El Primer Ministro británico, Boris Johnson, enfrentó el lunes las exigencias de unionisas y republicanos en Irlanda del Norte, cuyas instituciones autónomas regionales están paralizadas por desacuerdos sobre las disposiciones comerciales post Brexit, lo que incrementa la tensión entre Londres y Bruselas.
"A ninguno de los partidos les gusta como opera" el protocolo norirlandés "y todos creen que puede reformarse y mejorarse", aseguró a las cámaras de televisión tras entrevistarse con las cinco fuerzas políticas regionales en las afueras de Belfast.
"La cuestión es cómo hacerlo", subrayó, afirmando que aunque querría lograrlo "de forma consensuada" con la Unión Europea, "para conseguirlo (...) tenemos que proceder también con una solución legislativa".
Su gobierno, que lleva meses reclamando a la UE una renegociación en profundidad del texto, podría presentar el martes un plan para suprimir unilateralmente sus partes más conflictivas.
La ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss, expondrá al Parlamento británico "los fundamentos de nuestro enfoque", afirmó un vocero en Londres sin querer dar más detalles. Downing Street subraya que el Ejecutivo "nunca ha sugerido desechar el protocolo" sino "reformarlo".
Medidas unilaterale
"Juzgaré lo que haga el Primer Ministro, no necesariamente lo que diga", afirmó el líder del partido unionista DUP, Jeffrey Donaldson, pidiendo "ver el lugar de Irlanda del Norte en el Reino Unido completamente protegido y garantizado".
Diez días después de la histórica victoria del partido republicano Sinn Fein -ex brazo político del grupo armado IRA y partidario de la reunificación de Irlanda- en las legislativas regionales, las instituciones norirlandesas están paralizadas por el rechazo del DUP a participar en ellas.
El acuerdo de paz del Viernes Santo de 1988, que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre unionistas protestantes y republicanos católicos, impuso que ambas partes compartan el poder en el Ejecutivo regional de esta nación británica de 1,9 millones de habitantes.
Apegados a su pertenencia a la corona británica, los unionistas protestan así contra las disposiciones especiales negociadas por Londres y Bruselas en el marco del Brexit para evitar el retorno de una frontera física con la vecina República de Irlanda -inaceptable para los republicanos- que pusiera en peligro la frágil paz.
Para los unionistas el "protocolo norirlandés" amenaza su lugar en el seno del Reino Unido, al imponer controles aduaneros a los productos que llegan procedentes del resto del país.
Y la líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, acusó a Johnson de buscar ante todo darles satisfacción.
"Pese a toda la retórica del Gobierno británico sobre el restablecimiento del Ejecutivo en el norte, su prioridad es apaciguar al DUP", afirmó al término de "una reunión bastante dura" en la que exigió a Londres actúe para desbloquear la situación.
"Locura" e "imprudencia"
La Unión Europea, que está dispuesta a realizar "ajustes" al protocolo pero no a renegociarlo, calificó de "inaceptable" toda medida unilateral de Londres y podría responder con represalias comerciales, especialmente delicadas para un Reino Unido que ya registra una inflación descontrolada por los efectos de la pandemia y la guerra en Ucrania.
"Espero que la posición de la UE cambie", afirmó Johnson en un artículo publicado antes de su viaje por el Belfast Telegraph. De lo contrario "será necesario actuar" para proteger el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998, agregó.
A su llegada a una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Bruselas, el canciller de la República de Irlanda -país miembro de la UE-,
Simon Coveney, consideró que una violación por Londres del derecho internacional es "lo último que necesita Europa cuando estamos trabajando positivamente juntos frente a la agresión rusa" en Ucrania.
Antes de ver a Johnson, Michelle O'Neill del Sinn Fein, llamada a convertirse en la nueva primera ministra norirlandesa, se reunió en Dublín con el primer ministro irlandés, Micheál Martin, tras lo cual calificó de "locura" e "imprudencia" las amenazas de Londres de actuar unilateralmente.