BEIJING.- China reclamó hoy a Canadá que respete su legislación y deje de hacer "
comentarios irresponsables", en referencia a la acusación de "arbitrariedad" del primer ministro canadiense,
Justin Trudeau, tras la condena a muerte a un ciudadano de ese país por tráfico de drogas por un tribunal chino.
El canadiense Robert Lloyd Schellenberg fue condenado a muerte ayer, después de que se ordenara a finales de diciembre repetir el proceso judicial, que en principio se había saldado con una sentencia a 15 años de cárcel, considerada "poco severa" por las autoridades chinas.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Hua Chunying calificó de "error" las declaraciones de Trudeau, quien también aseguró que esta sentencia supone "una grave preocupación" para su Gobierno y debería serlo también para toda la comunidad internacional, ya que China "ha elegido aplicar arbitrariamente la pena de muerte".
"Antes de hacer tales comentarios, la persona en particular (Trudeau) tiene que leer atentamente la notificación emitida por el Tribunal Intermedio de Dalian y las leyes chinas pertinentes", advirtió en rueda de prensa Hua, que insistió en que "todas las personas son iguales ante la ley en China".
En su opinión, las observaciones realizadas por el primer ministro canadiense "están llenas de dobles estándares y carecen del espíritu del Estado de Derecho", por lo que mostró la "insatisfacción" de Beijing ante tales acusaciones.
"Pedimos a la parte canadiense que respete el Estado de Derecho y la soberanía china, y detenga este tipo de comentarios irresponsables", añadió.
Schellenberg fue detenido tras participar en 2014 en el intento de envío de 222 kilogramos de anfetaminas ocultas en neumáticos de China a Australia, de acuerdo con la agencia oficial china Xinhua.
"Quien detiene arbitrariamente a ciudadanos extranjeros es la parte canadiense", acusó Hua, que aludía al arresto el pasado 1 de diciembre en Canadá de la directora financiera de la compañía china Huawei, Meng Wanzhou, a petición de Estados Unidos, que supuso el inicio de una grave crisis diplomática entre Beijing y Ottawa.
Días después del arresto de Meng, el Gobierno de Beijing detuvo a dos canadienses, Michael Kovrig y Michael Spavor, supuestamente por poner en riesgo la seguridad nacional china.