Los corredores humanitarios nacen cuando la población de un país está atrapada en una zona de guerra, particularmente cuando su ciudad o pueblo se encuentra bajo asedio militar. La idea es que las hostilidades sean detenidas por un lapso de tiempo, para permitir a los civiles que necesitan huir, que puedan hacerlo a través de rutas designadas, o para permitir que entre ayuda humanitaria urgente para los civiles que permanecen.
El término comenzó a rondar durante la Guerra de Bosnia en la década de 1990, cuando las Naciones Unidas establecieron "zonas seguras" para civiles. Pero el intento fue entonces considerado un fracaso, luego que las fuerzas de la ONU no fueron capaces de proteger estas zonas cuando fueron atacadas.
Los corredores humanitarios también han sido utilizados en la guerra en Etiopía, donde millones de personas en la región de Tigray han estado bajo un embargo del gobierno durante meses.
Durante la guerra civil de Siria, las fuerzas locales y de Rusia buscaron una estrategia para atacar sistemáticamente ciudades ocupadas por la oposición, pueblos y distritos, por periodos de meses o incluso años. Estas ofensivas se traducían en ataques aéreos, de artillería o cohetes, afectando distritos residenciales, hospitales y otro tipo de infraestructura.
Eventualmente, en cada caso, los rusos y sirios ofrecerían corredores humanitarios, diciéndole a los civiles y algunos militares del bando opuesto que podían huir. La mayoría sería conducido a la provincia de Idlib, al noroeste del país, que hasta hoy permanece como el último enclave de Siria que es ocupado por la oposición.
Corredores humanitarios también fueron creados para distritos bajo ataque alrededor de Damasco y en partes de las ciudades de Homs y Hama. El más grande y más famoso fue el que se estableció al este de Aleppo a fines de 2016, luego de cuatro años de ataques incesantes.
Las fuerzas rusas y sirias en muchas ocasiones fueron acusadas de no cumplir con el cese al fuego alrededor de corredores humanitarios, continuando sus bombardeos en ciudades asediadas.
"Cuando hablaban de estos corredores humanitarios o cese de fuego, nunca les creímos. ¿Cómo puedes confiar en alguien que se detenga si te está bombardeándote todo el tiempo?", dice Afraa Hashem, una activista de 40 años que sobrevivió el asedio de Aleppo y ahora reside en Londres.
Hashem recuerda cómo durante un cese al fuego por un corredor humanitario el 14 de diciembre de 2016, el hogar donde se refugiaba junto a su familia fue atacado con bombas incendiarias.
También hubo casos de civiles o combatientes que fueron detenidos por fuerzas sirias, mientras intentaban usar los corredores humanitarios, pese a la promesa de un paso seguro. En algunos casos, también se reportaron disparos de la oposición en los corredores, ya fuese para evitar que las personas escaparan o para provocar enfrentamientos.
Aún así, decenas de miles de personas usaron los corredores para escapar de zonas de combates. Así se estableció la mayoría de las 3 millones de personas que llegaron a la provincia de Idlib, que está rodeada por fuerzas sirias y aún es objeto de ataques aéreos rusos.
"Luego de cuatro años bajo bombardeos, nos forzaron a irnos, eso es lo que es", afirma Hashem. "No nos salvaron. Nos pusieron en otra área de bombardeo, Idlib", agrega.
En última instancia, fueron efectivos para los objetivos que se habían puesto Rusia y el gobierno de Siria: volver a ganar el control de áreas que estaban en manos de la oposición.
Críticos dicen que Rusia y Damasco se beneficiaron al provocaron un gran cambio demográfico, sacando a la población opositora, muchos de los cuales no han podido volver a sus hogares.
Grupos de defensa de derechos humanos y agencias humanitarias, advierten que bajo la ley internacional, se deben realizar todos los esfuerzos para asegurar la seguridad de los civiles, sin importar dónde se encuentren.
La táctica de asedio y corredor humanitario, dicen, esencialmente le da a los residentes la dura decisión de escapar hacia los brazos de quienes los atacan o morir bajo bombardeos.
Dicen que la oferta también da una ilusión de legitimidad a la masacre de civiles que puede ocurrir entre quienes optan por no salir de sus hogares, una vez que los ataques vuelven a ponerse en marcha y se intensifican.
"No es que Rusia pueda crear un corredor humanitario por dos días y luego diga 'Bueno, ya hemos hecho nuestro trabajo, ahora podemos destruirlo todo'", afirma Sara Kayyali, una investigadora de Human Rights Watch.