LONDRES.- Dada por
políticamente muerta en incontables ocasiones desde que llegó al poder hace dos años y medio, la Primera Ministra británica Theresa May volvió a sobrevivir, pero su futuro, íntimamente vinculado al
Brexit, sigue
pendiendo de un hilo.
Un total de
200 de los 317 diputados conservadores en la Cámara de los Comunes votaron ayer a su favor en una
moción de confianza promovida por rebeldes euroescépticos para arrebatarle el poder y la negociación con Bruselas sobre los términos de la salida británica de la Unión Europea (UE).
Fiel a su
reputación de testaruda, esta política de 62 años, que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica, se había declarado "firmemente decidida a terminar la tarea" de sacar a Reino Unido de la UE.
Y en una breve comparecencia tras ganar el voto de censura dijo querer "volver a unir al país".
Pero, pese a mantenerse en el cargo, el acuerdo de Brexit que negoció con Bruselas, y que ella defiende como "el mejor posible", sigue enfrentando un duro rechazo en el Parlamento británico y si éste lo acaba tumbando en la votación de ratificación, la posición de May volvería rápidamente a verse en entredicho.
"Estoicismo y perseverancia"
May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de junio de 2016, en que los británicos votaron por salir de la Unión Europea, lo que provocó la dimisión del entonces Primer Ministro conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.
Pese a ser euroescéptica, se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de limitar la inmigración, el tema favorito de los partidarios del Brexit.
Solo un año después de llegar a Downing Street, convocó a unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño partido unionista norirlandés DUP para poder gobernar.
Desde entonces, los ataques de euroescépticos de su propia formación la han hecho tambalearse en varias ocasiones.
Varios de sus ministros la fueron abandonando por el pedregoso camino de una negociación que resultó más difícil de lo que esperaban, entre ellos dos ministros del Brexit, Dominic Raab y David Davis, y el jefe de la diplomacia Boris Johnson, que desde entonces se convirtió en uno de sus más acérrimos rivales.
Pero hasta ahora, May siempre sobrevivió. Y siguió adelante con su plan de Brexit "a base de estoicismo y perseverancia", señala Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School of Economics.
"No subestimen a Theresa May"
Theresa Brasier -su nombre de soltera- nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste de Reino Unido
Tras estudiar geografía en la Universidad de Oxford, donde conoció a su esposo, Philip, y trabajar brevemente en el Banco de Inglaterra, dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997.
De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación. Se dio a conocer con un discurso en el que llamó a los tories, entonces muy a la derecha, a abandonar su papel de 'nasty party' (partido de los malos).
La propia May se describió una vez como "una mujer jodidamente difícil", y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió recientemente: "No subestimen a Theresa May".
Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosidad. "Es muy diligente, muy trabajadora, se sumerge en los detalles, es bastante tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda", explicó a la agencia AFP el ex líder liberaldemócrata, Nick Clegg, quien fue viceprimer ministro del gobierno de coalición de Cameron.
"Todas estas cosas son cualidades bastante buenas en un político del gobierno", reconocía Clegg. Pero "nunca vi realmente en ella mucha imaginación, ni flexibilidad, ni instinto, ni visión".
Sin embargo, pese a sus críticos, y tras sortear con relativo éxito la moción de confianza, se puede señalar que la "premier" políticamente se mantiene con vida. Aunque como una equilibrista deberá seguir caminado por la cuerda floja. Algo que viene haciendo desde su llegada a Downing Street.