Esta metáfora la popularizó el británico Winston Churchill. "Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente europeo una cortina de hierro", declaró el 5 de marzo de 1946, en un discurso en Estados Unidos.
Su autoría se atribuye al escritor ruso Vasili Rozanov, que la empleó en 1918 a propósito de la revolución bolchevique, en su libro "El apocalipsis de nuestro tiempo": "Con un ruido, un chasquido y un gruñido, una cortina de hierro ha descendido sobre la historia de Rusia".
La cortina de hierro (también conocida como "telón de acero" en España) entre la Europa comunista y el Oeste, concebida por los dirigentes soviéticos para bloquear la ideología occidental, se materializó de forma gradual para frenar la huida de ciudadanos hacia el Oeste.
Erigido a partir de 1949 por Hungría, y después por los demás países del bloque comunista, estaba compuesto de alambradas de púas, zanjas, construcciones de cemento, alarmas eléctricas, instalaciones de disparos automáticos o minas, que se extendían varios miles de kilómetros.
En Alemania del Este, los dirigentes comunistas decretaron en 1952 una zona de prohibición de diez metros de ancho a lo largo de la frontera con la República Federal de Alemania (RFA), con vallas de alambres de púas y puestos de vigilancia.
Sin embargo, el dispositivo tenía una falla: Berlín quedó dividida en dos partes -una bajo control soviético, la otra occidental- entre las cuales se podía circular sin mayor dificultad. Unos tres millones de personas lograron encontrar refugio en la RFA a través de Berlín Oeste entre 1952 y 1961, huyendo de la República Democrática de Alemania (RDA).
El régimen alemán del este obtuvo el acuerdo de Moscú para levantar el muro de Berlín en 1961, presentado como una "muralla antifascista".
El muro, bordeado al Este por una tierra de nadie, medía 155 kilómetros (43 km dividían Berlín en dos de norte a sur, y 112 aislaban al enclave de Berlín Oeste del territorio de la RDA). Estaba compuesto esencialmente de hormigón armado y en algunas partes por vallas metálicas.
Las estancias en el Oeste de los ciudadanos de Europa del Este estaban autorizadas bajo estrictas condiciones.
Los candidatos al exilio corrían todos los riesgos. Entre 600 y 700 personas, según los historiadores, perdieron la vida intentando huir del régimen de Alemania del Este.
Solo el muro de Berlín provocó al menos 136 muertos. Unas 5.000 personas lograron en cambio cruzar, sirviéndose de estrategias en ocasiones muy imaginativas.
Una familia escapó desde el tejado de un edificio, gracias a un cable comunicado con familiares que les esperaban abajo, del otro lado del muro. Otros huyeron a nado a través del Spree, el río que atraviesa Berlín, o por túneles o escondidos en vehículos.
En mayo de 1989, Hungría decidió abrir su frontera con Austria, lo que significó la primera brecha en la Cortina de Hierro.
El 19 de agosto, más de 600 alemanes del Este, de vacaciones en Hungría, aprovecharon la apertura de un puesto fronterizo con Austria con motivo de un picnic paneuropeo para huir al Oeste, primer éxodo masivo de este tipo desde 1961.
Los regímenes comunistas de Europa del Este comenzaron a caer y la URSS, entonces dirigida por Mijaíl Gorbachov, no intervino. La RDA vivió manifestaciones sin precedentes.
El 9 de noviembre, un alto dirigente de la RDA fue sorprendido cuando se le preguntó por la fecha de entrada en vigor de los nuevos derechos de circulación para los alemanes del Este. "Que yo sepa, inmediatamente", balbuceó ante la prensa.
Su respuesta desencadenó una riada de miles de berlineses del Este hacia los puestos de control, donde los guardias, confundidos, terminaron levantando las barreras.
Durante la noche, los berlineses eufóricos celebraron el acontecimiento encaramados al muro, y después comenzaron a destruirlo con picotas. En los dos años siguientes, la URSS se desmoronó.