El ministro israelí de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, afirmó hoy que
el embajador de Rusia en Israel, Anatoly Viktorov, fue objeto de una "dura conversación" tras ser convocado por los comentarios del canciller ruso, Serguei Lavrov, sobre la supuesta sangre judía de Adolf Hitler.
"Fue una conversación muy dura con el embajador aquí, ya que
es imperdonable culpar a los judíos de su propio Holocausto. Hitler no era judío y los judíos no asesinaron a mi abuelo en Mauthausen. Los nazis lo hicieron, y todas estas comparaciones con los nazis son imperdonables y exasperantes", afirmó hoy Lapid en declaraciones a la radio pública Kan.
El embajador Viktorov se reunió ayer con el subdirector para asuntos de Eurasia del Ministerio de Exteriores israelí, aunque Lapid declinó aportar más información sobre el encuentro ya que es "costumbre diplomática no publicar detalles de la conversación cuando convocas a un embajador".
El ministro aclaró que los diplomáticos israelíes en Moscú también han sido convocados en varias ocasiones desde que comenzó la guerra en Ucrania, sin que hayan trascendido más detalles al respecto.
Israel convocó ayer al embajador ruso a raíz de los comentarios la víspera del canciller ruso, Serguei Lavrov, en un medio de comunicación italiano, donde afirmó que el dictador alemán Adolf Hitler, responsable del Holocausto, tenía sangre judía y que "algunos de los peores antisemitas son judíos".
"Y qué si (el presidente ucraniano Volodimir) Zelenski es judío. Eso no niega los elementos nazis en Ucrania. Creo que Hitler también tenía sangre judía", indicó Lavrov sobre la supuesta "desnazificación" de Ucrania como uno de los argumentos rusos para invadir el país.
Israel, que hasta ahora había mantenido una posición tibia respecto a la guerra en Ucrania para no enturbiar su relación con Moscú, ha cambiado el tono en los últimos días a raíz de las declaraciones de Lavrov y Lapid ha exigido incluso una disculpa pública.
"Creo que el Gobierno ruso necesita disculparse con los judíos, en memoria de los que fueron asesinados.
Fue una declaración horrible", afirmó hoy Lapid y sugirió que Lavrov
"lea un libro de historia" en lugar de difundir falsos "rumores antisemitas".
Cuando el mundo reaccionó ante las atrocidades que las tropas rusas cometieron en la periferia de Kiev, la reacción israelí se hizo esperar, aunque finalmente Lapid acusó a Rusia de crímenes de guerra, pero no así el Primer Ministro, Naftali Bennett, que elude referirse al Gobierno de Vladimir Putin cuando menciona la guerra.
Israel quiere mantener el equilibrio geoestratégico logrado con Rusia en Siria, donde a pesar de estar en bandos opuestos, se coordinan para llevar a cabo acciones militares y Moscú permite al Ejército israelí bombardear posiciones de milicias proiraníes en suelo sirio, una de las prioridades de Israel en materia de seguridad.
"Como todas las democracias, pensamos que la invasión rusa de Ucrania es injustificada y debe terminar. Lo decimos y lo votamos en los organismos internacionales cuando sea necesario", indicó Lapid, aunque aclaró que Israel "debe equilibrar sus intereses de seguridad nacional" con esos valores.
Debido a ese delicado equilibrio y para no enfadar a Rusia, Israel ha rehusado hasta ahora vender a Ucrania equipamiento militar avanzado, como su sofisticado sistema antimisiles Cúpula de Hierro que las autoridades ucranianas reclaman; aunque según publican hoy medios hebreos, Israel estaría considerando esta postura.
"Estamos ayudando a Ucrania, lo estamos discutiendo, incluso con nuestro aliado más cercano, Estados Unidos, desde el primer día. El mundo entero está aprendiendo sobre la marcha cómo lidiar con esta guerra, e Israel está revisando su postura todo el tiempo", indicó Lapid al respecto.