El Gobierno francés decidió aumentar las medidas de seguridad establecidas ante una nueva convocatoria a manifestarse por parte de los "chalecos amarillos", que fue programada para este sábado en la capital del país. Una medida que llega en el decimonoveno sábado consecutivo, con movilizaciones en las principales localidades de Francia.
Esta convocatoria se produce una semana después de los destrozos y saqueos que se registraron en la turística avenida de los Campos Elíseos de París. Precisamente por esta situación, la administración del Presidente Emmanuel Macron determinó el aumento de medidas de seguridad.
Entre las decisiones para evitar que se repita la caótica situación destaca la prohibición de encuentro de manifestantes en los Campos Elíseos y en sus inmediaciones, así como en un perímetro que incluye el palacio del Elíseo y la Asamblea Nacional.
"Existen razones serias para pensar que la violencia y los daños son susceptibles de repetirse" el sábado, afirma la orden del nuevo prefecto de París, Didier Lallement, cuyo predecesor fue destituido tras las escenas del pasado fin de semana.
El texto anuncia también la prohibición de los equipos de protección, de los objetos destinados a disimular el rostro, de armas -incluidas las falsas- y prevé sanciones reforzadas para quien participe en una manifestación no autorizada.
Se espera que la convocatoria de los "chalecos amarillos" sea masiva en las ciudades de Niza, Burdeos y Toulouse, en el sur del país, además de la capital francesa, París,
La Liga de Derechos Humanos denunció la ordenanza, considerándola "un nuevo y grave ataque a la libertad de manifestación".
La organización de esta movilización destacó como una de las medidas más controvertidas el anuncio de la contribución de las fuerzas armadas en esta jornada de protestas. Los militares de la operación antiterrorista Sentinelle (que cuenta con 7.000 efectivos desplegados por todo el territorio desde los atentados de 2015) están llamados a proteger varios puntos para que los policías y gendarmes puedan dedicarse al mantenimiento del orden.
Para calmar la polémica, el Presidente Macron, quien había anunciado la movilización de los soldados de Sentinelle, denunció un "falso debate" e insistió en que el ejército no está a cargo del orden público.
Su ministro del Interior, Christophe Castaner, quien fue cuestionado tras la violencia del sábado pasado, prometió "cero impunidad" para los autores de destrozos e instó al nuevo prefecto de policía a aplicar las consignas "sin dudas ni medias tintas".