WILLEMSTAD.- A escasos 100 kilómetros de la costa del pueblo venezolano donde vivía Aron, se encuentra Curazao, una tranquila isla de playas blancas y palmeras. Un paraíso en comparación con la realidad de una Venezuela que sufre una dura crisis política y social.
Pero este país no recibió bien a este hombre que, antes de tener tiempo incluso de hacer una solicitud para quedarse, fue deportado. "Apenas llegué (de regreso) vi mucha gente en estado crítico que de verdad necesitaba ayuda", dijo el joven de 24 años, que pidió no ser identificado por su apellido.
"Me dije 'no quiero caer en esto', yo me tengo que volver a Curazao porque aquí por lo menos llevo un tipo de vida mejor, por lo menos (de) comer bien". Fue entonces cuando decidió pagar a los traficantes.
Se apretó junto con otras 30 personas en un pequeño bote de pesca para emprender las 17 horas de navegación del cruce fronterizo entre la isla y el territorio venezolano. "Es demasiado peligroso, uno lo hace por la más pura necesidad", dijo. "Y gracias a Dios, salió todo bien".
Una vez en las costas de Curazao, Aron corrió hacia las colinas para escapar de la policía y la guardia costera. Allí durmió como pudo durante días, antes de llegar a la capital de la isla, Willemstad. Ahora trabaja como soldador.
Aron está lejos de ser el único. Semanalmente, al menos tres lanchas rápidas, en las que se transporta contrabando y a veces droga, viajan de ilegales llenas de inmigrantes venezolanos en su interior. Según el gobierno de Curazao, un país independiente de 160.000 habitantes dentro del Reino de los Países Bajos, la isla alberga a unos 6.000 venezolanos indocumentados. Según France 24, esa cifra podría ascender incluso a 10.000.
Hacinado centro de detención
Pese a que se convirtió en uno de los centros de acopio para la ayuda humanitaria solicitada por el líder opositor venezolano, Juan Guaidó, la isla no tiene antecedentes de una buena política migratoria para con sus vecinos.
En informes separados el año pasado, Amnistía Internacional y Human Rights Watch criticaron a las autoridades de Curazao por su trato a los inmigrantes venezolanos y su falta de medidas para recibir refugiados.
"El problema con Curazao es que a pesar de que saben lo que está sucediendo en Venezuela, no han establecido un sistema para gestionar" solicitudes de aislo
Geraldine Parris, abogada
Las organizaciones acusaron a la isla de deportar a migrantes que podrían haber tenido derecho de asilo, debido a los peligros en su país de origen, y reportaron casos de
venezolanos que denunciaron haber sido intimidados y maltratados mientras se encontraban detenidos en espera de la deportación.
Geraldine Parris, una abogada de Curazao que representa a algunos de los migrantes, dijo que había visitado a venezolanos en las instalaciones donde se encontraban. Según explicó, estaban sucios y hacinados.
"El problema con Curazao es que a pesar de que saben lo que está sucediendo en Venezuela, no han establecido un sistema para gestionar" la recepción de inmigrantes venezolanos, sostuvo.
"No podemos presentarnos como un hermoso país de playas y sol, y ser signatarios de tratados internacionales cuando no practicamos lo que predicamos", agregó.
Tiempos difíciles
La vocera del Gobierno de la isla, Corinne Leysner, argumentó que Curazao había optado por no participar en la Convención de las Naciones Unidas para los Refugiados de 1951. Pero añadió que "trabaja lo que más puede dentro de las reglas" del Convenio Europeo de Derechos Humanos, con respecto a la prevención de la tortura y los tratos inhumanos.
Aceptar a los solicitantes de asilo "significaría brindarles a estas personas comida, cuidado y refugio, lo cual es imposible en este momento ya que grandes grupos de nuestra población también necesitan ayuda", dijo.
Leysner aseguró que el
declive económico de Venezuela ha tenido un impacto en Curazao, cuya economía depende en gran medida de las actividades de refinación de petróleo, transporte y aviación vinculadas a Venezuela.
El Gobierno holandés escribió a las autoridades de Curazao la semana pasada ofreciendo apoyo en "muy poco tiempo" para manejar la afluencia de migrantes venezolanos. La carta, a la que AFP tuvo acceso, ofrece "asistencia técnica" para establecer un sistema para procesar las solicitudes de asilo y capacitar a los funcionarios de inmigración y la policía.
En barco por 100 dólares
Los activistas dicen que muchos de los venezolanos tienen derecho al asilo debido a las amenazas que enfrentan en su país. Un ex policía de 31 años relató que llegó a Curazao luego de ser expulsado de la fuerza policial por negarse a votar por el Presidente, Nicolás Maduro. Pidió no ser identificado por temor a la deportación.
"Me llamaron un traidor a la patria (...) por pensar diferente", dijo. "Como sabía que tenía un expediente, decidí venirme". Después de ser deportado de Curazao una vez, pagó 100 dólares a los traficantes para cruzar en barco de regreso a la isla, donde ahora vive con su esposa y su hija de cinco años.
En enero de 2018, al menos cuatro personas murieron cuando un bote de inmigrantes venezolanos se volcó y se hundió en la misma ruta, justo antes de llegar a Curazao.
"Para mí, ningún ser humano es ilegal", dijo el ex policía. "Confío en Dios que la situación en Venezuela se mejore y que volvamos a nuestro país a reconstruirlo", sentenció.