EMOLTV

A 20 años del 11-S: Las consecuencias que dejaron los atentados terroristas en EE.UU. y el mundo

Los ataques en el país norteamericano dejaron huellas imposibles de borrar en todo el planeta, al punto de que muchas de las decisiones que se tomaron después incidieron en la realidad actual.

09 de Septiembre de 2021 | 08:00 | Por Ramón Jara A., Emol
imagen
AFP
Hace casi 20 años, el 11 de septiembre de 2001, el andar de Estados Unidos, y por qué no decirlo, de todo el mundo, dio un vuelco. Los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, que dejaron 2.996 muertos, tocaron lo más profundo del país más poderoso del planeta, que tras esto se sintió vulnerable y emprendió un rumbo que hasta el día de hoy ha dejado huellas.

Las consecuencias de estos ataques son variadas. Aún está vivo el recuerdo de la desesperación y angustia de los estadounidenses, que no podían creer lo que estaba sucediendo; o el desconcierto del entonces Presidente norteamericano, George W. Bush, que a partir de ese día inició una cruzada antiterrorista que acaba de "terminar" este año, dos décadas después.

"Los atentados perpetrados por Al Qaeda cambiaron el rumbo de la historia política de Estados Unidos y la de muchos de sus aliados, sobre todo europeos", dice a Emol el director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, Alberto Rojas, quien enumera cambios relacionados con la famosa "Guerra contra el terrorismo" de Bush, pero también con la seguridad interior de Estados Unidos.

Han pasado dos décadas y aún queda mucho por hablar de este hecho que, sin duda, marcó el inicio del siglo XXI.

Comenzó la "Guerra contra el terrorismo"

Tras los atentados del 11-S, el Gobierno de George W. Bush dio un giro radical en su gestión y puso la idea de la "Guerra contra el Terrorismo" como eje de su política exterior y de defensa. La Casa Blanca fue fijando "enemigos", instancia en la cual el sentimiento nacionalista estadounidense creció.

El primer objetivo era acabar con Al Qaeda, por lo que el Mandatario decide invadir Afganistán en octubre de 2001, iniciando una guerra a la que recién se le puso fin semanas atrás, con el retiro de las tropas norteamericanas y de sus aliados de la OTAN. Para fines de ese año, los talibanes, que en ese entonces dominaban el país y tenían nexos con el grupo liderado por Osama bin Laden, dejaron el país. Pero la guerra continuó.

"Washington no quería que Afganistán volviera a ser un 'país santuario' para grupos yihadistas y la forma de evitarlo era -inevitablemente- reconstruyendo Afganistán e intentando construir un país más estable, seguro, democrático, etc.", explica Alberto Rojas.

El académico asegura que la presencia militar de Estados Unidos en Afganistán pudo haber terminado en 2011, con la muerte de Bin Laden, pero se extendió una década más, con todo lo que eso implicó: más de 172.000 muertos entre soldados estadounidenses, civiles, tropas afganas, combatientes talibanes y activistas de ONGs, además de billones de dólares en gastos. La imagen de Washington también comenzó a dañarse tras conocerse las denuncias de torturas cometidas en la cárcel de Guantánamo, a donde fueron a parar los sospechosos de terrorismo.

Para peor, la retirada de las tropas estadounidenses -acordada por el Presidente Donald Trump y materializada por su sucesor, Joe Biden- dio paso a una avanzada talibán que terminó con la toma de la capital, Kabul, a mediados de agosto. Finalmente, EE.UU. deja Afganistán con los fundamentalistas en el poder, al igual que hace 20 años.

Por otro lado, con el argumento de que el Gobierno de Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, Bush ordenó la invasión de Irak en marzo de 2003. La idea fue debatida en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Chile formaba parte y rechazó la solicitud de Washington. Sin esa venia, EE.UU. concretó de todas formas el operativo militar, con el apoyo de países como Reino Unido y España.

El 13 de diciembre de 2003, Hussein era capturado y puesto ante la justicia iraquí, que lo condenó a morir en la horca, lo que se concretó el 30 de diciembre de 2006. De las armas de destrucción masiva, sin embargo, nunca se supo.

Alza de popularidad de Bush

En medio de la profunda herida que significaron los ataques del 11-S, George W. Bush buscaba formas de, por un lado, unificar al país y, por otro, dar un mensaje de que esta acción le iba a costar caro a los terroristas. Todo eso le valió un alza en la popularidad a niveles altísimos, llegando a tener un 90% de aprobación a su gestión.

El Mandatario había asumido la presidencia pocos meses antes, el 20 de enero de 2001, sin tener mucha llegada con la ciudadanía. Asimismo, y a diferencia de su predecesor Bill Clinton, priorizó la política interna y dejó de lado las relaciones exteriores. Eso hasta el 11 de septiembre.

"Los ataques del 11 de septiembre calaron hondo en la sociedad estadounidense. Es el mayor atentado terrorista cometido en Estados Unidos en la historia y además tuvo un componente de profundo dramatismo (...) Todo eso se transformó en una herida que tomaría años cicatrizar. Por eso, cuando Bush ordenó la invasión de Afganistán para acabar con Al Qaeda y Bin Laden, miles de estadounidenses se reclutaron voluntariamente para participar de la ofensiva militar en contra de los responsables. Y eso, claramente, mejoró la imagen y popularidad de su gobierno", indica Rojas.

En ese sentido, el analista añade que "los atentados le dieron un sentido a su presidencia y le posibilitaron la reelección".

Así como Bush, fueron varios los personeros de la Casa Blanca y el Pentágono, conocidos como los "halcones", que subieron sus bonos tras los atentados. Entre ellos estaban el vicepresidente, Dick Cheney; el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld; y el secretario de Estado, Colin Powell.

"Los 'halcones' tomaron el control de la administración Bush durante los ocho años que permanecieron en la Casa Blanca. Pero los atentados también le sirvieron a otros gobernantes, como Vladimir Putin, que entonces aún enfrentaba la amenaza separatista en Chechenia, que tras la guerra dio paso a numerosos atentados en suelo ruso", afirma el académico.

Nuevo terrorismo

Pero tras las invasiones a Afganistán a Irak comenzó a aflorar un nuevo sentimiento en las facciones islámicas radicales. "Lejos de acabar con la amenaza de los grupos yihadistas, las intervenciones en Afganistán e Irak, al igual que muchas de las operaciones con comandos y drones en diferentes países, solo han ayudado a crear nuevas generaciones de yihadistas", dice Alberto Rojas.

Ejemplo claro de esto son los atentados del 11 de marzo de 2004 en la red de trenes de Madrid, que acabó con la muerte de 193 personas. Los ataques los cometió Al Qaeda, en respuesta a la participación de tropas españolas en Irak.

172.000personas murieron en Afganistán
Poco más de un año después, el 7 de julio de 2005, cuatro explosiones afectaron al sistema de transporte público de Londres, dejando 52 muertos y más de 700 heridos. Al igual que en Madrid, los ataques fueron realizados por una célula local de Al Qaeda.

"Al Qaeda hoy ya no es la misma organización terrorista de 2001. Pero a lo largo de estos años se convirtió en una verdadera 'franquicia terrorista' que se ha dispersado por el mundo. Tal vez hoy no sea capaz de un nuevo atentado como el del 11-S, pero representa una amenaza más extensa", indica Rojas.

El académico complementa que "tras la invasión estadounidense a Irak surgió el grupo Al Qaeda en Irak, que después se transformó en el Estado Islámico de Irak y Siria, que luego se consolidó como Estado Islámico al proclamar su califato en 2014. Y hace algunas semanas vimos los atentados cometidos por su filial afgana (Estado Islámico-Khorasan) en las afueras del aeropuerto de Kabul".

Actualmente, hay más de cien grupos yihadistas repartidos entre Asia Central, Medio Oriente y el África Subsahariana. "Y son la prueba de lo difícil que ha sido para Occidente comprender el fenómeno yihadista, que además representa una mínima fracción del mundo islámico", afirma el especialista.

"Desde entonces hemos visto atentados de distinto tipo en Francia, España, Reino Unido, Alemania, Turquía, Indonesia, Nueva Zelanda, Sri Lanka, etc. La idea del terrorismo que no conoce de idiomas ni fronteras se volvió parte de nuestra realidad y de nuestros temores, en el contexto de una sociedad globalizada y cada vez más digitalizada. Y al igual que en el caso de la pandemia, le ha dado mayores atribuciones a los gobiernos para enfrentar dichas amenazas", asegura.

Seguridad interior

Pero Estados Unidos no sólo libraba una guerra exterior. A nivel interno, el país se preocupaba hasta en el más mínimo detalle para evitar un nuevo ataque terrorista. En este sentido, se reforzó la seguridad en aeropuertos y aviones.

"Sobre todo a partir del Acta Patriota, se redefinieron los límites de muchas garantías personales y el resguardo de la privacidad dentro y fuera de Estados Unidos", explica Alberto Rojas.

"Al Qaeda hoy ya no es la misma organización terrorista de 2001. Pero a lo largo de estos años se convirtió en una verdadera 'franquicia terrorista' que se ha dispersado por el mundo. Tal vez hoy no sea capaz de un nuevo atentado como el del 11-S, pero representa una amenaza más extensa"

Alberto Rojas
El especialista especifica que "las agencias de inteligencia se dotaron de mayores atribuciones y se comenzó a monitorear la conducta digital de millones de personas en busca de indicios de posibles amenazas terroristas, desde correos electrónicos hasta contenidos en redes sociales. Y eso persiste hasta hoy".

Por otro lado, el sentimiento anti islamista crecía en Estados Unidos, aumentando de manera exponencial los ataques islamófobos.

Consecuencias en el resto del mundo

El resto del mundo también sufrió consecuencias, especialmente Europa. Los ya mencionados atentados de Madrid y Londres tuvieron implicancias políticas: en España, costaron la derrota electoral del entonces jefe de Gobierno, José María Aznar, cuya reelección era casi un hecho. Esto, tras responsabilizar de los atentados al grupo separatista ETA, lo que resultó ser falso y no fue perdonado por la ciudadanía.

Mientras, en Reino Unido el primer ministro Tony Blair vio cómo su popularidad fue descendiendo cada vez más. Su decisión de enviar tropas a Irak tenía dividido al país y a su propia colectividad, el Partido Laborista, al punto de que se le cuestionaba de haber dado un paso más hacia la derecha. Los atentados de 2005 lo hundieron aún más.

Por otro lado, al estar enfocado en la lucha contra el terrorismo, EE.UU. llegó a "descuidar" otros temas, amenazas y zonas de interés, lo que según explica Alberto Rojas, "fue aprovechado por potencias como Rusia y China para aumentar su poder e influencia en términos regionales y mundiales".

"De hecho, hemos visto el aumento y el fortalecimiento de gobiernos autoritarios, así como un progresivo debilitamiento de la democracia y el multilateralismo. Ciertamente, no todo eso se debe a la gestión de EE.UU. a nivel internacional en estos años, pero sin los atentados del 11-S, es muy probable que el sistema político internacional hubiese tomado un rumbo diferente. Y esa es una de las grandes diferencias entre el mundo de 2001 y el de 2021", finaliza.
cargando