En 1963, tres años después de la independencia de Gran Bretaña, la isla vivió sus primeros enfrentamientos entre las comunidades greco y turcochipriota que habían coexistido pacíficamente durante cuatro siglos. A resultas de estos choques, los turcochipriotas crearon enclaves en los que se concentró la mayor parte de su población. Una de estas zonas fue el norte de Nicosia, que se convertiría, junto a Berlín, en la segunda ciudad dividida de Europa.
El 20 de julio de 1974, y tomando como pretexto el golpe de Estado contra el Gobierno del arzobispo Makarios -impulsado desde Grecia por la dictadura de los Coroneles- y para "proteger" a la población turcochipriota, Turquía desembarcó con sus tropas en el norte de Chipre durante una operación militar denominada Atila, y ocupó el 36,2 % del territorio septentrional de la isla, hasta hoy bajo su control.
Nicosia permanece dividida por la denominada Línea Verde -una zona desmilitarizada custodiada por fuerzas de la ONU- hasta el día de hoy, si bien a partir de 2003 se abrieron los primeros pasos entre ambas partes del país y en 2008 en la capital, posibilitando así nuevamente la comunicación personal entre sus habitantes.
Tras décadas de intentos fallidos para lograr una solución a la denominada cuestión chipriota, en 2017 las comunidades greco y turcochipriota estuvieron a punto de sellar la reunificación en una reunión celebrada en Suiza bajo los auspicios de la ONU.
Finalmente, el encuentro fracasó por una serie de desacuerdos, entre otras cosas sobre el reparto de poderes -el líder grecochipriota Nikos Anastasiadis no parecía dispuesto a compartir plenamente el poder con los turcochipriotas- así como por la insistencia de los turcochipriotas de mantener a sus tropas en la isla.
Un nuevo intento este año, tras las elecciones presidenciales en la RTNC, que dieron la victoria al nacionalista proturco Ersin Tatar, se fue igualmente al traste, esta vez porque tanto el nuevo liderazgo turcochipriota como el propio Erdogan propugnan ya sólo la división definitiva y la creación de dos estados independientes.
Esta fórmula es rechazada de plano por la comunidad internacional y la Unión Europea, que solo aceptan una solución basada en las propuestas formuladas bajo los auspicios de la ONU, a saber, una federación bizonal y bicomunal con igualdad política para ambas comunidades.
Entre los múltiples problemas que toca resolver está el del regreso de los cerca de 200.000 grecochipriotas expulsados de sus hogares tras la invasión en 1974.
Las propiedades de los grecochipriotas expulsados fueron concedidas a turcochipriotas que habían sido desplazados a su vez del sur, a colonos traídos desde Turquía o a militares de los destacamentos desplegados.
A partir de la década de los años 90 del siglo pasado los grecochipriotas empezaron a plantear causas legales contra Turquía sobre este tema, hasta que en 2006 se creó en el norte la Comisión de Bienes Inmuebles donde los grecochipriotas pueden presentar su demanda para elegir una de tres opciones: restitución, compensación o intercambio.
Medios turcos afines a Erdogan han dejado entrever que en su discurso el presidente turco tiene previsto anunciar la restitución de estos bienes a sus propietarios legítimos, de momento solo en una parte de Varosha en la ciudad de Famagusta, pero a cambio de que estén dispuestos a vivir en un estado turcochipriota independiente, lo que legitimaría internacionalmente la división.
Como alternativa estaría dispuesto a ofrecerles la posibilidad de exigir una compensación económica a cambio de ceder definitivamente sus propiedades a la parte turcochipriota.
Estas propuestas son completamente inviables tanto para los afectados como para la comunidad internacional, y se mueven sobre unos cimientos sin base legal.
Tras la invasión turca, Varosha, que contaba con unos 12.000 habitantes, quedó sellada y vallada como zona militar, lo que ha llevado a convertirlo en un barrio fantasma.
En 1984 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que prohíbe el asentamiento en Varosha de personas que no sean sus habitantes y pide la transferencia de esta área a la administración de la ONU.
En 1992, una nueva resolución instó a que el área bajo control de la Fuerza de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas en Chipre se amplíe para incluir Varosha.
Hasta octubre del año pasado nadie tocó este asunto, pero con la nueva doctrina de propugnar la creación de dos estados, el presidente de la RTNC anunció la apertura de una pequeña zona de la playa, lo que causó un revuelo internacional y llevó al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y a la UE a instar a Turquía y a la comunidad turcochipriota a dar marcha atrás en su decisión.