser quien comandó el intento de golpe de Estado en su contra en 2016. La intención del Gobierno sería "aplacar" las duras declaraciones de Erdogan contra Arabia Saudita por el caso Khashoggi y "persuadirlo" de disminuir esa presión.
Sin embargo, no sancionar a las autoridades, pese a las pruebas de la CIA, también podría abrirle al Mandatario un nuevo flanco en la política interna y convertirlo en objeto de nuevas críticas, incluso provenientes de su propio bando amigo.
Cuestionamientos internos
Ante esta situación, los lineamientos de la administración Trump para tratar el caso Khashoggi se han enfocado en dirigir todos sus dardos a los funcionarios saudíes que viajaron a Estambul para asesinar al periodista. Sin embargo, se ha dejado de lado por completo a las autoridades, pese a que entre los participantes del crimen se encuentre un cercano a Mohammed bin Salman.
El
Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionó a 17 funcionarios saudíes a los que acusa de estar implicados en la muerte de Khashoggi, pero el nombre del príncipe heredero no está dentro de dicha lista.
Esta resistencia de Trump ha provocado descontento entre legisladores, tanto demócratas como republicanos, que consideran que las sanciones no van lo suficientemente lejos. Uno de los más críticos ha sido el senador republicano Lindsey O. Graham. En declaraciones a la cadena de noticias NBC, el parlamentario catalogó al príncipe de "irracional" y "desquiciado", asegurando que es imposible que no supiera de los planes contra el periodista. "Si va a ser la cara y la voz de Arabia Saudita en el futuro, creo que el reino tendrá dificultades en el escenario mundial", dijo Graham.
Luego, quizás haciendo alusión a la falta de acción de Trump, aseguró: "Desde el lado legislativo vamos a hacer todo lo que podamos, tan duro como podamos, para enviar una señal al mundo". A sus palabras se sumaron otros legisladores republicanos que consideraron que existe "evidencia abrumadora" sobre la participación del heredero saudí en la muerte de Khashoggi.
Desde la oposición, el senador demócrata por Virginia,
Tim Kaine, criticó las versiones contradictorias que han entregado las autoridades saudíes sobre lo ocurrido con el periodista. "Tiene que haber una rendición de cuentas por esto", dijo en el Foro de Seguridad Internacional de Halifax en Nueva Escocia, según constata el "Post".
"Creo que implicará una reevaluación fundamental de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita", sentenció.
Según informó el propio Trump el fin de semana, este martes se entregará un "informe muy completo" sobre cómo murió Khashoggi y quién es responsable, en base a la información que entregó la directora de la CIA, Gina Haspel. Para saber qué dice dicho documento y si será realmente entregado hoy, habrá que esperar a ver.