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Mar de China Meridional, el otro campo de batalla de la guerra fría entre Washington y Beijing

A las declaraciones cruzadas por la ley de seguridad de Hong Kong, la crisis del covid-19 y la guerra comercial, ahora se suma la situación en esta zona que enfrenta al gigante asiático con países como Filipinas y Vietnam.

16 de Julio de 2020 | 06:06 | EFE/Editado por Ramón Jara A., Emol
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EFE
El disputado mar de China Meridional se ha convertido en el último campo de batalla de la guerra fría entre EE.UU. y China, donde ambas potencias han desarrollado recientemente maniobras navales desatando una nueva escalada de tensión militar y dialéctica que amenaza con desestabilizar el Sudeste Asiático.

La guerra comercial, las suspicacias sobre el covid-19 o la polémica ley de seguridad de Hong Kong han enrarecido la difícil relación entre las dos superpotencias, que en las últimas semanas han convertido ese mar en su nuevo escenario de hostilidad.

"El Sudeste Asiático está moviéndose en la creciente competencia entre EE.UU. y China. Sus naciones no se han decantado aún porque se han beneficiado de los dos mundos al construir relaciones económicas con China y mantener fuertes lazos militares con Estados Unidos", indicó el presidente del Bower Group Asia, Murray Hiebert, en un video-foro organizado el martes por el Instituto Stratbase de Manila.

Según Hiebert, "el éxito de la Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) dependerá en gran medida de que EE.UU. y China superen sus diferencias y construyan cierto nivel de confianza mutua para mantener un orden pacífico y estable en la región".

EE.UU. eleva el tono

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, emitió el lunes un comunicado en el que calificaba de "totalmente ilegales" los reclamos de Beijing en casi todo ese mar y reconocía la titularidad sobre parte de esas aguas de las naciones del Sudeste Asiático, particularmente Filipinas y Vietnam.

Pompeo acusó a China de usar la "intimidación" contra otros países y de socavar el derecho internacional en un comunicado insólito, ya que hasta ahora EE.UU. había evitado tomar partido en estas disputas marítimas.

El miércoles, el jefe de la diplomacia estadounidense bajó el tono de sus palabras y aclaró que buscarán una salida diplomática: "Iremos a proporcionarles la ayuda que podamos, ya sea en organismos multilaterales, ya sea en la Asean, ya sea a través de respuestas jurídicas; utilizaremos todas las herramientas que podamos", indicó en conferencia de prensa.

La respuesta de China no se hizo esperar y su embajada en Washington se apresuró a tildar de "injustificadas" las acusaciones de Estados Unidos y le recriminó "incitar la confrontación en la región".

"La declaración de Pompeo es la continuación de las crecientes críticas de EE.UU. a China sobre cuestiones como Hong Kong, los abusos a la minoría uigur o el coronavirus, como parte de la retórica anti-China de cara a las elecciones"

Carl Thayer
"La declaración de Pompeo es la continuación de las crecientes críticas de EE.UU. a China sobre cuestiones como Hong Kong, los abusos a la minoría uigur o el coronavirus, como parte de la retórica anti-China de cara a las elecciones", señaló el profesor emérito de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), Carl Thayer.

Según Thayer, experto en el Sudeste Asiático, las palabras del secretario de Estado también "buscan apuntalar en el plano retórico los últimos ejercicios militares de EE.UU. en el mar de China Meridional, como muestra de apoyo más activa a los países de la región".

Maniobras militares

Antes del enfrentamiento verbal, ambas potencias se enzarzaron en provocaciones militares con maniobras navales en ese mar: Estados Unidos desplegó el 4 de julio sus buques de guerra USS Ronald Reagan y USS Nimitz, una inusitada exhibición de fuerza en el Día de la Independencia.

China, por su parte, hizo maniobras entre el 1 y el 5 de julio con su nuevo equipamiento militar -destructores de misiles guiados Tipo 052D y fragatas de misiles Tipo 054A- en los mares del Sur de China, de China Oriental y Amarillo.

Esas maniobras incluyeron las islas Paracel, disputadas con Vietnam, lo que provocó una nueva protesta diplomática del Gobierno vietnamita, que acusaba a China de "violar su soberanía y afectar a la paz".

Además de Vietnam, Filipinas, Malasia, Taiwán y Brunei reclaman partes de este estratégico mar -por el que circula el 30% del comercio global y que alberga el 12% de los caladeros mundiales, además de yacimientos de petróleo y gas-, aunque China se atribuye la soberanía del 90% de esas aguas en base a "derechos históricos".

Tribunales internacionales

La escalada de tensión coincide con el cuarto aniversario del fallo del Tribunal de Arbitraje de La Haya, que el 12 de julio de 2016 atribuyó la titularidad de parte de las islas Spratly y del atolón de Scarborough a Filipinas, único país de la región que cuenta con un fallo internacional que avala su postura, aunque Beijing no lo reconoce y prosigue su expansión.

El secretario filipino de Defensa, Delfin Lorenzana, pidió el martes a Beijing que respete el derecho internacional en un mensaje que contrasta con la tibieza del Presidente Rodrigo Duterte, quien orientó la política exterior hacia China a cambio de inversiones.

El presidente del Instituto Stratbase, Albert del Rosario -ex canciller filipino- instó al actual Gobierno filipino a que lleve su triunfo en La Haya a la próxima Asamblea General de la ONU para lograr apoyo multilateral a la disputa marítima con China, ya que la libre navegación beneficia a otras potencias, como Japón, Australia, India o la Unión Europea.

Del Rosario también opinó que el resto de países de la Asean, también afectados por la expansión del "gigante asiático" en sus aguas, deberían denunciar a China en los tribunales internacionales para presionarla por "la destrucción ambiental desenfrenada y sistemática".

Papel de la Asean

En su última reunión presidencial, celebrada por videoconferencia a finales de junio, la Asean emitió un comunicado en el que mencionaba que "los reclamos territoriales y las actividades en las áreas disputadas han aumentado las tensiones y pueden socavar la paz, estabilidad y seguridad de la región", la postura más contundente hasta la fecha de un bloque normalmente más sutil para con China.

En este sentido, el jurista filipino Antonio Carpio, experto en derecho marítimo, resaltó la necesidad de que la Asean emprenda patrullas conjuntas en el mar de China Meridional para contener la expansión militar de China, cuyos buques han atacado varias veces en sus aguas a pescadores de Vietnam y Filipinas.

"Enviaríamos a China un mensaje de unidad y ya no funcionaría su estrategia de ir uno por uno. Si aún así no funciona, deberíamos buscar alianzas con potencias navales como Estados Unidos, Australia o Japón", argumentó finalmente Carpio, magistrado retirado del Supremo.
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