WASHINGTON.- El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), reaccionó con cautela a la amenaza hecha por su par estadounidense, Donald Trump, quien aseguró que cerraría la frontera entre ambos países si los demócratas del Congreso no aceptan financiar la construcción de su proyecto de muro fronterizo.
"Nos veremos forzados a cerrar la Frontera Sur por completo" a menos que se llegue a un acuerdo de financiamiento con los "demócratas obstruccionistas", tuiteó Trump la mañana de este viernes.
Ante esto, López Obrador recalcó que "buscamos mantener siempre una buena relación con Estados Unidos".
"Hemos actuado con prudencia y de manera precavida y no hemos opinado sobre este tema porque se trata de un asunto interno del Gobierno de Estados Unidos y preferimos abstenernos", añadió al ser cuestionado sobre la disputa en el Congreso estadounidense sobre el presupuesto para el muro.
La exigencia de Trump para conseguir 5 mil millones de dólares para construir un muro fronterizo y la negación de los demócratas de darle lo que quiere causaron una suspensión de actividades por falta de presupuesto, lo que se conoce como cierre parcial del Gobierno federal.
El Congreso suspendió sus actividades para esta semana sin una solución a la vista.
Los demócratas, por su parte, se mantuvieron firmes en cuanto al muro fronterizo, diciendo que no analizarán seriamente ninguna oferta de la Casa Blanca para poner fin al cierre del gobierno hasta que tenga el aval público del Presidente.
La Casa Blanca acusa a los demócratas de abandonar la mesa de negociaciones. El jefe de despacho de la Casa Blanca interino, Mick Mulvaney, dijo que los demócratas están ignorando una oferta de fondos para el muro fronterizo por debajo de la solicitud original de Trump de 5.000 millones de dólares.
Conforme se desvanece la posibilidad de un acuerdo en Washington, en los últimos días de un monopolio del poder republicano, parece cada vez más probable que la solución del cierre parcial del gobierno llegue a las manos de un gobierno dividido.
Después de una semana, el impasse tiene suspendidos a cientos de miles de empleados federales y comienza a afectar a ciudadanos que dependen de algunos servicios públicos.
La paralización comenzó el sábado, cuando expiró el financiamiento de nueve dependencias y decenas de agencias federales. Unos 420.000 empleados a los que se considera esenciales trabajan sin goce de sueldo de momento, mientras que 380.000 están cesantes.
Si bien la Casa Blanca y los demócratas del Congreso seguían negociando -y los asesores siguen discutiendo el asunto en Washington-, las negociaciones se atascaron el miércoles, reduciendo la expectativa de un avance.