La primera línea de investigación en Ucrania la llevan las propias agencias de seguridad locales. También hay equipos de otros países investigando las acusaciones de crímenes de guerra, particularmente en torno al pueblo ucraniano de Bucha, y la Corte Penal Internacional ha lanzado una investigación en Ucrania. La OPAQ, hasta ahora, no ha anunciado investigaciones formales en Ucrania, aunque dice que en su sitio web que está "monitoreando el estado de instalaciones industriales químicas relevantes y cualquier amenaza de uso de químicos tóxicos como armas en el país".
Marc-Michael Blum, ex cabeza del laboratorio de la OPAQ y que ahora es un consultor independiente, dice que la organización aún no enviará un equipo a Mariúpol para investigar. "Se trata de una zona de guerra activa, donde la OPAQ no puede enviar un equipo, porque la seguridad del personal no puede ser garantizada", afirmó Blum a la agencia AP.
Si un equipo de expertos investigara qué fue usado y por quién, podría construir un informe de evidencia basado en pruebas de laboratorio de muestras recolectadas en los lugares de los hechos y de las víctimas. Eso significa tomar muestras de suelo y testearlas para encontrar rastros de posibles armas químicas u otras municiones. También serían analizadas muestras de sangre y orina de las víctimas que hubiesen sido expuestos a estas armas.
Los investigadores intentarían entrevistar a testigos y sobrevivientes, para reconstruir lo que experimentaron, y los médicos que los trataron. En investigaciones anteriores, expertos han estudiado modelos de dispersión de gas y cartas topográficas, además de analizar imágenes digitales. La OPAQ tiene experiencia en este tipo de investigaciones en Siria, donde sus expertos confirmaron el uso de armas químicas en múltiples ocasiones. Hasta ahora, Damasco niega haberlas usado.
Cientos de personas murieron por envenenamiento con ataques de gas en Siria durante la guerra civil de ese país. La OPAQ se enfrentó a una serie de obstáculos y vetos por parte de Rusia, que complicaron el poder establecer mecanismos para la investigación. Hasta este día, nadie ha sido condenado por esos hechos.
Dos casos recientes fuera de Siria, mostraron cómo la sospecha de uso de armas químicas puede ser investigada por autoridades locales: el envenenamiento del opositor ruso Alexei Navalny ocurrido en 2020 y del ex doble agente Sergei Skripal y su hija, en la ciudad inglesa de Salisbury, en 2018.
En esos casos, autoridades en Alemania, donde Navalny acudió para recibir tratamiento, y en el Reino Unido en el caso de los Skripal, se tomaron y testearon muestras biológicas, y se concluyó que fueron víctimas de un agente nervioso de la era soviética conocido como Novichok. En esos casos, la OPAQ testeó las muestras y confirmó los hallazgos de las autoridades locales. Rusia ha negado haber estado involucrada en los ataques.
Las municiones de fósforo no son consideradas armas químicas. La mayoría de los ejércitos poseen estas armas, con el fin de iluminar campos de batalla y objetivos, o crear distracciones. Sin embargo, si un ejército deliberadamente dispara municiones de fósforo en un lugar cerrado, para exponer a las personas a sus vapores tóxicos, podría significar una violación a la Convención de Armas Químicas, de acuerdo a Blum.
"Una vez que empiezas a usar propiedades del fósforo blanco, propiedades tóxicas, especialmente y deliberadamente, entonces es algo prohibido", afirma el especialista.
Blum no es optimista. "Dada la actual situación en Mariúpol, casi imposible de precisar, no tengo mucha esperanza de cualquier tipo de investigación", afirma el ex funcionario de la OPAQ.