La pesadilla se repite en Portugal. Un millar de efectivos trabaja a contrarreloj para extinguir los incendios que azotan el centro del país ante la amenaza de un cambio en el viento, mientras aumentan las críticas por la gestión de los medios utilizados.
El fuego está controlado en un 90%, aunque el peligro estará en las rachas de viento y las altas temperaturas que se prevén durante la tarde, explicó hoy el comandante que coordina las labores de extinción, Pedro Nunes.
Nunes sostuvo que se han movilizado medios humanos, terrestres y aéreos de sobra para sofocar los incendios que se desataron el sábado en el centro del país, que han dejado al menos 30 heridos y que amenazan en especial al área de Castelo Branco.
Un planteamiento que no comparten los alcaldes de las zonas afectadas.
"El Estado volvió a fallar", llegó a decir el alcalde de Vila de Rei, Ricardo Aires, a medios locales cuando el fuego avanzaba sobre el municipio. Poco después, más calmado, explicó a Efe: "No voy a decir que el Estado falló, pero los medios son pocos (...) El fuego tiene que ser atacado de inmediato y en el inicio,
los medios no eran los mejores", apuntó.
También el alcalde de Mação, Vasco Estrela, evitó entrar en la polémica sobre el papel del Estado porque "es un poco pronto para hablar de eso", pero subraya que los medios "no fueron capaces de resolver la situación creada".
"Los medios son siempre pocos y es discutible la forma en que son colocados en el terreno", afirmó. "Hay que preguntar a quien manda, al Gobierno, que dijo que tenía los medios suficientes", añadió.
Peligro por vientos y ola de calor
Siete regiones del centro y del sur del país fueron declaradas el lunes en alerta elevada por incendios. La zona, próxima a Pedrógão Grande, donde en los incendios de 2017 murieron más de 60 personas, ha sido la más castigada por las llamas desde el sábado, con más de 6.000 hectáreas arrasadas.
Mação no puede respirar aliviado todavía. Dos gigantescas columnas de fuego marcan los frentes descontrolados de Vergão y Casais de São Bento, en zonas de difícil acceso.
A pocos kilómetros, en São João de Madeira, la situación se va normalizando, pero el bombero João Lima admite que "la noche ha sido muy dura". El incendio
"fue muy complicado", puntualiza su compañera Bruna Silva.
En la aldea de Arganil, los vecinos relatan que estuvieron "rodeados por la llamas" durante la noche. El casco urbano "parecía una isla entre las llamas", aseguró Jorge, un vecino de esta localidad. "Desde que comenzaron las llamas hasta que ardió todo, no hubo nadie, no apareció un policía o un bombero", criticó. "Sólo cuando ya estaba todo medio controlado aparecieron efectivos de Protección Civil de Mação, con el alcalde que ayudó en la extinción".
Desde que se declaró el fuego, el sábado, las llamas han avanzado más de 25 kilómetros y cerca de 40 municipios están todavía en riesgo máximo de incendio. De los más de 30 heridos registrados durante el fin de semana, sólo uno permanece grave y en coma inducido, debido a las heridas sufridas cuando intentaba salvar un tractor de las llamas.
En función de las previsiones, la línea de fuego podría reactivarse con el fuerte viento para esta tarde en la comarca de Mação, en dirección a las poblaciones de Chaveira, Chaveirinha o Vergão.
"Vamos a tener una jornada difícil. El viento fue el principal motor de este incendio", indicó el responsable de Protección Civil. Los vientos alcanzarán hasta 35 kilómetros por hora por la tarde y las temperaturas los 39 ºC, según las previsiones meteorológicas.
El Presidente Marcelo Rebelo de Sousa, que visitó a un herido grave que había sido trasladado a un hospital de Lisboa, expresó "su solidaridad" con los bomberos y la población afectada.
La policía judicial abrió una investigación para determinar las circunstancias de estos fuegos forestales.