El lunes,
un helicóptero se estrelló mientras intentaba aterrizar de emergencia en un edificio de 54 pisos ubicado en pleno centro de Manhattan, en
Nueva York. El hecho causó conmoción en Estados Unidos e incluso se pensó en una tragedia de proporciones mayores. Finalmente,
el saldo fue de una persona muerta: el piloto de la máquina.
Cerca del lugar estaba Mauricio González, chileno que trabaja en el mismo edificio donde ocurrió el siniestro, en el número 787 de la Séptima Avenida. Eso sí, justo a esa hora se encontraba en el gimnasio, a unas cuadras del lugar del accidente.
"Lo primero que comentan es que
se sintió un remezón fuerte. La gente no conoce los temblores acá, pero muchos lo primero que pensaron fue que se trató de un temblor.
Después hubo un estallido fuerte y se empezó a sentir un olor a humo", relata González a Emol.
Así, tras enterarse en el gimnasio del hecho, este chileno que lleva más de 20 años residiendo en Nueva York se dirigió de inmediato a su oficina, ubicada en el piso 22 del edificio, el que sin embargo ya estaba evacuado y su acceso se encontraba cerrado hasta hoy.
Respecto a la sensación que se percibía en el ambiente, aclara que "nos hacen varios ensayos de evacuación, unas 2 o 3 veces al año y te enseñan que efectivamente hay que guardar la calma", aunque de todos modos hubo impaciencia porque los equipos de emergencia "se demoraron un buen tiempo" en llegar al sitio del suceso.
"Lo primero que uno piensa es que fue un atentado terrorista (...) yo creo que toda la gente piensa lo mismo"
Mauricio González
En esa línea, consultado por si los neoyorquinos pensaron que pudo haberse tratado de un atentado terrorista, González asume que "es lo primero que se te viene a la mente", aunque ya pasaron casi 18 años de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
"Lo primero que uno piensa es que fue un atentado terrorista (...) yo creo que toda la gente piensa lo mismo", afirma.
Sin embargo, todo se trató de un accidente. Las autoridades descartaron de plano que se tratara de un atentado, y ahora los trabajadores de la Séptima Avenida esperan volver a trabajar. Mauricio, por su parte, sigue a la espera de que se reabra el inmueble para recuperar su celular y el resto de sus pertenencias que dejó en la oficina mientras iba al gimnasio.
