SANTIAGO.- El clima de alta tensión que se percibe en Venezuela hacía presagiar lo que se venía. Todo esto, tras la asunción de Nicolás Maduro para un segundo periodo como Presidente del país caribeño y la posterior proclamación del líder de la opositora Asamblea Nacional, Juan Guaidó, en el mismo cargo.
Las reacciones ante este hecho abrieron una incógnita para muchos, que no entienden a quién le debería corresponder legítimamente el puesto.
La comunidad internacional, en su mayoría, se mostró más favorable a Guaidó, aunque Maduro goza del apoyo de países como China, Rusia y Turquía.
De todos modos, y por ilógico que pueda parecer, no es primera vez en la historia en que dos personas ostentan el máximo cargo de un país.
México en dos oportunidades
Si hablamos de pugnas presidenciales, México sabe bien de eso. A principios del siglo XX, el país norteamericano se enfrentó a un complicado periodo presidencial cuando, en noviembre de 1914, Eulalio Gutiérrez, quien había sido nombrado como Presidente interino un año antes, fue desconocido de su poder por las fuerzas gobernantes de ese país: las villistas y zapatistas.
Esta situación, en medio de la revolución mexicana, provocaría el nombramiento de Roque González Garza - en enero de 1915- en el puesto, ya que Gutiérrez no aceptó que Pancho Villa y Emiliano Zapata, los líderes de estos partidos, no acataran sus medidas.
Posteriormente, Gutiérrez se trasladaría a la ciudad de San Luis de Potosí, donde dijo que ambos traicionaron el "espíritu revolucionario". Él estaría en el cargo al mismo tiempo de González, hasta que renunció de forma oficial en junio de 1915.
Tuvo que pasar casi un siglo para que ocurriese un hecho similar en el mismo país. El año 2006, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador -quien ahora es el Presidente mexicano- se hizo con la posesión de la presidencia. Esto, a pesar de perder en los comicios contra el líder conservador Felipe Calderón.
Lo realizado por López Obrador fue un intento para desligitimar al ganador, por considerar como "fraudulentas" las elecciones de ese periodo. Es más, él llegó a ser investido en un evento simbólico donde se le otorgó una banda presidencial.
De todos modos, Calderón juró a fines de diciembre de ese año, en una ceremonia calificada de accidentada y fugaz, y que trajo consigo protestas de los diputados de izquierda, quienes buscaban boicotear su asunción.
Doce años después, López Obrador finalmente logró la presidencia. Ahora, al ver la situación venezolana, prefiere no reconocer un segundo gobierno, sino que insiste en hacer un llamado al diálogo.
Gambia
Tras 22 años de mandato de Yahya Jammeh, el opositor Adama Barrow se alistaba para asumir como nuevo Presidente de Gambia en 2017, pero el proceso para suceder a su rival tras derrotarlo en los comicios no fue nada fácil.
El conflicto se generó cuando Jammeh se negó a entregar el poder, aduciendo que en el proceso electoral se cometieron ilegalidades.
La situación escaló a tal punto que obligó a Barrow juramentar su cargo desde la capital de Senegal, Dakar, país vecino de Gambia.
Tras la negación de Jammeh, tropas senegalesas y de países de África Occidental, bajo el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ingresaron a Gambia para que pudiese asumir.
Un tema que se tardó en solucionar, pero que terminó de forma pacífica, ya que le dieron la oportunidad a Jammeh de terminar su mandato sin intervención alguna.
Finalmente la aceptó y dejó el país en enero de 2017.
Costa de Marfil
Todo un enredo se generó cuando Alassane Ouattara y Laurent Gbagbo se mostraban decididos a asumir el poder del país, al declararse vencedores de los comicios de 2010.
Gbagbo fue proclamado como el vencedor por un 51,45% de los votos, según el Consejo Constitucional que estaba a su favor; mientras que Ouattara aseguraba haber logrado el 54,1% en los comicios, resultado que fue invalidado por este mismo comité.
Es más, ambos llegaron a juramentar el cargo. El primero siendo protegido por las tropas de la ONU y el segundo por el ejército local.
Este hecho provocó la tensión de ese país y amenazó con recrudecer las disputas entre el norte y sur de Costa de Marfil, uno de los temas más conflictivos de su historia y que se le intentó poner fin con estas elecciones.
Gbagbo, que buscaba asegurar su reelección en el cargo, se negaba a abandonarlo y su insistencia provocó, por miedo a la emancipación de un conflicto armado, que varios habitantes marfileños intentaran marcharse.
Finalmente, y luego de unos ataques realizados por Francia y las Naciones Unidas sobre los últimos focos a favor del saliente Mandatario, él decidió mantenerse oculto en un búnker. Posterior a eso, sería arrestado y enviado a los Países Bajos para responder ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad.