En 2015, Irán firmó un acuerdo con Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y el Reino Unido, que pretendía poner límites al programa nuclear iraní, con el objetivo de evitar que pudiesen desarrollar un arma nuclear, algo que ese país insiste que no está en sus planes.
A cambio, Irán recibió rebajas en las sanciones que esos países le habían impuesto, incluyendo medidas sobre sus exportaciones de petróleo y acceso al sistema global bancario. Irán fue autorizado a continuar su programa nuclear con fines civiles, con estrictos límites de cuánto uranio podría enriquecer, la pureza con que podría hacerlo y otras medidas.
Antes del acuerdo, estimaciones conservadoras ponían a Irán a cinco o seis meses de tener la capacidad de producir una bomba, aunque algunos temían que el plazo podía ser de dos a tres meses. Con los resguardos del acuerdo, ese tiempo para el potencial desarrollo de un arma quedaba en más de un año.
Pero en 2018, el entonces Presidente Donald Trump retiró unilateralmente a EE.UU. del acuerdo, criticando las cláusulas que aliviaban las restricciones sobre Irán en etapas, y también el hecho de que una vez que el acuerdo expirara, Irán podría hacer lo que quisiera con su tecnología nuclear. Además dijo que necesitaba ser renegociado para apuntar al programa de misiles de Irán y su influencia en la región, tal como el apoyo a grupos militantes.
Las duras sanciones de EE.UU. que siguieron, golpearon fuerte a la economía iraní, pero no fueron suficientes para que Teherán volviese a sentarse a la mesa de negociación como quería Trump. En cambio, los iraníes comenzaron a exceder las limitaciones presentadas en el acuerdo para presionar a los demás firmantes de proporcionar un alivio económico.
En febrero, el secretario de Estados de EE.UU., Antony Blinken, dijo que el plazo en que Irán podía desarrollar armamento había disminuido: "estamos a tres o cuatro meses y dirigiéndonos en la dirección opuesta".
El Presidente Joe Biden ha dicho que quiere volver a unirse al acuerdo, pero que Irán debe revertir las violaciones que ha realizado.
La Unión Europea llamó a conversaciones para conseguir exactamente eso. Pese a que existe una delegación estadounidense presente en Viena, no están reuniéndose directamente con Irán. En cambio, diplomáticos de los otros países están funcionando como mediadores entre ambas partes.
Camino a las conversaciones que comenzaron la semana pasada, Irán dijo que estaba dispuesto a volver a un cumplimiento total del acuerdo, pero que primero Estados Unidos tendría que eliminar todas las sanciones impuestas por Trump.
Sin embargo, eso es complicado. El gobierno de Trump añadió sanciones a Irán no solamente por su programa nuclear, sino también aduciendo terrorismo, violaciones de derechos humanos y su programa de misiles balísticos.
Aún así, hay señales de esperanza. Las conversaciones se han movido rápido y han pasado la etapa del "quién va primero", llegando a puntos específicos, según comenta Aniseh Bassiri Tabrizi, académica iraní en el Royal United Services Institute británico. "Es un muy avance de que están estos dos grupos realmente hablando de lo que importa", dijo a la agencia AP.
Para que Irán retorne al acuerdo, debe revertir el enriquecimiento de uranio a no más de 3,67% de pureza, dejar de usar centrífugas avanzadas y reducir drásticamente la cantidad de uranio que enriquece, entre otras cosas.
A pesar de los desafíos, Tabrizi dice que la tarea por delante no es tan complicada como la que llevó a cabo el grupo en 2015, ya que ahora existe un acuerdo al cual referirse.
No existe una ventana de tiempo especificada. Los diplomáticos involucrados dicen que los temas no pueden ser resueltos de la noche a la mañana, pero esperan que exista una resolución en semanas y no meses, esto por varias razones.
El acuerdo original fue validado luego que el Presidente iraní Hassan Rouhani, visto como un moderado, asumiera el gobierno. Rouhani no puede volver a presentarse en las elecciones de junio por límites legales, por lo que espera terminar su mandato con Irán posibilitado para vender su petróleo en el extranjero y con acceso a los mercados financieros internacionales.
En tanto, Estados Unidos podrá enfrentarse a una negociación mucho más dura si no logra un acuerdo antes que Rouhani deje el cargo. Los sectores más duros de Irán rechazan el acuerdo nuclear, asegurando que no ha entregado suficientes beneficios económicos y que es un callejón sin salida que pone más presión al país. Eso no significa necesariamente que terminarían las conversaciones si se quedasen con el gobierno en las elecciones, pero sí complicaría las cosas, dice Sanam Vakil, subdirector del programa de Medio Oriente y África del Norte en instito de políticas de Chatham House.
Hay otra razón por la cual hay que moverse rápido: Irán en febrero comenzó a restringir las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica a sus instalaciones. En cambio, ha dicho que preservará los videos de vigilancia por tres meses y se los entregaría a este organismo, si hay un alivio en las sanciones vigentes. De otra forma, Irán dice que borrará esos registros.
Hay varios, tal como hechos recientes lo han revelado. Durante el fin de semana, la instalación nuclear de Natanz fue objeto de sabotaje. No está claro qué sucedió exactamente, pero un apagón dañó las centrífugas.
Los iraníes culpan del ataque a Israel, que no apoya el acuerdo nuclear, aunque las autoridades israelíes no han hecho comentarios sobre este incidente.
Irán dice que Israel explícitamente espera desviar las conversaciones con este sabotaje. Rouhani asegura que espera que las negociaciones lleguen a buen puerto, pero el ataque ha complicado las cosas. Por ahora, Irán ha respondido anunciando que incrementará el enriquecimiento de uranio a un 60% de pureza -mucho más alto que antes- e instalará centrífugas más avanzadas en Natanz.
Poco después de este hecho, ambas partes han endurecido su retórica. El miércoles, el líder supremo iraní, el ayatola Ali Khamenei, quien tiene la última palabra en todas las materias de la República Islámica, descartó todas las ofertas vistas hasta ahora en Viena diciendo que "no vale la pena verlas". Aún así, ha dicho que tiene confianza en sus negociadores.
Blinken, en tanto, dice que Washington ha mostrado seriedad al participar de las conversaciones indirectas en Viena, pero que con los anuncios recientes de Teherán, "aun queda por ver si Irán comparte esa seriedad en su propósito".