Masivas protestas, campañas por medios de comunicación y redes sociales y una reveladora encuesta han reflejado
el gran interés que la ciudadanía brasileña ha tenido últimamente por
los graves incendios y la deforestación que azotan a la Amazonía. Una preocupación que, a decir verdad, es nueva y abre un nuevo frente de descontento social en el gigante sudamericano.
Y los números no engañan. En las últimas semanas, las grandes ciudades brasileñas como Brasilia, Sao Paulo y Río de Janeiro han sido escenario de grandes manifestaciones en las que miles de personas se han congregado para mostrar su repudio a las medidas medioambientales tomadas por el Gobierno del Presidente Jair Bolsonaro.
A eso se suman datos como la encuesta de
Datafolha publicada hace 13 días, donde
el 66,7% de los consultados cree que Brasil sí está pasando por una crisis ambiental, mientras que el 51% asegura que los países extranjeros tienen derecho a cuestionar la gestión del Gobierno de Bolsonaro en la crisis de la Amazonía.
Por otro lado, el 42,8% de los encuestados afirmó que eventuales sanciones comerciales contra Brasil por la deforestación de la Amazonía estarían merecidas. En esa línea, el 33,3% dijo estar a favor de que otros países adopten medidas de ese tipo. Cifras que sorprenden a los propios brasileños, que ven cómo un hecho que siempre ha existido, pero que no sumaba tanto interés, ahora se transformó en un tema país.
"El Presidente Bolsonaro dijo algo que es verdadero, que esta crisis abrió la Amazonia para los brasileños, porque muy pocos conocen y hablan de la Amazonía", asegura a Emol Aninho Irachande, cientista político, doctor en Política Ambiental y profesor de la Universidad Nacional de Brasilia (UNB).
66,7%de los encuestados por Datafolha cree que Brasil está pasando por una crisis ambiental
Se trata de un apoyo que los mismos activistas de ONGs medioambientales sienten y valoran. "Esa encuesta mostró claramente el sentir del pueblo brasileño.
El pueblo brasileño está preocupado por esta situación y está insatisfecho con la política que el Gobierno tiene adoptada para combatir esta crisis", señala a este medio
Luiza Lima, encargada de políticas públicas de
Greenpeace Brasil.
Por su parte, Raúl Valle, director del departamento de justicia de WWF Brasil, destaca que el citado sondeo de Datafolha "muestra que la gente sí está preocupada por la Amazonía, que sí comprende el valor de la Amazonía y no sólo la Amazonía, sino que del medio ambiente en general, porque esto está pasando tanto en la Amazonía como en el resto de Brasil".
La ocasión propicia para el debate
Según relata el profesor Irachande, Brasil siempre ha tratado la Amazonía como una región ambiental importante, "sin embargo, la población no tenía una percepción clara", por lo que el debate no salía de las instituciones estatales, las ONGs y las aulas universitarias.
Pero en 2019 la cosa cambió, y así lo siente el académico brasileño: "Yo creo que la ocasión es propicia para el debate, porque por un conjunto de circunstancias casuales se ha despertado, yo diría que un poco de repente, un poco de sopetón, el interés propio por la Amazonía", indica.
"Yo creo que la ocasión es propicia para el debate, porque por un conjunto de circunstancias casuales se ha despertado, yo diría que un poco de repente, un poco de sopetón, el interés propio por la Amazonía"
Aninho Irachande
De ese modo, afirma, el mejor acceso a la información y hechos como que la ciudad de
Sao Paulo se quedara a oscuras a las tres de la tarde producto del humo proveniente de la Amazonía, así como las consecuencias que ha traído el cambio climático en cuestiones como el ciclo de la lluvia, han hecho reaccionar a la ciudadanía.
Incluso, Irachande asegura que la población tardó en reaccionar, pero lo hizo. "Cuando llegó la cuestión amazónica, que es muy seria desde el punto de vista de salud pública, de generaciones futuras, de la disponibilidad del agua, la opinión pública internacional reaccionó más rápidamente que la opinión pública brasileña".
Y es más, este académico asegura que esta preocupación por los incendios y la deforestación agresiva no es algo exclusivo de la ciudadanía o las ONGs: "El sector brasileño de agronegocio, el más adelantado, el más moderno, también está consciente de la importancia ambiental, por causa de la disponibilidad de agua y por causa de la presión del comercio de los productos en el exterior. Los que continúan en crímenes de esa naturaleza son la agricultura medio-baja, no es la industria grande".
La cuestión política
Pero ciertamente, todos los entrevistados concluyen que hay un efecto político en todo este despertar, influenciado principalmente por el Presidente Bolsonaro y su política medioambiental. Para Luiza Lima, el Gobierno ha ido generando un clima de insatisfacción y de incredulidad respecto a una posible solución a esta crisis "porque, la verdad, no hay nada que nos indique y nos haga creer que se va a hacer algo en contra de los incendios y la deforestación".
Raúl Valle complementa que "la gente no está contenta con eso, sí comprende la magnitud y la importancia de eso y está en contra de la posición del Gobierno. O sea,
cree que sí es necesario que el Gobierno tome una actitud más proactiva y menos permisiva con la deforestación de la Amazonía, y sobre todo con los indígenas y las poblaciones locales, que son los que más están sufriendo".
Mientras que para Irachande está más que claro que en este proceso hay un fenómeno político y tiene que ver con una política de "deconstrucción" tomada por el Gobierno brasileño destinada a realizar reformas estructurales en materia de educación, salud o previsión social, que han alertado a buena parte de la ciudadanía. Así, afirma que todas estas percepciones se suman, por lo que "cuando llegó la crisis ecológica es una más y parece una locura intolerable".
"Yo diría que es una mixtura de conciencias que se aflora poco a poco (...) entonces en las manifestaciones tú ves gente con una bandera diciendo 'no destruyan la Amazonía', pero verás otra al lado diciendo 'que no haya cortes en la educación' y otra va a decir 'abajo la reforma previsional', porque se ha hecho una política de deconstrucción en varios frentes, que se suman y crean esa conciencia de repudio a cualquier acción que eventualmente parezca descuidada", recalca.
"La verdad, no hay nada que nos indique y nos haga creer que se va a hacer algo en contra de los incendios y la deforestación
Luiza Lima
"Yo no quiero entrar al medio de que si esto es bueno o no, pero estamos hablando del imaginario de la población, de lo que la población percibe. Teníamos un rumbo en la educación, en derechos humanos, y para el Gobierno tiene que cambiar. Poco a poco parece que tiene que cambiar todo. Eso obviamente que crea un sentido de alerta crítico", agrega.
Así las cosas, por lo menos ahora no se ve un acercamiento entre Gobierno y ciudadanía. Al menos, la solución no se ve fácil para ninguna de las partes, mientras el humo en la Amazonía persiste.