La Unión Soviética sufrió la muerte de 27 millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial, que en el país es llamada la Gran Guerra Patriótica. El conflicto, que devastó ciudades y campos, causó enorme sufrimiento y dejó una importante cicatriz en la psiquis nacional.
El Día de la Victoria es un evento poco común en una Rusia dividida tras la era soviética, ya que es un día que es venerado por todos los actores políticos, y el Kremlin ha usado este sentimiento para fomentar el orgullo patriótico y subrayar el rol de Rusia como potencia mundial.
Las celebraciones anuales incluyen un masivo desfile militar en la Plaza Roja, donde se lucen desde los últimos tanques y jets de combate, hasta misiles balísticos con armas nucleares.
Este año, el arsenal de armamento presente en el desfile será significativamente menor respecto al año pasado, como reflejo de la fuerte presencia militar que tiene Rusia en Ucrania.
Al ordenar la invasión a Ucrania, Putin declaró que apuntaba a la "desmilitarización" de Ucrania, para eliminar lo que se percibía como una amenaza militar para Rusia por parte de "neonazis", una retórica condenada por Ucrania y otros países de Occidente, que la califican como una excusa ficticia para cubrir un acto de agresión.
Para tratar de avalar su acusación, Putin y otros personeros de gobierno han apuntado a cómo grupos de extrema derecha ucranianos adulan a antiguos líderes nacionalistas ucranianos como Stepan Bandera y Roman Shukhevych, quienes apoyaron a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y al supuesto uso de estos grupos de símbolos nazis.
Esta retórica también ha sido usada por el Kremlin para aumentar el apoyo público hacia la guerra, en medio de pérdidas de tropas y el masivo daño económico que han causado las sanciones que se han aplicado en contra de Rusia.
El Presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que es judío, ha ridiculizado esta postura de "desnazificación". El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, replicó al crear un paralelo entre Zelenski y Adolf Hitler, una declaración que significó duras críticas por parte de Israel.
En Ucrania y otros países de Occidente, algunos creen que Putin buscará conseguir importantes triunfos militares antes del feriado del 9 de mayo, como un posible intento de presentarlos como una "victoria decisiva" y así usarlos como una salida de lo que parece cada vez más como un conflicto desastroso, que drena los recursos de Rusia y amenaza su estabilidad.
Después del fallido intento por conquistar Kiev y otras grandes ciudades al norte de Ucrania en las primeras etapas de la guerra, el Kremlin ha cambiado su foco hacia el corazón industrial del país, la región conocida como Donbás, donde rebeldes prorrusos apoyados por Moscú han estado combatiendo con las fuerzas ucranianas desde 2014. Este conflicto surgió semanas después de que Rusia anexara la península de Crimea.
El ejército de Rusia ha rearmado y reabastecido las fuerzas retiradas desde Kiev y las ha llevado al Donbás, en un aparente intento de encerrar y destruir las tropas más experimentadas y capacitadas de Ucrania, que se encuentran concentradas en esa zona.
Pero la ofensiva en el Este ha encontrado una fuerte resistencia de la defensa de Ucrania, logrando sólo avances lentos e imposibilitando la esperanza del Kremlin de una victoria rápida. Ganancias significativas de territorio se ven casi imposibles de lograr antes del 9 de mayo.
En una entrevista de esta semana, Lavrov dijo: "Nuestro ejército no va a vincular artificialmente su acción a cualquier fecha, incluyendo el Día de la Victoria".
Algunos rusos de línea más dura han criticado al Kremlin por usar solo una fuerza limitada e instaron a un esfuerzo de movilización a nivel nacional. Algunas autoridades de Occidente y observadores creen que Putin puede usar el 9 de mayo para declarar formalmente la guerra y anunciar una movilización total de la población, para aumentar el número de tropas para una ofensiva.
"Ha estado sentando las bases para poder decir: 'Mira, ahora esto es una guerra contra nazis, y lo que necesito es más gente'", dijo el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, a la radio LBC la seman pasada.
El jefe de inteligencia de Ucrania, Kyrylo Budanov, hizo una advertencia similar el lunes, asegurando que Rusa ha realizado preparaciones secretas para una movilización más amplia.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, desechó estas declaraciones y las calificó de "disparates". Las autoridades rusas han dicho que en Ucrania sólo han combatido soldados con contratos de voluntarios, pese a que muchos conscriptos fueron tomados prisioneros en los primeros días de la guerra.
Rusia tiene cerca de un millón de personal, 400 mil soldados contratados, incluyendo 147 mil tropas terrestres. Autoridades de Occidente estiman que la fuerza inicial de Rusia en su invasión fue de 180.000 tropas.
El ejército reconoció haber perdido 1.351 soldados al 25 de marzo, pero desde entonces no ha actualizado su número de bajas. En Occidente se estima que las cifras podrían ser mucho más altas y estiman que un cuarto de la fuerza de ataque inicial rusa, no se encontraba en condiciones de combatir.
Si la guerra se extiende, el actual número de tropas rusas en Ucrania podría ser insuficiente para mantener las operaciones, forzando al Kremlin a depender de conscriptos entrenados de forma insuficiente o de llamar a reservistas.
El Kremlin se enfrenta a una dura elección entre intentar ganar la guerra con fuerzas limitadas o tratar de aumentar sus tropas en Ucrania, a través de reclutas y reservistas, una jugada que podría implicar indignación pública y potencialmente desestabilizar la situación política.