Tras lograr una amplia victoria en las elecciones legislativas de este domingo, el ex Canciller de Austria, Sebastian Kurz, emprende hoy el desafío de buscar a socios políticos para la formación de un nuevo Gobierno, sin contar con el apoyo de la extrema derecha, su antiguo aliado.
El 37% conseguido en los comicios, según resultados preliminares, representa una considerable revancha para el jefe del Partido Popular Austríaco (OVP), cuatro meses después de la caída de su coalición con el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), de extrema derecha, tras el estallido en mayo del escándalo de corrupción conocido como "Ibizagate".
Pero a pesar de haber aumentado su ventaja respecto a sus competidores y mejorado en casi seis puntos el resultado de su partido en 2017,
no puede gobernar en solitario y deberá buscar nuevas alianzas para recuperar la jefatura del gobierno.
"Naturalmente vamos a hablar con todos los partidos (...) para ver con cuáles podemos formar Gobierno", dijo Kurz el lunes, pero aseguro que teme que esta vez "sea más complicado" que hace dos años.
Ningún partido parece dispuesto a tenderle la mano. Ya la noche del domingo, el ultraderechista FPÖ, que gobernó con los conservadores de Kurz durante 18 meses, anunció su intención de pasar a las filas de la oposición, tras vivir una dura caída en las urnas.
El partido, anti-islam y anti-inmigración y que durante los últimos días de campaña se enfrentó a nuevas sospechas de malversación, perdió alrededor de 16% respecto a las últimas elecciones y "no está en posición" de gobernar, dijo su nuevo jefe, Norbert Hofer.
"El FPÖ es el gran perdedor" de los comicios, señaló el politólogo Peter Filzmaier, especialmente porque hace dos años, la coalición entre la derecha y la extrema derecha austriacas se presentaba como modelo ante el ascenso de los nacionalismos.
En cambio, los Verdes se beneficiaron de la movilización internacional a favor del clima y quedaron como quienes más ganaron con estas legislativas, al obtener un 14% que les permitiría formar una mayoría gubernamental con Kurz. "Lo más factible es un gobierno turquesa (color del OVP) y verde", aseguró un editorial del diario de centro-izquierda Kurier.
Verdes o socialdemócratas
Pero el partido ecologista no prevé hacer ninguna concesión al jefe de los conservadores, quien impuso una línea dura en materia migratoria y rechaza la creación de un impuesto sobre el carbono que defienden los Verdes.
Solo un 32% de los electores de los Verdes son favorables a una coalición con el OVP, que sería inédita en Austria. En el bando conservador hay aún menos partidarios de esta alianza (20%). El jefe de los Verdes, Werner Kogler, advirtió que no se plantea un pacto con Kurz a menos de que éste dé "un cambio político radical".
Durante la campaña electoral, las cuestiones climáticas eclipsaron la temática de la inmigración. Y los ecologistas, que en 2017 no lograron superar el umbral del 4% necesario para entrar al Parlamento,
casi cuadriplicaron su resultado.
"Esto podría representar una oportunidad para Sebastian Kurz para subirse al tren de la ecología, al tiempo que neutraliza la ola verde", señaló el politólogo, Thibault Muzergues, quien considera que el ex Canciller estudia seriamente esta alianza.
Otra opción sería regresar a la tradicional "gran coalición" con los socialdemócratas del SPÖ, que quedaron en segunda posición (22%), 15 puntos por debajo de los conservadores, su peor resultado desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Estos tampoco se muestran muy entusiastas ante la idea de compartir el poder con la derecha, a la que acusan de una deriva populista. No obstante, la jefa del SPÖ, Pamela Rendi-Wagner, dijo estar dispuesta a discutir con los conservadores.
Sin embargo, una gran coalición centrista como la que gobernó Austria durante 44 años no sería nada popular entre los electores, que no quieren volver a oír hablar de esta "vieja pareja". "Forme la coalición que forme, Sebastian Kurz decepcionará a sus electores", resumió el analista político, Peter Filzmaier.
La última opción es la de un gobierno minoritario. Vistos los resultados, esta opción "se volvió muy tentadora", considera el analista Johannes Huber. "Evidentemente, en un momento dado, habrá una moción de censura contra Kurz y finalmente nuevas elecciones. Pero no será deprisa".