El nuevo Parlamento español se constituyó este martes tras las elecciones de noviembre, que impulsaron a la ultraderecha de Vox como tercera fuerza en el Congreso y no despejaron el bloqueo político en el que está inmerso el país.
Ganador de esos comicios, aunque perdió algunos escaños, el jefe del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), no dispone todavía de los apoyos suficientes para salir triunfante de una investidura en un contexto de alta fragmentación parlamentaria.
En apenas 48 horas después de las elecciones, Sánchez cerró un preacuerdo de coalición con la izquierda radical de
Podemos pero juntos suman 155 diputados (120 del PSOE y 35 de Podemos), lejos de los 176 que marcan la mayoría absoluta en un Congreso de 350.
Para salvar esa distancia, su partido está inmerso en negociaciones con pequeños partidos regionales, entre ellos los independentistas catalanes de Izquierda Republicana (ERC), cuyos 13 escaños pueden ser claves para la gobernabilidad.
"Queremos que haya un gobierno cuanto antes. No le quiero poner ninguna fecha. No sé si debe ser el 12 de diciembre, el 20 de diciembre o el 8 de enero", reconoció el lunes Sánchez, que anteriormente se fijaba la investidura para antes de Navidad.
Pero
"lo que no habrá serán terceras elecciones", zanjó el dirigente socialista que, después de haber ganado las elecciones de abril, no consiguió ser reelegido en el Congreso, provocando un regreso a las urnas.
La inestabilidad y los largos periodos de bloqueo han marcado la política española desde 2015, cuando el arco parlamentario se fragmentó por el auge de nuevas formaciones y el declive de los partidos tradicionales, PSOE y PP (conservadores).
Desde entonces ha habido cuatro elecciones en cuatro años, además de una moción de censura con la que Pedro Sánchez desbancó del poder al conservador Mariano Rajoy en junio de 2018.
Vox como tercera fuerza
La sesión constitutiva del Congreso comenzó con una disculpa a los españoles del parlamentario Agustín Zamarrón, presidente accidental de la Cámara al ser el diputado de más edad, por no haber sido capaces de nombrar un gobierno tras las elecciones de abril.
Esta vez, las urnas acentuaron la fragmentación, con hasta 16 partidos distintos representados en el Congreso, y encumbraron a la ultraderecha de Vox como tercera fuerza, por detrás del PSOE y PP (89 diputados).
Sin representación en el Congreso hace un año, Vox pasó de 24 a 52 diputados e incluso consiguió una vicepresidencia en la mesa del Congreso, su órgano de dirección.
Las presidencias fueron para el PSOE: la catalana y ex ministra Meritxell Batet continuará al frente del Congreso mientras que la jueza madrileña Pilar Llop, especializada en violencia de género, dirigirá el Senado.
Ambas sesiones estuvieron marcadas por la controversia cuando diputados separatistas y nacionalistas prometieron acatar la Constitución "por imperativo legal", lo que enervó a la derecha.
Gobierno "inherentemente inestable"
El próximo paso será la sesión de investidura, cuya fecha todavía está por fijar. Sánchez puede ser escogido por mayoría absoluta en primera votación o por mayoría simple en segunda, pero de momento no cuenta con ninguna de ellas.
Por la tarde, su formación retomará los contactos iniciados hace dos semanas con los separatistas de ERC, que exigen una mesa de diálogo para solventar la crisis catalana que no descarte el derecho a la autodeterminación para esta región.
El PSOE, como la mayoría de partidos nacionales, esgrime que la Constitución no reconoce tal derecho.
El analista Federico Santi, en un informe de la consultoría Eurasia, ve "probable" un acuerdo aunque "las conversaciones se alarguen varias semanas". Pero "el gobierno será inherentemente inestable y es improbable que aguante toda la legislatura", añadió.
Algunas voces reclaman un entendimiento estable entre los dos grandes partidos, PSOE y PP, pero ninguno muestra especial predisposición.