Tras cuatro noches de incidentes violentos, decenas de miles de personas afluían este viernes a Barcelona, en una jornada de huelga general y movilización masiva del independentismo catalán contra la condena de nueve de sus líderes a duras penas de cárcel.
Bajo el lema "Libertad", impresionantes columnas de manifestantes estaban entrando en Barcelona por arterias como la Gran Vía o la avenida Meridiana.
Forman parte de las cinco marchas que partieron el miércoles de otras tantas ciudades catalanas, como parte de la movilización del separatismo contra la sentencia del Tribunal Supremo español, que el lunes impuso
penas de entre 9 y 13 años de cárcel a nueve líderes independentistas, implicados en el intento fallido de secesión de 2017.
La llegada de las marchas culmina con una gigantesca manifestación en la capital catalana a partir de las 17:00 horas (12:00 horas en Chile).
Coincide con una jornada de huelga general, que se estaba dejando notar en la ciudad más turística de España: pocos automóviles en el centro, servicios mínimos en transportes públicos y colegios y multitudinarias manifestaciones de estudiantes.
"Queremos hablar, queremos votar, queremos decidir. A ver si nos escuchan. Si no, seguiremos aquí en la calle", decía Elisenda Casadellà, una estudiante de 22 años en una de estas protestas.
En las populares Ramblas, el icónico teatro del Liceo suspendió su función y en el mercado de la Boquería apenas había comercios abiertos. Otro lugar emblemático, la basílica de la Sagrada Familia, cerró sus puertas por la afluencia de manifestantes a su entrada.
En el aeropuerto barcelonés, 57 vuelos fueron anulados, según el gobierno español. Decenas de carreteras fueron cortadas, entre ellas la autopista AP7, donde bloquearon la frontera terrestre entre España y Francia. La fábrica SEAT de Martorell, que emplea más de 6.500 personas, también cerró.
Hasta el mundo del fútbol se ha visto salpicado por la tensión: el clásico Barça-Real Madrid, previsto en el Camp Nou el sábado 26 de octubre, será aplazado, anunció la federación.
La crisis en Cataluña
se produce a pocas semanas de las elecciones legislativas del 10 de noviembre en España, y ha puesto bajo presión al presidente del gobierno socialista saliente, Pedro Sánchez, a quien la oposición de derecha le reclama medidas contundentes.
También se encuentra bajo fuerte presión el Gobierno independentista catalán, que al tiempo que ha alentado las protestas contra la sentencia del Supremo -calificada de "aberrante" e "injusta"- ha enviado a su policía, los Mossos d'Esquadra, a reprimir las manifestaciones violentas.
Una tensión que el presidente catalán, Quim Torra, ha intentado capear, afirmando que seguirá "hablando del ejercicio del derecho de autodeterminación, con las consecuencias que eso implique", como dijo la noche del jueves en la televisión catalana, TV3.