Era el domingo 30 de enero de 1972, y en la ciudad de Londonderry, Irlanda, unas 15 mil personas se manifestaron en contra de las normas que consideraban represivas y del encarcelamiento sin juicio a los sospechosos de pertenecer al grupo paramilitar IRA (Ejército Republicano Irlandés). Iba todo tranquilo, sin embargo, poco después de las 16:30 horas, un grupo de paracaidistas británicos abrió fuego contra ellos, matando a 14 personas.
Aquel hecho es conocido hoy como el "Domingo Sangriento", la tragedia más grande para Irlanda del Norte. Hoy, a 50 años exactos de la desgracia, los antecedentes son claros respecto a cómo se desarrolló el ataque. Este es el relato, basado en notas de la agencia AFP de la época, de un momento clave en las tres décadas de conflicto que enfrentaron a los republicanos.
Ese domingo, la manifestación convocada por las asociaciones para la defensa de los derechos civiles de los católicos fue prohibida por el gobierno provincial británico. La región estaba dominada política, económica y socialmente por los protestantes desde la partición de la isla en 1921.
Sin embargo, varios miles de personas se manifestaron en las calles de Bogside, el barrio nacionalista de Londonderry (Derry para los republicanos) donde, más de dos años antes, comenzó una revuelta contra la discriminación practicada por el "gobierno del apartheid" protestante.
Tras los disturbios intercomunitarios y el inicio de los "Troubles" en la provincia, el ejército británico se desplegó allí en el verano de 1969. Encabezados por Bernadette Devlin, una joven diputada católica de Westminster, los manifestantes mostraron pancartas en las que exigían el fin del internamiento de activistas católicos sin juicio.
Este régimen, impuesto en agosto de 1971 por Londres en Irlanda del Norte, simbolizaba para el movimiento republicano la arbitrariedad británica y la "resistencia nacional".
"Stop, stop, go home"
La catástrofe se produjo poco después de las 16:30 horas. Los paracaidistas británicos del 1er. Batallón, traídos desde Belfast, estaban apostados en el cruce de Bishop Street y Rossville Street, justo al lado del barrio de Bogside.
Al terminar la manifestación -la más grande jamás celebrada en Londonderry-, algunos jóvenes se dirigieron al puesto de avanzada de los soldados. Es ahí cuando la situación empeora. Con su voz estridente, Bernadette Devlin dio la orden de dispersarse, cuenta un periodista de la AFP en la época. "Se subió a una silla, era muy pequeña, despeinada, con la boca abierta para gritar: 'Stop, stop, go home'".
Pero los paracaidistas salieron de detrás de sus barricadas. Se les ordenó entrar en el Bogside. Una vez dentro de esta fortaleza del catolicismo en el Ulster -continúa el relato de AFP- los manifestantes y los soldados desaparecen en un laberinto de calles pequeñas y mal iluminadas donde ningún policía o soldado se había atrevido a entrar durante años.
Entonces, de repente, estalla el drama. La gente dispara, grita y huye. Es de noche, hace frío, hay la niebla de los gases lacrimógenos y una atmósfera de apocalipsis. El número de muertos por el tiroteo fue de 13 civiles, seis de los cuales tenían 17 años. Todos murieron por balas, la mayoría por la espalda. Otro herido murió unos meses después de un tumor. También hubo 16 heridos, varios de ellos graves.
El silencio se apoderó de Londonderry. La segunda ciudad del Ulster se cerró sobre sí misma. "Detrás de las fachadas decrépitas de las casas del Bogside, maltratadas por el viento, la gente se ha encerrado en el miedo y el odio", escribió la AFP el día después de la matanza.
Mural en conmemoración de las 14 personas fallecidas el domingo 30 de enero de 1972.
-Créditos: AFP.
"Perdieron la cabeza"
Para los habitantes, no hay duda de que los paracaidistas "perdieron la cabeza" y dispararon indiscriminadamente a todo lo que se movía. Bernadette Devlin dijo que "fue una masacre cometida por el ejército británico". Denis Bradley, un sacerdote católico que presenció la tragedia, acusó a los paracaidistas de disparar "indiscriminadamente" y "casi con placer" sobre la multitud.
Un diputado del Parlamento de Irlanda del Norte, Ivan Cooper, afirma que los soldados le dispararon cuando agitaba un pañuelo blanco mientras intentaba ayudar a un herido. Un portavoz del Ejército dijo que los soldados estaban respondiendo a los disparos de los manifestantes armados, señalando a los "terroristas" del IRA.
La organización clandestina -que verá aumentar el número de miembros- negó haber provocado la "masacre" y anunció represalias. La versión del Ejército, recogida en las controvertidas conclusiones de una investigación realizada a toda prisa en 1972, fue finalmente desmentida en un informe de investigación publicado en 2010.
Tras 38 años de espera, los familiares de las 14 personas abatidas por el ejército británico en Londonderry, vieron como el 10 de junio de 2010 las víctimas quedaban exoneradas de toda culpa. Según el Primer Ministro en aquella época, David Cameron, la respuesta de los militares británicos fue tan "injustificada, como injustificable".
Lamentando lo ocurrido 38 años atrás, Cameron afirmó: "Estuvo mal. Lo que ocurrió nunca debería haber ocurrido. El Gobierno es el responsable último de la conducta de las fuerzas armadas y por eso, en nombre del Gobierno, de hecho en nombre de nuestro país, lo lamento profundamente".