Las manifestaciones que comenzaron en Hong Kong hace cien días sumieron a la ex colonia británica en su peor crisis política desde su devolución a China, en 1997, y parece no tener una solución inmediata.
El hecho, de este modo, ha repercutido tanto a nivel interno como en el extranjero y ha significado un dolor de cabeza grande para Beijing, cuyas autoridades están absolutamente desacreditadas en la isla.
Estos han sido los momentos principales de estos cien días de conflicto:
No al proyecto de ley
El 9 de junio, más de un millón de personas, según los organizadores, salieron a las calles de Hong Kong para manifestarse contra un proyecto de ley del Gobierno local que iba a autorizar las extradiciones a la China continental.
Los manifestantes temían que eso derivara en un aumento del control de Beijing sobre la isla, que disfruta de una amplia autonomía y de libertades desconocidas en China gracias al principio "Un país, dos sistemas", vigente hasta 2047.
La manifestación, la más importante desde 1997 en este territorio de 7,3 millones de habitantes, se vio marcada por los choques con la policía. Tanto así que el 12 de junio la violencia sin precedentes dejó 79 heridos y un activista murió al caer de un tejado.
Dos millones de manifestantes
El 15 de junio, la jefa del gobierno local, Carrie Lam, anunció la suspensión del proyecto de ley. Pero un día después, casi dos millones de manifestantes, según los organizadores, exigieron su dimisión y los bloqueos se multiplicaron.
El 1 de julio, en el 22º aniversario de la retrocesión del territorio, varios manifestantes causaron destrozos en el Parlamento local.
Endurecimiento de las protestas
El 21 de julio, varios hombres enmascarados, sospechosos de pertenecer a pandillas violentas, atacaron a los manifestantes.
Los días 27 y 28 estallaron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes tras unas concentraciones no autorizadas.
El 5 de agosto
el territorio semiautónomo se vio sumido en el caos por una huelga general que perturbó los transportes públicos y las conexiones aéreas. Por tercera noche consecutiva se registraron enfrentamientos entre policías y manifestantes.
"Quien juega con fuego, muere quemado", advirtió entonces Beijing.
Caos en el aeropuerto
El 12 de agosto, miles de manifestantes invadieron el aeropuerto de Hong Kong, que se vio obligado a anular sus vuelos. Dos hombres sospechosos de espiar para China fueron agredidos y Beijing dijo que había "signos incipientes de terrorismo".
El día 15, fuerzas militares chinas se concentraron en la ciudad de
Shenzhen, a las puertas de Hong Kong.
El 18 de agosto, una gran concentración pacífica reunió a 1,7 millones de personas, según los organizadores. El Presidente Donald Trump advirtió que una respuesta dura comprometería un acuerdo comercial entre China y Estados Unidos.
Detenciones y escalada de la violencia
La dispersión de manifestantes con cañones de agua y un disparo de advertencia el 25 de agosto supusieron una nueva escalada de la violencia.
El 30 de agosto hubo una redada contra las principales figuras de la movilización, entre ellos
Joshua Wong, el rostro visible del "Movimiento de los Paraguas" de 2014. Fue inculpado y liberado bajo fianza. Un día después, Hong Kong vivió una de las jornadas de protestas más violentas.
El 1 de septiembre, los manifestantes volvieron a poner la mira en el aeropuerto, donde sembraron el caos.
Retirada del proyecto de ley
El 4 de septiembre, Carrie Lam anunció la retirada definitiva del proyecto de ley que desencadenó las protestas, una concesión considerada insuficiente por los manifestantes, que reclaman entre otras cosas la introducción del sufragio universal y la amnistía de las alrededor de 1.100 personas detenidas.
Búsqueda de apoyos extranjeros
El día 8 de septiembre los militantes prodemocracia se concentraron ante el consulado de Estados Unidos, en un llamado para que Washington presione a China.
Un día después, Joshua Wong se reunió con el ministro alemán de Relaciones Exteriores, lo que provocó el enojo de Beijing. Y el día 13 empezó una visita a Estados Unidos para intentar recabar apoyos.
El 15 de septiembre, decenas de miles de personas volvieron a desafiar la prohibición de manifestarse.
La concentración degeneró en enfrentamientos entre policías y grupúsculos radicales, y se quemó una bandera china.
Unas horas antes, cientos de manifestantes se habían concentrado ante el consulado británico, pidiendo a Londres que hiciera más por su ex colonia.
Numerosos eventos deportivos y culturales tuvieron que ser anulados debido a las manifestaciones, que se volvieron casi diarias. Los manifestantes llamaron además a celebrar una huelga general de una semana en octubre.