SANTIAGO.- En medio del desastre en Minas Gerais y gobernando desde el hospital donde se sometió una operación quirúrgica esta semana, el Presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cumple hoy un mes como máximo líder del Palacio de Planalto.
Investido como Mandatario el 1 de enero pasado, el dirigente nacionalista enfrentó unos primeros 31 días de Gobierno llenos de reveces y marcados por la catástrofe humana y ambiental provocada por la ruptura de un dique minero que ya deja al menos 99 personas fallecidas y 259 desparecidos.
Pero además, se ha visto envuelto en un manto de críticas, principalmente, a raíz de las contradicciones internas que ha evidenciado su gestión, su poca claridad respecto de las políticas que llevará a cabo, su iniciación diplomática cuestionada y por las denuncias de corrupción que pesan sobre uno de sus hijos.
Contradicciones y polémicas
Derechista y respaldado por millones de ciudadanos brasileños, Bolsonaro fue electo Presidente con la promesa de librar al país de la corrupción, disminuir los niveles de violencia e impulsar una economía liberal. Sin embargo, hasta ahora su Ejecutivo se ha caracterizado más por las discrepancias internas y numerosas rectificaciones, que por sus iniciativas.
No había pasado ni una semana desde que Bolsonaro asumió el poder cuando comenzaron las disputas internas en la nueva administración. El 4 de enero el Mandatario brasileño anunció que subiría el impuesto a las operaciones financieras, sin precisar un monto específico. Sin embargo, solo horas más tarde, el ministro de la Casa Civil (jefe de gabinete), Onyx Lorenzoni, salió a corregirlo. "Él se equivocó (…) no habrá aumento de impuestos", aseguró Lorenzoni, según el portal de noticias G1.
La medida, consignó el periódico Estadao de Sao Paulo, había sido impulsada por el ministro de Economía y estrella de la administración, Pablo Guedes. Pero el gallito lo terminó ganando el equipo político, que consideraba la medida como demasiado impopular.
Pocos días más tarde, llegaría la primera baja en su gobierno. Pese a ser un crítico de la política de los "amiguismos", Bolsonaro puso a su amigo personal
Alex Carreiro, como titular de la Agencia Brasileña de Promoción de las Exportaciones e Inversiones (Apex). Los cuestionamientos al nombramiento del publicista no tardaron en llegar, especialmente porque su currículum
no cumplía con casi ninguno de los requerimientos para el cargo.
Ante ello, el canciller Ernesto Araújo anunció poco después la salida y reemplazo de Carreiro, quien en un intento por desafiar al ministro continuó trabajando en el despacho. Finalmente, el mismo Bolsonaro debió salir al paso y concretar su despido.
Otra información posteriormente desmentida que alarmó a la comunidad internacional fue la eventual instalación de una base militar estadounidense en territorio brasileño. Bolsonaro se reunió con el secretario de Estado del país norteamericano, Mike Pompeo, y afirmó que estaba abierto a esta opción. Tres días después, el titular de la diplomacia estadounidense reveló satisfecho que el nuevo Mandatario les había ofrecido abrir la base en el Estado del Maranhão. Como era de esperarse, la noticia generó el descontento del Ejército brasileño y Bolsonaro se vio obligado a retractarse.
Pero la principal polémica que ha debido enfrentar tiene relación con su círculo más íntimo. El organismo antilavado (COAF) detectó transacciones millonarias "atípicas" en las cuentas de su hijo mayor, el recién electo senador Flavio Bolsonaro, y en la de uno de sus principales asesores, Flávio Queiroz. La prensa también señaló posibles vínculos de Queiroz con un cabecilla de un grupo paramilitar de Río de Janeiro. El senador electo niega cualquier irregularidad y denuncia una campaña de "difamación", pero sus argumentos no han convencido.
Para contrarrestar un eventual desgaste, el Mandatario se desligó de su primogénito. Tras su poco vistosa participación en el Foro Económico Mundial de Davos, donde era la gran atracción pero terminó dando un escueto y vago discurso de 6 minutos en vez de uno de 45 como se esperaba, el jefe de Estado brasileño se refirió al caso de su hijo. "Si él cometió un error y hay pruebas de ello, lo lamento como padre, pero tendrá que pagar", dijo en entrevista con Bloomberg.
Primeras medidas y desafíos
Pese a lo anterior, el Presidente ha logrado ponerse al frente de las controversias y calmar a sus adherentes cumpliendo algunas de sus principales promesas de campaña. Firmó un decreto para flexibilizar el porte de armas de fuego, otro para aumentar el sueldo mínimo, otro que entrega al Ministerio de Agricultura el poder de tomar decisiones sobre tierras reclamadas por pueblos indígenas y lanzó una propuesta de reforma al sistema de pensiones.
Pero para que todas estas iniciativas tengan cabida en la legislación deben ser aprobadas por el nuevo Congreso, que entra en funciones este viernes y que se transformará, según analistas, en uno de sus obstáculos más difíciles. "Hizo una campaña muy fuerte contra el presidencialismo de coalición, asociándolo con la corrupción, y quedó atado a esa promesa", afirmó el politólogo Carlos Pereira, profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV) de Río de Janeiro a AFP.
La fuerza política oficialista, el
Partido Social Liberal (PSL), tendrá 55 diputados de un total de 513 en la Cámara, mientras que en el Senado contará con 4 de los 81 escaños. En este contexto, según analistas, relegar los partidos a segundo plano podría costarle caro al Mandatario, sobre todo si se confirman las denuncias contra su hijo.
"En ausencia de una coalición mayoritaria estable, las sospechas de corrupción pueden tornar al presidente muy vulnerable desde el inicio", analiza Pereira.
Leandro Gabiati, director de la consultora Dominium Associados, coincide. "Cuando un gobierno viene tan imbuido, lleno de ética y de moral y de repente tiene problemas de sospechas de corrupción, los propios congresistas le van a decir: (...) Necesitas mi voto, pero como estás en posición de fragilidad, tendrás que pagar más a lo que diputados y senadores demanden para aprobar la agenda del gobierno", dijo a la misma agencia.
Aún así, hoy el Presidente debe abocarse a sus dos grandes problemas inmediatos. Una es su recuperación, tras la intervención para retirarle la bolsa de colostomía que cargaba desde el apuñalamiento del que fue víctima durante la campaña. La segunda, la contención del desastre provocado por la minera Vale en Brumadinho, que le lanza por la borda su intención de flexibilizar los procesos de licencias ambientales.
Su visión, al menos, es optimista."Sigo recuperándome y trabajando desde el hospital. Son muchas las líneas de actuación en este primer mes de Gobierno y todavía hay mucho por hacer. Estamos en el camino correcto. ¡Nuestra misión será cumplida!", aseveró este jueves, como ha sido usual durante el último mes, a través de Twitter.