Los siete nietos del chileno Patricio González Gálvez, quien viajó a Siria para rescatarlos, luchan por recuperarse en Suecia de la muerte de sus padres radicalizados y de las duras condiciones que debieron enfrentar en el campamento de refugiados de Al Hol.
Así lo relata el propio González, quien la semana pasada regresó con ellos a Gotemburgo (oeste de Suecia), donde reside. Su regreso se concretó un mes y medio después de viajar solo a Siria para sacarlos del campo de asilados de la localidad kurda de Al Hol, donde viven unos 75.000 hijos y viudas de combatientes del Estado Islámico (EI).
Su drama ha tenido gran atención en los medios y ha
forzado al Gobierno de Suecia a cambiar su postura sobre repatriar a los niños. De entre uno y ocho años de edad, los nietos de González se recuperan actualmente de una
severa desnutrición en una casa de acogida de los servicios sociales, donde residen temporalmente junto a su abuelo.
"Tienen muchos traumas, duermen muy mal, se despiertan llorando y echan mucho de menos a sus padres", explicó el chileno en una entrevista concedida a la agencia EFE. Añade que los pequeños padecen de estrés por las situaciones "tan extremas" que han pasado desde que su hija, también de nacionalidad chilena, y su esposo, de origen noruego, murieran en la guerra de Siria.
Según relató, los niños que gritaron "de alegría" una vez aterrizaron en territorio sueco, hoy afrontan las secuelas bajo la atención de especialistas. Sin embargo, a veces él es el único que puede calmarlos. "Va a ser difícil, pero no es imposible. Creo que va a tomar tiempo, pero va a resultar bien", afirmó convencido.
Travesía en Siria
González ha vivido un drama familiar desde que su hija, Amanda, y su yerno, Michael Skråmo, viajaron a Siria vía Turquía en 2014 con sus cuatro primeros hijos para unirse al EI. Fue entonces que él, un músico de 50 años que vive en Suecia desde hace tres décadas, comenzó una lucha por tratar de convencer a su hija de que regresase, una "frustración" continua que aumentó con la muerte de ella y su esposo.
Las noticias de que los niños habían huido y de su precaria salud lo convencieron para ir a Siria, incluso sin saber su paradero exacto. "Siempre sentí la ayuda de mi hija, que me decía: 'tienes que ir, hacer esto, adelante'. Fui con mucha esperanza de que los iba a encontrar y recuperar, aunque me tomara tiempo", recordó.
Justo después de llegar a Al Hol, recibió un permiso de las autoridades kurdas para verlos unas horas. Aunque les "rogó" que lo dejaran quedarse allí, tuvo que regresar a la ciudad de Erbil, en el norte de Irak, donde pasó casi un mes a la espera de que se resolviesen las trabas burocráticas para sacar a los niños.
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Fue necesario dar la cara por ellos, hacer entender al Gobierno sueco que son niños inocentes. De a poco fue creándose una campaña, con demostraciones en Estocolmo, Gotemburgo, en Chile. Creció de una forma tal que ya no pudieron hacer la vista gorda", explicó y se mostró agradecido por el apoyo de las autoridades chilenas.
El reencuentro definitivo se produjo hace casi tres semanas, con el traslado de los niños a Erbil, donde tuvieron que permanecer una semana para realizar chequeos médicos y completar trámites. "Al tenerlos en brazos lloré, me acordé de mi hija. La extrañan mucho. Son muy pequeños para explicarles qué ocurrió con sus padres. Fue mágico entender que la historia iba a un final feliz", relató.
Posibilidad de viajar a Chile
Ahora, su "ardua" lucha vive otra fase: los servicios sociales suecos buscan residencia temporal para los niños, mientras se resuelve la custodia. González se muestra seguro de que por su frágil estado emocional y el cuidado que requieren, lo mejor es separar a los niños inicialmente. Aunque enfatiza en mantener los lazos familiares.
El apoyo masivo recibido en forma de mensajes y correos reforzó la convicción de González por pelear por la custodia de sus nietos. Es comprensivo con las críticas de algunas personas sobre repatriar a huérfanos de radicales islamistas y atribuye esos comentarios al miedo. Sin embargo, asegura que este tipo de casos son de "emergencia humana".
"Son muy fuertes, luchadores, quieren esta oportunidad de volver a ser niños y elegir su vida (...) Algún día me gustaría mostrarle al pueblo sueco y a las personas que están en contra, que estaban equivocados, que ahora son grandes médicos o artistas"
Patricio González
En ese mismo sentido, a pesar del "amor" que muchos suecos les han brindado a sus nietos, asume el estigma que recae sobre los niños. Especialmente por ser hijos de Michael Skråmo, quien se hizo famoso por grabar vídeos desde Siria invitando a otros suecos a unirse al EI y a cometer atentados en el país.
Y aunque cree que lo ideal es que vivan en Suecia, mantiene abierta la posibilidad de aceptar el ofrecimiento de las autoridades chilenas y trasladarlos a territorio nacional. "Son muy fuertes, luchadores, quieren esta oportunidad de volver a ser niños y elegir su vida. Y eso me da mucha fuerza. Algún día me gustaría mostrarle al pueblo sueco y, principalmente, a las personas que están en contra, que estaban equivocados, que ahora son grandes médicos o artistas. Algo bueno va a salir", auguró.
