El viernes, todo Estados Unidos estaba convulsionado tras conocerse el fallo de la Corte Suprema de ese país que revocaba la histórica sentencia del caso "Roe vs.Wade", anulando así el derecho al aborto en toda la nación. Un día antes, el máximo tribunal reafirmó el derecho de los ciudadanos a portar armas de fuego, en medio de los intensos llamados a regularizar este tema tras los últimos tiroteos registrados en el país. Ambos fallos se lograron con una votación de seis a tres ¿Coincidencia? Para nada.
Desde octubre de 2020 que el máximo tribunal estadounidense está conformado por seis jueces de tendencia conservadora y sólo tres de tendencia liberal, un fenómeno inusual cuyo único antecedente data de la década de 1930, cuando el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt tuvo que lidiar con una corte que torpedeó varias de sus iniciativas.
Dada su facultad de revisión judicial y de declarar inconstitucionales leyes federales o estatales, la Corte Suprema estadounidense cuenta con un poder trascendental, por lo que siempre los presidentes de turno buscan nombrar jueces más cercanos a sus ideales y planes, pese a que éstos no responden a ningún partido político.
Históricamente se ha mantenido un equilibrio en el tribunal, pero ahora el Presidente Joe Biden, tal como pasó hace nueve décadas con el también demócrata Roosevelt, lidia con un tribunal que está tomando decisiones que no le gustan y que podrían tener incidencia en el futuro estadounidense.
¿Cómo se llegó a este escenario? Durante su mandato, el ex Presidente Donald Trump tuvo la fortuna de hacer tres nombramientos de jueces de la Corte Suprema, los que no tuvieron objeciones al contar con un Senado con mayoría republicana. El resultado: un tribunal eminentemente conservador.
El origen
El cargo de juez de la Corte Suprema es vitalicio, por lo que su reemplazo se da tras una renuncia o la muerte del magistrado. El nuevo integrante es designado por el Presidente de Estados Unidos, con la posterior aprobación del Senado.
Para entender el fenómeno actual hay que remontarse a 2016, año de la muerte del juez conservador Antonin Scalia. En ese momento había una suerte de equilibrio en el máximo tribunal, con cuatros magistrados conservadores, cuatro liberales y uno, Anthony Kennedy, cuyo voto variaba de acuerdo con el caso.
Scalia murió el 13 de febrero de 2016, en pleno mandato de Barack Obama, que buscaba nombrar un magistrado progresista, sin embargo, el Senado de mayoría republicana liderado por Mitch McConnell bloqueó sus intenciones argumentando que, al estar a solo nueve meses de una elección presidencial, era mejor que el nuevo integrante de la Corte la designe el futuro Mandatario.
Fue así como, una vez consumada la llegada del republicano Donald Trump a la Casa Blanca y con un Senado oficialista, llegó a la Corte Suprema el juez conservador Neil Gorsuch, conocido por ser un "originalista" que cree que la Constitución debe ser interpretada como la redactaron los "Padres Fundadores", según destacaba BBC Mundo.
El tribunal se mantenía cuatro a cuatro más el voto de Anthony Kennedy, quien pese a ser conservador era considerado el voto decisivo, llegando a apoyar causas como el aborto y el matrimonio igualitario. Sin embargo, su renuncia el 28 de junio de 2018 le abrió a Donald Trump la posibilidad de elegir un nuevo magistrado, y eso fue lo que hizo con Brett Kavanaugh.
El nombramiento de este juez estuvo marcado por la polémica, luego de que tres mujeres lo acusaran de abuso sexual. Kavanaugh, conocido también por su afinidad con las armas, rechazó estas denuncias. Finalmente, la Cámara Alta visó su designación.
Con esto, la balanza ya se inclinaba completamente a favor de los conservadores, con cinco jueces versus cuatro liberales.
La muerte de Ginsburg y la inclinación total
Con ese escenario, el 18 de septiembre de 2020 moría a los 87 años la jueza Ruth Bader Ginsburg, ícono de la lucha a favor del feminismo y de los derechos civiles. Su partida significó un duro golpe al progresismo, que veía cómo podían perder aún más su representación en la Corte Suprema.
Quedaban menos de dos meses para las elecciones presidenciales y Trump alistaba el nombramiento. La minoría demócrata argumentaba que, debido a la cercanía con los comicios, se debía postergar hasta elegir a las nuevas autoridades, sin embargo, el líder del Senado Mitch McConnell apoyó la medida, pese a que cuatro años antes usó ese mismo fundamento para bloquear la designación preparada por Obama.
Trump, de este modo, elegía a la jueza Amy Coney Barrett, ligada al mundo conservador y cristiano. La balanza se inclinaba aún más para los conservadores: seis a tres.
En abril, el Senado -ahora bajo el control demócrata- aprobó la designación por parte del actual Presidente Joe Biden de la jueza Ketanji Brown Jackson, tras la renuncia de Stephen Breyer. Aquí el cambio es de progresista por progresista, por lo que la distribución ideológica sigue siendo la misma.
Con este nuevo nombramiento, la Corte estará compuesta por cuatro mujeres y cinco hombres, todos ellos pertenecientes a la corriente conservadora. La balanza sigue inclinada.
Infografía: AFP | Diseño y adaptación web: Johanna Mellado, Emol | Fuentes: Corte Suprema de Justicia de EEUU / Agencias | Fotos: AFP