BOGOTÁ.- Colombia enfrenta una nueva desgracia en el intento por extinguir su conflicto armado: un autobomba atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN) reventó los diálogos con esa guerrilla en Cuba y promete escalar, según analistas, la tensión con Venezuela, acusada de dar refugio a los rebeldes.
Pero ¿qué más deja la ruptura de las negociaciones anunciada por el Gobierno de Iván Duque?
Sigue la guerra
El fin de las conversaciones con el ELN, iniciadas hace dos años, retrasa la paz definitiva en Colombia, ya que sus hostilidades de medio siglo se aliviaron tras el desarme de las FARC en 2017.
Aunque pocos apuestan a que vuelvan los focos de violencia como los que estremecieron a Colombia en la época del narcoterrorismo de Pablo Escobar o de la exguerrilla comunista, la confrontación tiene oxígeno.
"La guerra va a seguir", señala Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación.
Aunque en su primer año el acuerdo con las FARC evitó tres mil muertes y las cifras de homicidios descendieron de forma histórica, el país enfrenta una espiral de violencia que ha primado en la vida de casi medio millón de activistas.
Las autoridades indicaron al ELN como uno de los responsables de estos crímenes, además de otras bandas narco de origen paramilitar y disidencias de las FARC.
Los expertos proyectan que habrá una intensificación del conflicto, con golpes de cada lado, que pueden producir el aumento de atentados, secuestros y explosiones en la infraestructura petrolera.
"Esto va ser algo largo y doloroso", asegura Ávila. Y "en el corto plazo el rechazo de la población impide que exista un escenario de negociación", sostiene el investigador Camilo Echandía, de la Universidad Externado.
Quiebre con Venezuela
Desde que Iván Duque asumió la presidencia de Colombia en agosto pasado, las denuncias sobre la presencia de mandos del ELN en territorio venezolano han aumentado aún más la pelea entre Bogotá y Caracas, que prácticamente no mantienen relaciones diplomáticas desde mediados de 2017.
Colombia ha acusado a Venezuela de albergar a los rebeldes y ha pedido al Gobierno de Nicolás Maduro hacer efectivas las órdenes de captura internacionales en contra de comandantes guerrilleros.
Por su parte, Caracas niega que haya rebeldes en su territorio, en unas acusaciones que vienen desde la presidencia de Álvaro Uribe (2002-10).
"El ELN tiene muchas tropas en esa zona. Entonces Venezuela va a ser un factor, para bien o para mal, determinante", apunta Ávila.
"El ELN tiene muchas tropas en esa zona. Entonces Venezuela va a ser un factor, para bien o para mal, determinante"
Ariel Ávila, fundación Paz y Reconciliación
Sin embargo, según el investigador Ronald Rodríguez, el ELN no solo tiene presencia en Venezuela, sino que ha expandido recientemente sus actividades en varios estados venezolanos con simpatía al chavismo.
Esto hace poco probable que mandos rebeldes puedan ser detenidos y extraditados en un proceso de cooperación, agrega el internacionalista del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Por ese motivo, añade, Colombia podría tratar de llevar la situación "a escenarios multilaterales como la OEA, donde se reclame al Estado venezolano una acción concreta contra este grupo", considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea.
Venezuela ayudó en los diálogos de paz con las FARC y defensor en las conversaciones con el ELN, aunque Duque desautorizó esta condición en septiembre.
Además, el Mandatario colombiano encabeza la oposición internacional contra la "dictadura" de Maduro, quien acusa a Colombia de participar en un complot con Estados Unidos y Brasil para derrocarlo y asesinarlo.
Por su parte, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dio la primera advertencia: "Nos gustaría que Venezuela no diera acogida, protección, a esos terroristas del ELN".
Disputa interna
Aunque los expertos apuntan a una escalada del conflicto, también advierten de la limitada capacidad de fuego del grupo guevarista, que no se acerca a la que alguna vez tuvieron las disueltas FARC.
"Uno no puede hacer balances de fuerza a partir de acciones como esta (el atentado en Bogotá), que no requieren realmente de un esfuerzo militar considerable", explica el investigador Echandía.
El ELN tiene presencia en una docena de los 32 departamentos colombianos (regiones) y tiene unos 1.800 combatientes, aunque con una extensa red de apoyo.
El Gobierno cafetero y expertos coinciden en que el ELN ocupó los espacios dejados por la anterior poderosa guerrilla comunista e incluso reclutó disidentes, pero están lejos de tomarse el poder por las armas. Sus acciones se centran principalmente en secuestros y ataques a la infraestructura petrolera.
Echandía sostiene que el haber trasladado los explosivos desde Arauca hasta Bogotá para el ataque del jueves es una señal de que el ELN no tiene la "posibilidad de hacer atentados en el centro del país a partir de sus propias fuerzas".
"Tiene que venir desde su sector más fuerte", que es el ubicado en la zona fronteriza con Venezuela, de donde provenía el autor material, agregó.
Ahí manda el comandante "Pablito", considerado de línea dura y opuesto a negociar una salida política al conflicto. El líder rebelde mantiene gran parte de la capacidad militar del ELN además del control de esa región petrolera.
La imposición de la "línea dura dentro de la guerrilla" que alertan los expertos, se suma a la dificultad histórica para negociar por su estructura federal, que entrega vocerías a cada frente y dificulta su unidad de mando.
"El gran problema para el ELN es esa división interna que tiene (...) y de momento parece insalvable", finaliza Echandía.