Dos caras de la misma moneda. En una jornada marcada por las marchas contra las medidas económicas tomadas por el Presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, la ciudad de Quito ha sido escenario este jueves de una pacífica protesta liderada por los movimientos indígenas, mientras que, por otro lado, la manifestación convocada por estudiantes y sindicados ha estado empañada por hechos de violencia.
Por un lado, miles de indígenas marcharon de forma pacífica hacia el centro histórico de la ciudad, conforme a lo acordado con el Gobierno de Moreno bajo los auspicios de la ONU.
Los manifestantes, que en los últimos días llegaron a Quito procedentes de distintos puntos del país, marcharon desde el parque
El Arbolito, que ha hecho las veces de cuartel general, hasta el centro histórico por una ruta pactada previamente con el Gobierno gracias a la mediación de Naciones Unidas. El vicepresidente,
Otto Sonnenholzner, informó en rueda de prensa que el "compromiso" de los indígenas era "marchar en paz".
Y así fue, según informan los medios ecuatorianos. Los líderes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) negociaron con policías y militares a cada paso del camino cuando los manifestantes se topaban con una barrera de seguridad. En algunos puntos se les permitió continuar y en otros fueron redirigidos, pero en ningún caso hubo enfrentamientos.
La situación ha sido distinta en la Plaza del Teatro, también en el centro histórico, donde confluyeron las miles de personas que se movilizaron atendiendo la convocatoria de los sindicatos y los estudiantes. En la denominada marcha de los trabajadores, los manifestantes han intentado rebasar los cordones de seguridad dando lugar a enfrentamientos con la fuerza pública.
Los agentes, por su parte, han usado gases lacrimógenos, mientras que grupos de encapuchados han lanzado objetos contundentes y levantado barricadas incendiadas.
Los hechos están siendo seguidos con atención por el Presidente Lenín Moreno, quien retornó a Quito proveniente de Guayaquil -ciudad a la que trasladó la sede de Gobierno por cuestiones de seguridad- para monitorear en terreno la situación y tomar las medidas del caso.
Dos muertos y 700 detenidos
El origen de las protestas es la reforma económica anunciada por Moreno el pasado 1 de octubre fruto del acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir una inyección de 4.200 millones de dólares para el país.
Los disturbios estallaron dos días después con enfrentamientos entre policías y militares y saqueos, lo que llevó al Presidente a declarar el estado de excepción, que en un principio debía estar vigente 60 días pero el Tribunal Constitucional lo redujo a 30.
Desde entonces,
dos personas han muerto -una arrollada por un vehículo y otra al caerse por un puente, ambos en el marco de las protestas-; decenas han resultado heridas, incluida una persona que perdió un ojo por un perdigón; y
cerca de 700 han sido detenidas, de acuerdo con el último balance.
Moreno ha ofrecido diálogo aclarando que no recuperará el subsidio al combustible, la medida más polémica del conocido popularmente como "paquetazo", aunque los manifestantes exigen como requisito para sentarse a la mesa de negociaciones que el Gobierno recupere las ayudas públicas a la gasolina y el diésel.
El Presidente ecuatoriano ha acusado directamente a su predecesor y otrora aliado, Rafael Correa, y a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, de orquestar las protestas en un intento de derrocar a su Gobierno, algo que ambos han negado.