A sus 62 años, Xiomara Castro, líder del Partido Libertad y Refundación (Libre), hoy hará historia al asumir como la primera mujer en llegar a la presidencia de Honduras, un país donde proliferan altos índices de violencia contra el género femenino. Sin embargo, aquel no es el único desafío, pues la Mandataria se enfrentará a un Parlamento dividido, a la pandemia y a la corrupción.
"La victoria de la primera mujer presidenta en Honduras representa un gran paso en la influencia que estamos ejerciendo las mujeres en diferentes aspectos sociales y políticos", dijo a la agencia EFE la titular del Comisionado de Derechos Humanos, Blanca Izaguirre.
El triunfo de Castro es considerado como el segundo hito más importante para las mujeres en Honduras, ya que la nueva Presidenta llega al poder 67 años después de que les reconocieran el derecho a votar en las elecciones generales: "Hace 67 años que se nos permitió votar, el camino para una mujer en Honduras no ha sido fácil, pero hoy es trascendental y ocupamos los cargos necesarios para lograr los cambios que anhelamos", subrayó Izaguirre.
Castro, es administradora de empresas y está casada con el ex Presidente Manuel Zelaya, quien fue derrocado el 28 de junio de 2009 cuando promovía reformas constitucionales que la ley le impedía, y dirigirá Honduras hasta el 27 de enero de 2026, tras ganar las elecciones del 28 de noviembre pasado con un amplio margen. Sustituye en el cargo a Juan Orlando Hernández, quien ha gobernado el país desde 2014.
Izaguirre, quien también es la primera mujer que rectora del Comisionado de Derechos Humanos en Honduras, augura un "futuro prometedor" a Castro, aunque afirma que tendrá "grandes desafíos" en un país en el que impera "una cultura machista". Sin embargo, no es el único desafío que enfrentará la Mandataria en los cuatro año de gobierno que recién inicia hoy.
Crisis económica
Una precaria situación económica, la pandemia de covid-19 en alza, altos índices de pobreza y corrupción, más el narcotráfico que afectó al Presidente saliente, Juan Orlando Hernández, son algunos de los desafíos para la Mandataria electa.
Según diversas fuentes, la crisis económica se agudizó con la pandemia, que desde marzo de 2020 se comenzó a expandir. La crisis sanitaria no solo ha dejado unos 10.500 muertos y 388.000 contagios, también llevó a la quiebra o cierre temporal a micros, pequeñas, medianas y grandes empresas, lo que derivó en que unas 500.000 personas se quedaran sin empleo.
El país además sufrió en noviembre de 2020 severos daños a su infraestructura y economía por las tormentas tropicales Eta e Iota. De acuerdo con analistas, antes de la pandemia la pobreza afectaba a más del 60 % de los 9,5 millones de hondureños, pero luego de dos años y el daño que causaron Eta e Iota, la cifra supera el 70 %.
Para organismos como el Foro Social de Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), la débil economía no ha colapsado por las remesas que cada año envían más de un millón de inmigrantes hondureños que viven en el exterior, principalmente en Estados Unidos. Al respecto, según el Banco Central, Honduras recibió en 2021 unos 7.500 millones de dólares en remesas familiares enviadas por los inmigrantes, cifra que ronda el 25 % del producto interno bruto.
El analista Pablo Carías dijo a EFE que "sin duda alguna la Presidenta asumirá el poder en unas circunstancias muy difíciles, muy complejas, no solamente por el hecho de que el país ha perdido la institucionalidad (...) "Algunos dicen que ya la deuda externa es impagable porque nos estamos acercando a los 20.000 millones de dólares. Para un país pobre como Honduras eso es grave, con un desempleo también mayúsculo".
El 70%de los hondureños viviría en una situación de pobreza.
En tanto, el ministro de Finanzas, Luis Mata, dijo el pasado día 21 de enero que hasta diciembre de 2021 "la deuda externa andaba en 8.607 millones de dólares y la deuda interna en 6.054 millones, para un total de 14.661 millones de dólares", y que en términos de valor presente, ese monto representa el 48 % del PIB, situándolo por debajo del techo establecido en el marco legal que es de un 55 %".
Mata atribuyó la situación a los daños que causaron las tormentas Eta e Iota y los efectos de la pandemia de covid-19, "algo que no es exclusivo de Honduras, sino que ha afectado a todo el mundo". En esa línea, Carías señaló que debido a la difícil situación que atraviesa el país, algunas de las necesidades no podrán ser atendidas con la fuerza deseada porque son de una naturaleza estructural, de origen histórico, que tienen que ver con el desempleo y los deficientes servicios de educación y salud.
Sin mayoría en el Parlamento
Aunque desde que se conocieron los resultados de las elecciones generales ya se sabía que Libre, el partido que lidera Castro, no tendría mayoría en el Parlamento porque sólo obtuvo 50 de los 128 diputados que lo conforman, la situación se ha complicado por la crisis surgida en ese movimiento político, fundado en 2011.
Libre se ha quedado con 32 diputados, luego de que 18 de ellos decidieron no respaldar como candidato para la presidencia del nuevo Parlamento a Luis Redondo, del Partido Salvador de Honduras (PSH), surgido de una alianza de hecho con el de la Presidenta.
El acuerdo entre Castro y Libre con el presidente del PSH, Salvador Nasralla, es que este último escogería al candidato para presidir el Parlamento, sin imaginarse que eso desembocaría en una nueva crisis en el país.
Un ejemplo de aquello se vivió este martes cuando dos sesiones paralelas fueron instaladas en el Congreso, y cada una liderada por distintos presidentes. En detalle, en el edificio del Poder Legislativo tomó posesión el diputado Luis Redondo, quien tiene el respaldo de Castro y de las filas "leales" al partido Libertad y Refundación (Libre).
En tanto, en forma paralela y vía Zoom, Jorge Cálix también instaló su legislatura como jefe del Congreso, con una veintena de diputados disidentes de Libre y la mayoría de los diputados de los derechistas Partido Nacional y el Partido Liberal, opositores a la Mandataria electa.
A su vez, Castro también tendrá que hacer frente a la alta corrupción que asegura deja Juan Orlando Hernández, cuyos dos períodos en el poder fueron salpicados por denuncias, algunas desde Estados Unidos, por presuntos nexos con el narcotráfico, lo que el gobernante ha negado en reiteradas ocasiones.
Una de las promesas de Castro para frenar la corruptela es la instalación de una comisión internacional contra la corrupción y la impunidad, con el apoyo de las Naciones Unidas.