Más de cuatro millones de estudiantes de Australia se preparan para el inicio del año escolar a partir de la próxima semana bajo diferentes criterios en cada región y en medio de temores de que las clases presenciales en los colegios disparen los contagios de covid-19 en el país.
En plena campaña para inmunizar a la población menor de 12 años, los estados de Nueva Gales del Sur y de Victoria, los más poblados del país oceánico, pondrán a disposición de los alumnos y sus trabajadores dos pruebas rápidas de antígeno a la semana durante las cuatro primeras.
Las medidas respecto al uso de las mascarillas faciales también varían según las regiones de Australia, donde se pone énfasis en la obligatoriedad para el personal y los estudiantes de secundaria, pero no necesariamente a los más pequeños.
Las escuelas cerrarán "como último recurso" por el covid-19 y el aprendizaje virtual se realizará durante "el menor tiempo posible", aseguró este lunes a periodistas en Sydney la secretaria de Educación de Nueva Gales del Sur, Georgina Harrisson.
En contraste, Queensland y Australia del Sur han optado por retrasar el inicio del año escolar; mientras que Australia Occidental, que aún prohíbe los desplazamientos a su territorio por tiempo indefinido y no ha sido golpeado por la irrupción de la variante ómicron, reanudará las clases la próxima semana.
"Esperamos que la transmisión potencial (...) aumente con la vuelta al colegio, pero es algo con lo que tendremos que lidiar", dijo la semana pasada el jefe médico del Gobierno australiano, Paul Kelly, a periodistas en Camberra, al insistir que todos sus colegas de las regiones consideran que "lo más importante es reabrir las escuelas".
La reanudación de las clases presenciales forma parte de la estrategia del Gobierno de Australia, que impuso por casi 19 meses el cierre de sus fronteras internacionales y duros confinamientos con pocos casos de covid-19 mientras que en la actualidad se basa en la vacunación y la inoculación de dosis de refuerzos.
Con un 93% de la población mayor de 16 años con la pauta completa, Australia afronta un repunte de infecciones por la irrupción de la variante Ómicron, que han causado una escasez de las pruebas rápidas para detectar el virus, desabastecimiento en los supermercados y bajas masivas en sectores laborales esenciales.
En Australia los contagios de covid-19 han pasado de 211.637 casos acumulados desde el inicio de la pandemia hasta el 1 de diciembre a un total de 1,7 millones hasta hoy, de los cuales unos 47.000 fueron notificados este lunes.
El número total de fallecidos es de 3.161, de los cuales 58 fueron confirmados este lunes.
Pero, "estamos viendo señales claras de que la ola de Ómicron, al menos en Nueva Gales del Sur, Victoria y el Territorio de la Capital Australiana ha llegado a su peak", dijo este lunes a los medios el ministro australiano de Salud, Greg Hunt.