Un tribunal de la junta de Myanmar condenó este miércoles a la derrocada líder civil
Aung San Suu Kyi a cinco años de cárcel por corrupción, en medio de numerosas acusaciones en su contra que podrían mantenerla en la cárcel por décadas.
La Premio Nobel de la Paz de 76 años ya fue condenada a seis años de prisión por incitación contra los militares, violar las reglas contra el covid-19 y contrariar una ley de telecomunicaciones, aunque permanecerá bajo arresto domiciliario mientras enfrenta otros cargos.
En el caso decidido este miércoles, Aung San Suu Kyi estaba acusada de aceptar un soborno de 600.000 dólares en efectivo y lingotes de oro.
Después de dos días de retrasos, un tribunal especial en la capital construida por la dictadura militar, Naipyidó, divulgó su veredicto y la sentencia a las 09:30 horas locales (03:00 horas GMT) del miércoles.
"En relación con aceptar oro y dólares de U Phyo Min Thein, la corte la sentencia a cinco años de prisión", dijo a AFP el portavoz de la junta, Zaw Min Tun.
"Ella permanecerá bajo arresto domiciliario. No sé si ella pidió apelar, ellos están trabajando de manera legal. Hasta donde sé ella está con buena salud", agregó.
Los periodistas no han podido acceder a los juicios contra la líder civil birmana y sus abogados no tienen permitido hablar con los medios.
Y todavía debe dirimirse una amplia serie de acusaciones de violación de ley de secretos, corrupción y fraude electoral, entre otros, que pueden acarrear una condena global a más de 100 años de cárcel.
En marzo, Suu Kyi debió perderse tres días de audiencias por estar en cuarentena debido a un contagio de covid-19 entre su personal.
Bajo una junta militar previa, Suu Kyi pasó largos períodos bajo arresto domiciliario en la mansión de su familia en Rangún, la mayor ciudad birmana.
Actualmente permanece detenida en un sitio no revelado de la capital, y su contacto con el exterior se limita a sus breves encuentros con sus abogados antes de los juicios.
Milicias civiles
El golpe generó protestas y revuelo en todo el país, que los militares reprimieron por la fuerza.
Desde el golpe, más de 1.700 personas han muerto y más de 13.000 fueron detenidas en la represión contra los disidentes, según un grupo local de monitoreo.
Suu Kyi ha sido el rostro de las esperanzas democráticas de Myanmar durante más de 30 años, pero su sentencia previa de seis años le impediría participar en las elecciones que la junta dice que celebrará el próximo año.
El analista David Mathieson, de Independent Myanmar, dijo que la junta utiliza los juicios criminales para hacer que Suu Kyi sea "políticamente irrelevante".
"Este es otro débil intento de afianzar el golpe", comentó a AFP. "Esto tiene motivaciones políticas", agregó.
Habida cuenta de su avanzada edad, "es posible que termine sus días en prisión", señaló Phil Robertson, director adjunto de la sección de Asia de la oenegé Human Rights Watch. "Destruir la democracia birmana significa, en primer lugar, deshacerse de ella, la junta no dejará nada al azar", añadió.
Muchos otros aliados políticos de Suu Kyi también han sido detenidos desde el golpe, incluyendo un jefe de ministros sentenciado a 75 años de prisión, mientras otros permanecen ocultos.
A lo largo del país se han formado varias "Fuerzas de Defensa Popular" (FDP), milicias civiles que buscan combatir a la junta.
Analistas señalan que el ejército de Myanmar, fuertemente armado y bien entrenado, se ha visto sorprendido por la efectividad de las FDP y en algunas áreas luchan para contenerlas.
El tumulto que vive Myanmar desde el golpe ha espantado a los inversionistas extranjeros, quienes llegaron al país al inicio del período democrático, alrededor de 2011.
Los gigantes energéticos TotalEnergies y Chevron, así como British American Tobacco y la cervecería japonesa Kirin anunciaron planes de retiro.