La justicia llega demasiado tarde para Alexander McClay Williams, ejecutado hace 91 años, cuando tenía 16, por un crimen que no cometió. Un juez de Filadelfia ha declarado "nolle prosequi" la condena, retirando oficialmente todos los cargos contra este joven negro acusado de homicidio.
El empeño de Sam Lemon, bisnieto del que fue su abogado defensor, William H. Ridley, el primer negro que entró en el colegio de abogados del condado de Delaware, han hecho posible esta revisión de la historia judicial estadounidense.
El abandono de los cargos contra Williams "
es un reconocimiento de que las acusaciones contra él nunca deberían haberse producido", dice el fiscal del distrito
Jack Stollsteimer en un comunicado fechado el 13 de junio.
"Tristemente, no podemos deshacer el pasado. No podemos reescribir la historia para borrar los agravios atroces de nuestros antepasados. Sin embargo, cuando, como en este caso, se puede hacer justicia reconociendo públicamente nuestro error, debemos aprovechar esa oportunidad", sostiene el fiscal, que espera que con esta decisión, tanto la familia del joven como su abogado "puedan estar en paz".
Williams, internado en el colegio para chicos Glen Mills para expiar sus culpas de delincuente, fue reconocido culpable y sentenciado a muerte el 27 de febrero de 1931 por el asesinato de la enfermera (blanca) Vida Robare, de 34 años, en la casa que ésta ocupaba en el recinto del centro.
El cuerpo sin vida lo encontró su ex marido Fred Robare, también empleado del colegio y del que estaba divorciada por su "extrema crueldad", lo que fue obviado por los investigadores, que nunca le consideraron sospechoso.
Y eso pese que en la puerta de la escena del crimen había huellas de una mano de adulto ensangrentada. Dos expertos en huellas dactilares las examinaron pero nunca se esclareció a quién pertenecían.
Sin pruebas
El acusado fue el joven Williams, quien en los 17 días transcurridos entre su detención y la designación de un abogado de oficio, firmó tres confesiones diferentes y fue interrogado cinco veces sin la presencia de un letrado o de algún familiar.
El joven terminó "confesando" el crimen pese a que no había testigos ni pruebas que lo implicaran directamente.
El abogado defensor, al que el tribunal le dio 10 dólares para gastos (unos 173 dólares actuales) solo dispuso de 74 días para armar una defensa, sin medios apara contratar investigadores o expertos.
El jurado del juicio, que duró menos de dos días, estaba integrado exclusivamente por blancos, que tardaron menos de cuatro horas en establecer su culpabilidad.
Nunca se presentó un recurso contra el fallo.
"Estoy feliz de que haya acabado de la forma en que debería haberlo hecho al principio", dice su hermana Susie Wiliam-Carter en declaraciones al diario The Inquirer.
"Queríamos que se anulara, porque sabíamos que era inocente, y ahora queremos que todo el mundo lo sepa también", agrega esta mujer de 92 años, única sobreviviente de los hermanos del ejecutado más joven del estado de Pensilvania.
En 2017, a raíz de las gestiones de Sam Lemon y de su abogado, Robert Keller, el expediente de Williams fue eliminado.
"Creemos que es del interés de la justicia y de la defensa de la integridad de nuestros tribunales hacer lo que esté en nuestras manos para subsanar este error", ya que los derechos del joven "fueron violados en una forma irreparable".
Recientemente, otro hombre, Kevin Strickland, fue absuelto tras pasar 43 años entre rejas por un crimen que no cometió.